jueves, 31 de mayo de 2012

LOS DIOSES DEL FUTURO

image 

“...pensó en la presencia de la Espiral,

durante milenios y milenios,

ante la cotidiana mirada

de pueblos pescadores...”

El Siglo de las Luces

Alejo Carpentier

1991

Aquel año y hasta fines del primer quinquenio del siguiente siglo -este-, creía que, aún cuando La Revolución Cubana no era inmortal, yo sí. En febrero cumplí 45 años y tenía razones de mente, cuerpo, entrepiernas y reconocimiento social, como para creerlo. Pero el tiempo lo gasta todo y así ha sido -en orden inverso de las razones mencionadas-. Hoy solo me queda "un poco" de las 3 primeras razones. Pero lo que más me inquietaba en aquella época y aún, es lo difícil que es entender cómo funciona El Mundo. No solo el de la pequeña Tribu de Cubanos, también las del resto de nuestra especie, el otro 99.915 % de ella que reside fuera de "mi territorio nacional" y de mi alcance por aquel entonces. Ignoraba todo de esos "otros mundos", con excepción de lo que me decían los "medios locales" que sucedía en un más allá donde estoy ahora: 20 años después y a 7225 kilómetros de distancia de aquel tiempo y espacio -en Gijón 2012 y esperando los 67-. Desde aquí, comprendo mejor mi "inmortalidad breve" y he logrado entender "cómo funciona El Planeta" -¡no totalmente, pero lo suficiente para saciar, casi completamente, mi curiosidad!-. Así lo pienso.

 

Por aquel entonces, había pasado casi un año desde la liberación de Nelsón Mandela de la cárcel surafricana donde le alojaron durante 27 años. Libertad de la que Cuba, su gobierno y pueblo, se sentían parte de los que contribuyeron a hacerla posible. Lo cual es cierto más allá de cualquier posición política o agravio ideológico. Yo, como la mayoría de humanos consideraba y considero el "apartheid" (variantes aún subsisten), modelo de convivencia vergonzoso. Y la victoria del tesón y la perseverancia de tan singular líder, me hacía y hace admirarle más allá de cualquier chisme de alcoba. Esto, de alguna manera que no puedo explicar claramente, era parte de los argumentos que me invitaban a entender el porqué parecía razonable el "Período Especial" propuesto por "El Partido", que los cubanos debíamos aceptar "con conciencia" pues era parte del sacrificio que requería la libertad que ya casi ningún país de La Tierra poseía porque todos –a excepción de Corea del Norte-, estaban condenados a sufrir el capitalismo de un "Mundo Unipolar" en el cual "Nuestra Pequeña Isla" éramos la única "otra polaridad" posible -según se nos decía-.

 

En el contexto anterior fue donde el cineasta Daniel Díaz Torres realizó la película Alicia en el pueblo de las maravillas, siguiendo guión elaborado entre él y Eduardo del Llano y contando con la colaboración de Jesús Díaz, entre otros asesores de "la idea": Alicia, estudiante recién graduada, viaja a un pueblo para trabajar como supervisora de teatro. Y lo que ve suceder allí es caricatura alegórica perfecta que en forma metafórica muestra los problemas cotidianos de La Isla "Maravillosa", donde el alcalde es el típico retrato de Fidel.

image

El estreno del filme generó desde una "operación de contrainsurgencia" por parte de las fuerzas de El Partido y La Seguridad del Estado -piquetes de militantes se dislocaron en los cines para abuchar la película-, hasta enrevesadas y eufemísticas discusiones "artísticas" sobre la obra, que se multiplicaban en tertulias privadas donde se intentaba descifrar qué significaba aquella obra del séptimo arte y cuál era su valor estético/ideológico. Recuerdo que participé en una de aquellas "discusiones abiertas" ocurrida en La Cinemateca, donde pregunté al director -compañero de trabajo y, de cierta manera, amigo-: ¿por qué para contar "la historia de Alicia" utilizaron tantas alegorías, símbolos y ambigüedades cuando lo que se deducía de ellas era más sencillo y barato contarlo llana y simplemente? No recuerdo la respuesta que recibí, pero sí que no se correspondió con lo que yo pensaba -fuera de toda duda razonable-, de cuál había sido la causa. Causa que hoy, más de 20 años después, sigue viva, aunque con menos fuerza y vigor que entonces. Cansada.

 

Periodo Especial en Tiempos de Paz.

El siguiente pronunciamiento público del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en enero de 1990, se explica por sí solo:

"¿Qué significa período especial en tiempo de paz? Que los problemas fueran tan serios en el orden económico por las relaciones con los países de Europa Oriental o pudieran por determinados factores o procesos en la Unión Soviética, ser tan graves, que nuestro país tuviera que enfrentar una situación de abastecimiento sumamente difícil. Téngase en cuenta que todo el combustible llega de la URSS, o y lo que podría ser, por ejemplo que se redujera en una tercera parte o que se redujera a la mitad por dificultades en la URSS, o incluso se redujera a cero, lo cual sería equivalente a una situación como la que llamamos el período especial en tiempo de guerra (...) No sería desde luego sumamente grave en época de paz porque habría determinadas posibilidades de exportaciones e importaciones en esa variante".

 

En aquel 1991, se comenzó a hablar de promoción y apertura a las inversiones de capital extranjero y de la necesidad de reestructurar el comercio exterior y, sobre todo acelerar el crecimiento del turismo internacional. Después, mediante nueva "legislación" se legalizó "el cuentapropismo" -sustantivo cubanísimo alternativo al lenguaje usado por la economía capitalista-. Pero solo en sectores minoristas donde podrían nacer pequeños negocios -más bien familiares-, como quioscos y lugares para ofrecer comida -"paladares", como los bautizó la sabiduría popular-, barberías, limpiabotas, payasos para animar fiestas y un sinnúmero de oficios a los cuales se les había negado valor e importancia 23 años antes, en la "ofensiva revolucionaria de 1968". Me di cuenta que la vida en La Isla seguiría igual ("El Estado, dueño y señor de casi el 100 % de la “actividad económica”, simularía pagar y nosotros haríamos como que trabajamos" -así lo expresé a algunos conocidos-). Pero confieso que, por momentos, mis esperanzas sobre "el cambio" se refrescaban con la brisa de esta o aquella "medida anunciada" que sugerían "apertura" y "nuevos paradigmas". Era como vivir en medio del conflicto permanente entre "creer o no creer en algo" -por lo general es en Dios, o dioses y diosas, pero la fórmula es común para otras muchas teologías, políticas, económicas, culturales y hasta científicas-.

 

Este año comencé mi emigración definitiva del "cine" a "las nuevas tecnologías". En adelante, jamás volví a utilizar cámara con rollos de celuloide para realizar mis discursos audiovisuales, ni a sentarme frente a moviola para pegar manualmente trozos de imágenes y sonidos. Videoamérica -empresa de “fachada privada”, aunque dependía del estatal ICRT, fue creada en este momento económico coyuntural especial que aún hoy no se sabe si ha terminado. Allí me pidieron pensar en miniserie sobre famas del deporte cubano, para apoyar y divulgar los Juegos Panamericanos que se celebrarían en La Isla en agosto -entre el 2 y el 18-. El estándar de producto 13 de 13 -documentales y minutos-, fue el que escogimos el Director de Producción Jorge Oliver -antiguo dirigente del Dpto. de Programación de la TV en tiempos en que realicé La Semilla Escondida -serie que tanto prestigio dio a ese organismo ante El Pueblo, El Partido y la Crítica de Arte-. Lo que propusimos fue aprobado por el Directo General (ex-dirigente de la Unión de Pioneros de Cuba, con el que un año después -durante la realización de "otro encargo"-, tuve discusión telefónica que me llevó a protagonizar -en solitario-, la primera "huelga y abandono del trabajo" en la historia del "movimiento obrero cubano", la cual contaré en la crónica de 1992). El aporte directo que hice a los 13 de 13, puede visionarse en la siguiente dirección de La Red:

 

http://www.dailymotion.com/video/x44i59_alberto-juantorena-el-peor-jugador_sport

 

Gozé mucho fabricando El peor jugador de básquet del mundo, breve cuento de cómo Alberto Juantorena -de fama bien merecida-, plusmarquista mundial de 400 y 800 metros planos, alcanzó ser tal estrella. Tuve que argumentarle muchas razones para que aceptara el título de la obra tal y como quedó. No le gustaba ver -más bien oír-, que su nombre estuviera "relacionado" con la palabra "peor". Yo lo entendía, pues famas y líderes suelen ser muy susceptibles al "lenguaje", sobre todo cuando pone al descubierto "la verdad". Y en el caso de Juantorena, que encajó bien lo que yo deseaba destacar de su historia (cómo se equivocó e insistió, durante tiempo prudencial, en su error sobre lo que pensaba de sí mismo y para qué él servía -¡lo cual no todos comprenden aún incluso cuando casi no les queda tiempo por vivir!-). Y para ser todo lo sincero que puedo llegar a ser, diré que esta "obra menor" de mi filmografía fue uno de los medios con los que intente avisar a "mis espectadores nacionales" de que se estaban equivocando con sus decisiones. Cierto que no era "discurso directo explícito", pero la metáfora del mensaje principal era clara y sencilla –la “premisa” como le llaman los dramaturgos-: "abandone sueños imposibles y dedíquese a lo usted puede hacer mejor". No creo en determinismos geográficos, pero si en que existe una "genética territorial" -ambiental y ecológica-, que "influye, en las naturaleza económica de los pueblos. Casi determinándolas.

 

En Marzo partió Jesús Díaz con su segunda esposa e hija menor -Martá y Claudia- para disfrutar beca que le concedieron en Alemania para que escribiera tranquilamente su segunda novela donde buscaría Las palabras perdidas, después de haber encontrado Las iniciales de la tierra en la primera. Y aunque Jesús me aventajaba apenas 6 años en el camino de la vida, yo le veía y apreciaba mucho más lejos en el tiempo considerando lo que había logrado con su obra -escrita y fílmica-, además de sentir por él cariño y respeto derivado de cómo lo había visto actuar en numerosas circunstancias -públicas y privadas, de toda índole-. En resumen, era "un amigo". Y como nunca he tenido muchos, algo de dolor sentí al verle irse, sobre todo por imaginar a lo que iba a enfrentarse. Y así fue.

 image Laura -mi hija menor-, la madre -Luz-, Jesús y yo

en la casa de Miramar donde él residía entonces.

Marzo 1991

En Mayo viajó a Miami, tras 43 años de haber hecho el mismo trayecto y al mismo lugar, pero acompañada por mí, Aida Pérez Planas -mi madre-. Iba a encontrarse con su hermano Fernando después de 30 años sin verle, ni oírle. Y con el resto de la familia que la acogió y atendió como si nada hubiese pasado transcurridos los variados períodos de tiempo en que habían dejado de estrecharse manos y darse besos. Aida regresó el 8 de agosto -cargada de regalos que la hicieron muy feliz cuando los entregó a su hijo, nietas, familia ampliada y amigas y amigos. Jesús nunca más volvió a La Isla, pero se quedó con ella dentro hasta el momento en que murió 11 años y dos meses después, el 2 de mayo de 2002. Pero el azar -el bueno-, me regaló algún que otro "encuentro" con él que volvimos a disfrutar durante aquel siglo que ya pasó.

 

image  Mi madre en el punto de la Florida más cercano a Cuba.

image Aida y su hermano mayor, Fernando.

Ellos y Delia, esposa de él y dos nietos.

image 

 

El domingo 23 de junio estaba en casa haciendo limpieza -tenía puesto solo un short y me cubría piernas, torso, cara y cabellos de la cabeza, el polvo que había sacudido de los estantes y libros de mi biblioteca, que con paciencia había acumulado durante años y años (las obras todas colocadas en orden de saberes, materias y géneros literarios y que me gustaba mostrar a quienes visitaban los 64 metros cuadrados de una casa que ya era "mía" -¡solo para usarla!-, gracias a legislación relativamente reciente que me liberó de la definición de "ilegal" bajo la que residí allí durante años). Y apareció en la puerta hombre de mediana edad -más o menos la misma que la mía-, vestido de blanco y limpio e impoluto, además de bien peinado que, inmediatamente, supuse era Elizardo Sánchez Santa Cruz (mi compañera, amiga de mujer que vivía cerca nuestro y con la que él mantenía relaciones -no sabía exactamente cuáles pues lo que se decía no me constaba-, me había dicho que él quería conocerme y preguntó, como era lógico y correcto, cuándo podría hacerlo). Fue directo al grano, sin rodeos innecesarios y/o protocolos -lo cual me gustó-: "...tú sabes la situación que hay en el país y yo quería saber si ..." Lo miré sabiendo qué quería de mi. Y para acortar el tiempo que ambos estábamos ofreciéndole a "la historia de La Patria", en detrimento del que necesitábamos para sobrevivir -dados los problemas y carencias específicas y concretas de alimentación, transporte, agua, electricidad, etc., etc. etc.-, le respondí: " ...mira, lo que está pasando me incomoda tanto como a ti y a todos, pero lo que puedo hacer yo y hago, no va a cambiar el cómo esto va a acabar ... como acaban todos los momentos de conflicto nacional en Cuba ...ae, ae, ae la Chambelona, yo no tengo la culpita ni tampoco la culpona ... y poniéndonos todos de acuerdo a ritmo de conga ..." Aunque no lo dijo, supuse que mi respuesta decepcionó la esperanza de lo que esperaba encontrar en mi: apoyo a "su causa" (¡y que busca todavía con su trabajo de presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que me parece justo y de utilidad para interpretar lo que sucede en la Cuba de hoy, como lo fue en la de entonces por su interés en saber quiénes eran las personas que son reprimidas y encarceladas por "ideas políticas" en Cuba). Quizá, hasta haya pensado que no tuve valor para sumarme a lo que era más importante para él en ese momento. Y que yo tenía miedo. No lo sé, quién sabe. Pero de lo que estoy seguro es de que, cualquier miedo que fuera, no era por lo que pudiera pasarle a mi cuerpo, pero si al daño que puede causar a muchos la estupidez -¡humana, siempre humana!-, de algunos pocos y más la de muchos. Esto suena "raro" –parece y no parece una opinión “politica”, aunque es ambas cosas a la vez-, pero tengo la impresión de que así piensan, responsablemente, la mayoría de los cubanos, que saben que lo esencial es que no haya "sangre". Y ojalá que lo consigamos pues aún falta mucha por limpiar. Afuera y Adentro.

 

19 días antes de ese domingo -el martes 4 de junio-, se había hecho “pública” (en escala que no lo era pues el pueblo -"la masa"-, no se enteró en ese momento y aún hoy la mayoría del pueblo cubano –sobre todo el de Adentro-, desconoce el hecho), un documento firmado por diez intelectuales (María Elena Cruz Varela, Nancy Estrada, Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez, José Pomares, Bernardo Marqués, Roberto Luque, Víctor Serpa, Fernando Velásquez y Manuel Granados), que criticaban y ponían en tela de juicio la "situación del país" y hacían demandas políticas para que hubiera "cambios", que podrían considerarse, por la sinceridad e intenciones de mejorar la condiciones de vida de la nación, como exigido desde "dentro de la Revolución". Pero las autoridades, lo interpretaron como algo que venía desde "fuera de la Revolución". O sea, de El Enemigo.

 

Como la mayoría de quienes estábamos dentro del “sector improductivo de escritores y artistas", me asombré y admiré a quienes pusieron su firma en la Carta de los diez. Conocía a 3 de ellos directamente y con otros 3 conversé brevemente sobre el asunto años después, cuando -otra vez el azar actuando- tangenciaron con mi derrota por el planeta. Su sinceridad fue admirable. Y como en otras muchas escaramuzas político-ideológicas entre nacionales, he lamentado que "las partes" no hayan sabido comprender y aceptar las verdades más útiles y productivas, para el conjunto de los cubanos, que ambos defienden y que las "actitudes típicas", fuesen atrincherarse en ideas propias y/o beneficios personales, de familia y/o clase social. "Posiciones" que todavía hoy siguen retardando "los cambios", aunque estos estén ocurriendo -lenta e inexorablemente-, como sucede en todas las manadas de nuestra especies que se adaptan al medio, o desaparecen. Y aunque veo las cosas así, nunca he echado de menos, ni disminuye lo poco que he podido hacer para "mejorar a los míos" -¡que son todos!-, no haber estado en "momentos históricos trascendentes que -también como todos-, son relativos y su valor solo lo adquieren gracias a ser parte del "conjunto". Me basta haber vivido y continuar viviendo en los instantes "ingrávidos y gentiles como pompas de jabón" a que parece me obliga el destino que me tocó. ¿Protesto ante Él? No vale la pena. Ya lo vencí.

 

En julio Lida Buría Alfonso y su novio, Alfredo Batista Pau, obtuvieron su diploma de Licenciados en Lengua y Literatura Inglesa. Él "Cum laude" y ella segundo expediente del curso. La Revolución (esa abstracción de la que evito hablar y menos discutir pues es palabra que hasta los anuncios de publicidad, "comunistas" o "capitalistas", usan para promover sus productos -sea "revolución social", o del "cuidado de la piel", del 26 de julio y/o 15-M, o de General Motors y/o Apple), podría decir que estudiaron gracias a ella. Y aunque afirmarlo no es totalmente falso, la verdad limpia y diáfana es que lo hicieron, sobre todo, gracias a "ellos mismos" y, después, al apoyo y ayuda que les ofrecimos sus padres. Y, siguiendo orden de importancia, los profesores que les ofrecieron sus conocimientos y amigas y amigos que, ayudándose entre sí, posibilitaron que ellos ganaran lo que hoy saben para con ese conocimiento hacer retroceder, un poquito más, a la ignorancia. Siempre he visto este asunto así, aunque se insista en explicarlo de otra forma. No solo en Cuba. También aquí, donde "el sistema" se atribuye tantos méritos a sí mismo también. El asunto es, obviamente, cuestión de proporciones y distribución equitativa de lo que se cree importante. Pienso que la distorsión que existe en cómo se aprecia este tema de la educación, algo tiene que ver con "la estructura de orden del mundo que nos propone la perspectiva religiosa de la existencia y el llamado “Derecho de Autor, dualidad que se resume en quién se considera –sin más argumentos que Las Palabras-, “El Primer Creador".

 

image (Al frente) Madre de Alfredo Batista y yo.

(Detrás) Mi hija y él.

Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de la Habana donde recogieron sus diplomas.

Julio 1991

El mes de julio lo pasé casi totalmente en Santiago de Cuba filmando proyecto que había propuesto a Videoamérica y aceptaron "financiar" -hablábamos así en este nuevo tipo de empresa, híbrida de propósitos e ideas socialistas con métodos y tecnología capitalistas-. La X Fiesta del fuego, bautizada así por la Casa del Caribe que dirigía Joel James y un grupo de investigadores, escritores y artistas del oriente cubano entre los que estaban el antropólogo José Millet, el poeta Cos Causse, el escultor Alberto Lescay, los documentalistas Roberto Román y Jorge Luis Hernández -todos interesados en los cultos mágicos religiosos del "Vodú", la "Santería o Regla de Ocha", el "espiritismo de Cordón", la "Regla Conga o de Palo", y en cualquier forma católica, protestante, o de cualquier imaginario cultural religioso que hubiera que Joel englobaba dentro del "principio de representación múltiple", al que atribuía origen africano, pero que yo consideraba como parte del "recurso" que usan todos los de nuestra especie para atribuirse identidad propia, particular y/o privada en última instancia-), fue el espacio y el tiempo que elegí para realizar Los dioses del futuro, obra que obtuvo, al año siguiente el Tatú de Oro a la mejor obra dedicada al 500 aniversario del Encuentro entre dos culturas, en la XIX Jornada del Cine Documental de Bahía, Brasil, 1992.

 

Las varias anécdotas que ocurrieron durante el rodaje (disponíamos de flamante microbús con aire acondicionado y la más novedosa tecnología de grabación magnética -Betacam-), ocurrieron sobre todo en "las escenas de desnudos" (partes de ficción de la obra protagonizadas por dos actores del Cabildo Teatral de Santiago que actuaban sin ninguna prenda de ropa que les cubriera el cuerpo, representando a mis "dioses principales": ELLA Y EL). Una sucedió mientras filmábamos "la comida de la fruta prohibida" -no era manzana sino mango, como es natural en el Caribe-. De pronto, aparecieron en el set de filmación, que estaba en medio de la naturaleza espléndida de oriente de cubano, el Cónsul Inglés en Cuba, acompañado de un alto funcionario de la Corporación Cubanancan, o Gaviota -no recuerdo exactamente, pero como todos saben ambas eran parte del "nuevo brazo económico de La Revolución-. Y preguntaron, curiosos, qué hacíamos. Lo expliqué brevemente y les pedí que se alejaran pues los actores estaban como vinieron al mundo. Y obedecieron cortésmente. Terminada la escena que grabó con su extraordinario talento y habilidad para usar la cámara Iván Nápoles, la actriz se acercó a mí y comentó: "... ¿Quiénes eran esa gente? ..." Y le respondí: " ...son personas importantes del gobierno y el extranjero ..." Y ella concluyo: " ...pues serán muy importantes y lo que tú quieras, pero estaban rascabuchándonos desde aquel montecito ..." "¡Curiosidad, muchacha, solo era curiosidad ...no le des importancia ..."

 

La segunda anécdota, también estuvo relacionada con "el poder", pero no solo el económico sino también el religioso. Estábamos "grabando escena documental" de como un grupo artístico representaba la ceremonia de iniciación de uno de los cultos "afrocubanos" (lo hacían ante público que abarrotaba el patio de la sede principal del festival), donde se degollaba a un chivo y los "sacerdotes" debían beber de la sangre que manaba del cuello del animal, sangre que también se ofrecía, a voluntad, a los espectadores para hacerles sentir “el realismo” de la representación y, pensaba yo, también confirmar su aprobación del culto, o cuando menos su acuerdo con la puesta en escena del rito. Terminado el "performan", uno de los espectadores se acercó a mí y me dijo, con sonrisa que denotaba preocupación, " ...me cogiste tomando sangré ..." Y mirándole a la blancura de sus ojos, con pupila de canario amarillo que la tiene negra, le dije: " ...no se preocupe, no voy a utilizar esa imagen ...sé cuánto puede confundir a quien le conozca y sepa que usted es el Secretario del Partido de Santiago de Cuba, pero no entienda que esto es parte de su trabajo político ..." Se llamaba y llama Juan Esteban Lazo Hernández. Y, seguro que él no sabía, ni sabe, que me cae bien, a pesar de su aspecto fiero y temible, que sus gestos y manera de hablar desmienten. Tal vez, sea -no lo sé- porque tengo nono africano, pero eso lo supe años después.

 

En Santiago de Cuba fue donde conocí Giuseppe Lo Bartolo, fotógrafo italiano con el que mantengo aún amistad y con el cual me divertí en muchas ocasiones acompañándole en su itinerario cubano –lleva más de 20 años en Cuba, entrando y saliendo, y se ha casado recientemente con una cubana del oriente-, del cual ha dejado testimonio en libros como La Habana, un viaje intimo -escribí el prólogo-; Barrio chino: imagen del tiempo -le sugerí ese título-, y otros sobre esa ciudad, Santiago, que se considera "Rebelde ayer, Hospitalaria hoy y Heroica siempre". José Oriol Gonzales, director y actor de teatro -amante incondicional de la dramaturgia negra y mestiza del ese extremo de La Isla-, me lo presentó en medio de multitud que esperaba a ver y oír a La Conga de Los Hoyos mientras disfrutaba del desfile de "fuerzas y energías caribeñas" que paseaban sus artes por una de las calles que dan frontera al Parque Céspedes.

 

Los dioses... nunca fue pasado por los canales de Tv abiertos a la población -¡al menos hasta donde yo sé!-. Tampoco fue censurado, ni cortadas las escenas de desnudos, que no me tomé el trabajo de “suavizar” pues los actores fueron libres de actuar de frente o espaldas, y les dejé mostrar “sus artes interpretativas” totalmente. Si fue distribuido por otros canales de venta –al turismo, o televisiones extranjeras-. Y alguien me dijo muchos años después, que lo había visto en un canal del circuito cerrado de la televisión que llega a los hoteles para turistas. ¿Cuál será el problema que tenemos con el cuerpo humano visto sin disfraces que le den identidad? Probablemente, esta era la pregunta que quería responderse el neoyorkino Spencer Tunick cuando comenzó a fotografiar personas desnudas en las calles de su ciudad natal en 1992. Y multiplicó esa experiencia por más de 30 ciudades de los cinco continentes del planeta donde “masas de ellas y ellos” posaron para él y para dejar testimonio de un hecho artístico que apunta al mismo corazón de La Política y La Religión.

 

El lunes 5 de agosto viaje a Suiza. Primero a Zurich -celebraba su 700 aniversario-, y después al Festival de Locarno. También gracias al Azar y a Victor Buttari y Lizzette Vila, Vice y Presidenta, respectivamente, de la Sección de Radio, Cine y Televisión de la UNEAC, oficina en la que había estado apenas 3 o 4 días antes y ella y él me dijeron: "...¿Quieres ir a Suiza? ...tenemos invitación y no encontramos a nadie que pueda ir ...pero decide rápido porque eso es ya ...". Acepté, tras debatirme entre sí ir o no pues mi hija mayor estaba sola en la casa con su madre, que todavía no estaba restablecida totalmente de las operaciones del tumor que le practicaron más de un año antes. Y mi madre, que la ayudaba, aún estaba en Miami y no sabíamos si se quedaría allá o volvería. Llamé a Lida por teléfono y le consulté: "... Papá, ve y tómate un descanso...te lo mereces...”

image Marianne Pletscher y yo en algún lugar de los Alpes suizos.

Agosto 1991

Marianne Pletscher -realizadora de la TV Suiza-, me recogió en el aeropuerto y mientras conducía su auto hasta su casa en Zurich, me preguntó si conocía la Historia de la primera mujer médico en Cuba, tema en que yo después invertiría casi tres años de investigación y, a cuatro manos con el escritor cubano de novelas policiacas -además traductor de varias lenguas, entre ellas ruso-, hiciera el guión para filme de ficción que presentamos a concurso en el Festival del Nuevo Cine de La Habana. Le respondí: "...No..."

 

En el primer cantón suizo que estuvimos, nos atendieron a Mayra Vilasis y a mi -éramos la delegación cubana al evento de Locarno-, René y Susana Leichleiter, que eran parte de un grupo de solidaridad con Cuba. Él arquitecto y descendiente de familia con pedigrí revolucionario, nos enseñaron "su Zurich" y entre sus lugares memorables, la casa donde vivió Ilich Lenin, antes de partir en el tren blindado que lo llevó al país donde dirigió "su Revolución de Octubre". Ella, Susanne, usaba todo su tiempo a "coordinar ayudas sociales y atender la logística de la casa donde vivían. En ella me alojé yo". Por supuesto que lo que más nos llamó la atención de la ciudad, fueron el impecable orden y limpieza y el fino y elegante diseño de escaparates y tiendas con muchas mercancías que algunas, para nuestro adusto y vicario sentido de la vida aprendido en Cuba, no tenían mucho sentido, pero nos resultaban atrayentes. Nos confortó ver con nuestros propios ojos, lugares sagrados de culto artístico, como el Cabaret Voltaire, donde el rumano Tristan Tzara -entre otros "geniales"-, se convirtió en figura emblemática del movimiento Dada -caracterizado por su rebelión en contra de las convenciones literarias y artísticas y, especialmente, por burlarse del artista burgués y de su arte-.

 

image Placa Conmemorativa del nacimiento Dada

en Café Voltaire

image Mayra y yo aguantando la pared del Café Voltaire.

image  Escaparates de tienda en Zúrich

image René Leichleiter y yo en el cuarto biblioteca de su casa, donde dormí.

Agosto 1991

Pero lo que me fascino de Suiza, fue conocer a Isa Hesse Ravinovicht, realizadora -nacida en Austria y nuera del escritor alemán Hermann Hesse-. Ella nos acogió en su casa de campo en el Ticino. Allí recibimos una llamada telefónica de la televisión local que nos permitió publicitar el ingenio de los cubanos. Mayra no quiso hablar, supongo por temor a no entender la lengua en que le hablarían, aunque dominaba el inglés perfectamente. Y me dijo: " ... habla tú ..." : Oí una voz de mujer hablando un español italianado que preguntó : "Halo ...¿Son ustedes disidentes?" Voz de hombre -la mía- en español alto y claro y casi riendo: "No ...somos "insistentes"? (Carcajada de ella desde el otro lado del teléfono). Media hora después estábamos frente a sus cámaras respondiendo a las mismas preguntas de siempre sin poder decir nada que fuera "políticamente incorrecto", pero no para un Partido u otro de los que discuten sobre qué es lo mejor o peor, sino para no salirnos de un guión de tiempos al que hay que ajustar las respuestas para que sea posible emitirlas en "los medios". Nada de matices. Solo ideas simples y sintéticas. Fue divertido. Nos dio masaje al ego.

 

El balance de este viaje fue muy productivo, al menos para mí (ignoro si para Mayda también, pero ella no podrá decírmelo ya pues murió hace 10 años, aunque queda en mi lo que ella me enseñó sobre lo que es ser honesto y sincero, aún cuando estés equivocada). Acordé con Isa hacernos un "retrato recíproco" que se reflejara en un solo espejo: Retrato de Isa -Isa en turco significa Dios-, obtuvo Mención Especial de Ficción en el Festival Internacional d'Art en Paris 3 años después -1994-, y fue elegido Mejor Obra Experimental en el Festival Nacional de Video en Cuba al siguiente -1995-.

Pero el mayor provecho que me supuso aquel "descanso", fue el de encontrar nuevos amigos que volvería a encontrar con frecuencia, en Cuba y en Europa, entre los cuales sumo a Fausta Berlusconi, que me hizo conocer, después, la enorme riqueza cultural y material acumulado en torno al lago Como -fronterizo con Italia-, y el peculiar sentido que dan a la vida en aquel lugar, una de las claves para conocer el tesoro de humanismo que guarda Europa, aunque a veces lo que llegue a quienes residen en otras partes del mundo desde ese viejo continente sea lo que no lo es. ¡Ah, Giuseppe Lo Bartolo, tuvo la gentileza de visitarnos en Locarno! Él nació en Sicilia.

image Casa de Isa en el Ticino.

image Isa, yo, la periodista que nos entrevisto y Mayra

image

Suzanne Leichleiter, yo y Fausta Berlusconi en Locarno.

image Giuseppe Lo Bartolo.

image

Mayra y yo en Cine del Festival.

El lunes 20 de agosto estaba de nuevo en La Perla de las Antillas. Con los 300 dólares que ahorre de dietas y otros emolumentos, compré, entre otras cosas, una video casetera Betamáx -equipo de valor incalculable en la Cuba de entonces y supongo que todavía, pero en segundo lugar pues a los reproductores de imágenes los ha destronado el ordenador-. En ella vimos -mi compañera estaba presente-, la imagen de la primera película porno que conocimos. Fueron solo unos segundos y apenas pudimos apreciar el pene erecto -la cultura popular cubana le llama "pinga"-, que nos mostró el fragmento que le sirvió a Irene López Kuchilán para saber qué contenía aquel cassete pues ella lo tenía en su casa pero no sabía que contenía. Por ello nos pidió el favor de que la dejáramos revisarlo en nuestra máquina. Ella no tenía. Entre los pequeños regalos que traje para la familia, recuerdo el par de tenis para Lida.

 

IV Congreso del Partido Comunista cubano.

image

image Fidel Castro Ruz y Esteban Lazo Hernández durante una sesión del IV Congreso. Octubre 1991

El discurso de Eusebio Leal y el PPG.

Entre el 10 y el 14 de octubre, seguí algunas sesiones del Congreso por televisión -se celebró en Santiago de Cuba-. Me interesaba ver cómo resolvería el conclave "marxista-leninista" -ateo por su naturaleza-, el tema "entrada al Partido de creyentes". Para mí (no por las mismas razones que preocupaban a los/las que debían ocultar a sus ídolos o fuerzas espirituales que les amparaban), era tema capital. No solo para entender a la Revolución Cubana y "sus creencias" si no para identificar las tangencias de la estructura de poder que ella había creado para gobernar el país, con el modelo más antiguo de "Partido" que yo conocía: la Iglesia Católica. Sobre esta semejanza, en la que mi mente fundía propósitos religiosos con funciones políticas, había pensado mucho y reflexionado con Tato Quiñones y otros, durante el tiempo que dedicamos a intentar crear lo que queríamos llamar "Fundación Cuba", idea abortada tras respuesta que nos dio Luis Felipe Carneado -responsable de Asuntos Religiosos del PCC cuando nos reunimos con él para trasladarle nuestro interés (ver post anterior "La Crisis).

 

Prácticamente, “la contradicción creer/no creer”, quedó resuelta cuando Eusebio Leal pidió “la palabra” y fabricó la mejor pieza oratoria que se escuchó en aquel evento -incluidas las de Fidel-. Leal, tras citar numerosos ejemplos de figuras destacadas de la historia de Cuba -todas creyentes y revolucionarias-, que fueron ejemplos de virtudes humanas, tolerancia y claridad (desde tiempos en que nacidos en Cuba se propusieron ser “independientes de la metrópoli española”, hasta el presente donde podía encontrarse entre el pueblo llano y anónimo a una Cayita Araujo, anciana de valores enormes nacidos de su Dios -intangible, pero siempre presente y a la que Fidel envió el carnet del Partido diciéndole: “crea en lo que usted quiera, pero usted es una comunista”), los resumió a todos y todas en “Usted, Comandante en Jefe”. Recuerdo que el casi final enfático y directamente dirigido a la persona del Secretario General del Partido -sentado arriba al centro de la mesa extendida sobre el escenario, donde apuntaba el dedo mágico de la mano de Eusebio parado en medio de la masa de delegados sentados en la platea-, dejó tan desconcertado al ego de Fidel que su rostro -las cámaras de TV lo mostraron- quedó paralizado de asombro por unos segundos. Hasta que una ovación crecida de aplausos lo compulsó a sumar el suyo al del coro de la militancia. Yo, desde mi sillón playero -rojo- en la sala de casa, pensé: ¡La “partiste” Eusebio! -estaba admirado ante la magistral retórica bíblica del Historiador de la Ciudad de la Habana, cuyo apellido materno es Spengler-. Mucho de oratoria debió haber aprendido en los sermones que escuchó a su paso por los templos donde ofició como monaguillo. Y concluyó: “nos hace falta un poco de cultura, profundizar en nuestra cultura porque hay valores en ella que hay que saberlos y conocerlos bien”, recordando que si La Revolución había luchado contra “la inquisición y el sectarismo”, en nombre de un partido moderno y de hombres de libertad, no podía negarle a los cubanos que lucharon por ella y mantenido su fe, la entrada al Partido.

 

Fidel, que ya había sido interrogado sobre el tema en varias ocasiones anteriores y había dado, extensamente, sus opiniones sobre los vínculos entre “Religión y Revolución” en el libro de Fray Beto publicado en 1985, y también abordado el asunto en la larga entrevista que le hizo Gianni Mina, aparecida en 1987, dejo claro que no había razones para no aceptar a los creyentes en las filas de lo que yo percibía, difusamente por entonces, como feto de nueva religión que, aunque erigida sobre el dogma del “ateísmo”, subordinaba este a lo más importante: El Poder que concedemos a en quién creemos.

 

La segunda cuestión que quedó en mi mente de aquel congreso, puede parecer más banal y carente de importancia con relación a “lo importantísimo” del tema anterior, pero lo que sucedería en los 20 años siguientes - hoy problemática de escala mundial-, me ha confirmado que no estaba errado. Homofobia, Machismo, Patriarcado -distribución no equitativa de “derechos entre él y ella”-, Violencia de Género y lucha por hacer “legales” a los salidos del “escaparate” –asuntos todos relacionados con la “Sexualidad-, justifican lo que pensé entonces cuando El Comandante dio la “noticia”: la biotecnología cubana había desarrollado un producto llamado PPG que servía para reducir los niveles de colesterol y era un estimulante energético del organismo humano que, además, dicen sirve también para “mejorar” el vigor de los hombres. Fidel dio este último dato en medio de una sonrisa pícara y cómplice que todos los delegados al IV Congreso presentes secundaron con su satisfacción interior de machos caribeños -¡no puedo imaginar qué habrán pensado las mujeres allí presentes entonces!, ¿les gustaría la noticia o alguna que otra habrá pensado en cómo podría mejorarse el mismo aspecto de la salud en ellas?-.

 

El Partido Comunista (PCC) se abrió a los creyentes en 1991 y la Constitución se modificó para dejar sin efecto la discriminación por credo, con lo cual el Parlamento pudo aceptar como diputados a representantes de otras religiones. Pero la Iglesia Católica se mantuvo distante del proceso en aquella época.

 

En este último trimestre del año, no sé si estimulado por ese "cambio", sospechando lo mismo que yo sobre el "medicamento mágico" (su prospecto actual dice: "En los pacientes tratados con PPG se producen cambios favorables de su actividad física y sexual. En este sentido, investigaciones preclínicas revelaron que la administración de PPG a ratas machos produjo un incremento del número de montas y erecciones peneanas".), o por otras razones, mi yerno Alfredo Batista, fue situado para cumplir su "trabajo social" -pago pospuesto de la carrera universitaria que había recibido "gratuitamente"-, en el Centro de Estudios Martianos, dirigido entonces por un ex-presidente de ICRT. Allí, donde sus conocimiento del inglés, sería útil para el estudio de de la parte de la obra de José Martí escrita en esa lengua, él propuso hacer una investigación sobre la relación del pensamiento martiano con las ideas alrededor de "la mujer y el feminismo" para comprobar cuánto de patriarcado y perspectiva de género había en la obra del El Apóstol. Y, por supuesto, los que dirigían el centro le contestaron de que no era un tema prioritario, ni pertinente. Cuando me lo contó, me di cuenta que continuábamos por "el camino incorrecto".

 

Y llegó diciembre con, para mí, el suceso más importante del año: Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Y de las películas que atrajeron más público y generaron más discusiones, la exhibición el lunes 9 de Alicia en el pueblo de las maravillas (un mes después de su estreno en los cines de la capital y de ser retirada a los 3 días de la cartelera), fue la primera. Y el exorcismo del “mal que portaba la película) fue completado con rueda de prensa que dio Daniel Díaz Torres -al día siguiente-, acompañado de su jefe Alfredo Guevara -Presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico y miembro del Comité Central del Partido, orador carismático y convincente, como su semejante Eusebio Leal, pero de estilo más críptico y profético, aunque interesante-, donde se zanjó y enterró toda la polémica alrededor del filme tras afirmarse que la Revolución podía permitir "eventualmente" la exhibición de "obras no revolucionarias", pero se reservaba el derecho de no admitir obras "contrarrevolucionarias pues sería como exigirnos que nos suicidemos, y eso no lo vamos a hacer", aclaro Guevara. Como sucedía siempre, las palabras gobernaban.

 

Aquel diciembre conocí a otros dos suizos en el Festival, Franciska Reck y Marco Bischof Ella productora de cine y él profesional de la imagen precedido por la fama del padre, notable fotógrafo de la Agencia Magnus (traía el último modelo de mini cámaras para filmar y yo no podía creer que cupiera completa en una de sus manos), estaban interesados en conocer y conversar con Santiago Álvarez. Les introduje en el santuario del Noticiero ICAIC y les puse en contacto con el legendario documentalista. En agradecimiento, nos invitaron a tomar un refrigerio en el último piso del Hotel Capri, al que asistí con mi compañera Luz Elaine Santos Espinosa -obtuvo este año su diplomatura en Edición y Montaje en la Escuela Nacional de Cine y Televisión-, y nuestra hija Laura, que tres meses antes de cumplir sus 9 años, pudo abrir su primera latica de coca-cola y escuchar el "crachhh" que, tras levantar el tirador de la tapa, dejaba escapar el refrescante sonido del gas aprisionado dentro de ella.

image

(De izquierda a derecha) Sentadas de espalda a la cámara Marianne Pletscher y Franciska Reck. Detrás de la mesa, Santiago Álvarez y Lázara Herrera, su esposa. Yo de pie a la derecha. El hombre de espaldas al centro, no recuerdo quién es. La foto fue tomada por Marco Bischof, supongo.

image

Yo y Luz Elaine Santos Espinosa –mi compañera- en el último piso del Hotel Capri de La Habana. Laura, nuestra hija, hizo la foto.

31 diciembre 1991

Sueño Tropical

Es el título de la serie de televisión -pasó por la pequeña pantalla este año-, que dirigió Miguel Torres –también emigrante del cine a "nuevas tecnologías"-, sobre guión escrito por Rubén Geller. Gustó muchísimo a la tele audiencia cubana. La sinopsis de la obra, resume lo que yo suponía -sin percatarme aún de cuál sería su verdadera dimensión en el siguiente siglo-, se estaba incubando en La Isla donde yo vivía como si estuviera en un día después.

 

Hermes, machista clásico, y Nora, la tradicional ama de casa, están casados. Después de una fiesta Hermes, borracho, maltrata a la esposa y se queda dormido. Sueña que los papeles se invierten: él se convierte en «ama de casa»; la esposa asume el rol masculino.

 

Faltaban aún más de tres lustros para que el Cenesex (Centro Nacional de Educación Sexual que dirige la sexóloga y miembro del PCC Mariela Castro-, comenzara a lanzar sus campañas nacionales anuales contra La Homofobia. Y aún la de este año 2012, no alcanza a lograr que el “poder político” en Cuba entienda la verdadera dimensión del problema.

 

LB

Si desea ver imágenes de Los dioses del futuro, vaya a:

https://picasaweb.google.com/114173004455595824553/LOSDIOSES#

viernes, 25 de marzo de 2011

LA CRISIS

                         ESCRITO EN UNA HOJA SUELTA

                         Poema del gas de la calle.

 

            Con cuáles palabras podré llegar a ustedes,

            sin temer la muerte del mensaje.

            Cómo envolveré de letras y sonidos

            este instante, para que vosotros lo conozcan.

 

           Podré despejar de toda felicidad que merodea

           este sentimiento fatal que me acompaña,

           para entregarles mi cobardía ignominiosa

           de una tarde de junio, mientras instalaban

           el gas subrepticiamente, ajeno a autoridades

           y con mil ojos de vecino observando.

          ¿A qué temo?

                   A la multa de dinero, indolora y ridícula.

                   A la consecuencia social de esta felonía.

                   A la pérdida irremediable del dinero.

          Tengo la vaga certeza de que a nada temo.

          Junio 1990

 

A pesar de las dudas que sembró en todos 1989 según estimé, insistí ante mi en continuar siendo el mismo. Pero no di a mi actitud personal la misma significación de cuando en su discurso del 7 de diciembre de ese año, Fidel anunció la que tendría "nuestro pueblo" ante la desaparición del Campo Socialista, mensaje cuya moraleja -como otros suyos ante aquella coyuntura-, era idéntica a la de un conocido refrán popular: "caballo viejo, ande o no ande". De las crisis a las que me enfrentaba entonces -personal, familiar, social, política, económica, etc. ...-, la más molesta era -es- la de no poder deshacerme de "las etiquetas", tanto de las que me clasifican como de las que no podía -ni puedo aún- evitar usar para comunicarme con los demás, ni poder demostrar que ellas eran -y son- parte de las causas de que no fuese/mos capaz/ces de "entender/nos" y "encontrar/les" solución/es útile/s y productiva/s para Gobernar/me/nos/les/las cuando intentamos pensar para "resolver el problema". Este conflicto, en el cual es fácil reconocer la pizca de esquizofrenia y paranoia "normales" -no patológicas-, que hay en todo ser humano, lo atribuía al cómo usamos las palabras -hoy me parece más bien a como ellas nos usan- para comunicarnos, organizarnos y cooperar o enfrentarnos, con el fin de alcanzar "los buenos propósitos" por los que, todos, anunciamos luchar (¡no conozco a nadie que reconozca lo que defiende como "algo malo" -ni siquiera en parte-, y menos que se considere a si mismo como "agente del mal" -sea él, o ella-; todos actuamos para hacer "algo bueno"!). Y me incomodaba darme cuenta de cómo "el Yo" y "el Nosotros" -usado sin tener en cuenta el carácter "sensorial particular" del primero y "estadístico común" del segundo-, alimentaba un "Juego de Confusiones" -no deseado, pero inevitable-, que obedecía a paradigmas y reglas establecidas no para conocer y aprender qué es "lo real" sino de sustituirlo con "lo imaginado", sin previamente distinguir uno de lo otro. Es decir, no intentar entender y aceptar qué es "lo posible" sino elegir -casi siempre-, hacer "lo imposible". Y esto me hacía "creer" -¡verbo conflictivo!-, que aún "pensábamos" bajo la influencia de aquel tiempo de batallas de las ideas cuando Tomás Moro -canonizado por la iglesia católica después-, fue decapitado por orden de un rey inglés del siglo XVI al negarse a prestar juramento antipapista para respaldar a la Iglesia Anglicana que, independizada de Roma y gracias a "un parlamento" aceptado por el Rey, daba a su majestad el Poder Absoluto. Probablemente, fue Moro quien -en este Occidente Cristiano-, hizo popular la idea de que se puede crear "otra sociedad" donde "lo imposible es posible", cuando escribió su libro más conocido en la cual relata cómo organizar la "república ideal". Su título original en latín es Dē optimō reī pūblicae statű dēque novā īnsulā Ūtopiā (Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía). Pero ignoro porqué Tomás obvió explicar de dónde tomó la palabra más polémica del título de la obra y qué significaba tal nombre propio. Estudiosos de su obra la asocian a 2 orígenes posibles, ambos de la lengua y cultura griega: "Oτοπία" o "Euτοπία", palabras etimologicamente compuestas de dos partes: el prefijo ο o eu -que significan "no" y "bueno" respectivamente-, y el término "topos" -τόπος-, lugar. Lo cual supone dos posibilidades: "lugar bueno" o "lugar que no existe".

LIBRO Ilustración de la primera edición del libro en 1516

(tomada de Wikipedia)

 

En aquel año -1990-, en más de una ocasión, encontré libros - manuales de filosofía, economía, política y hasta novelas y otras obras de ficción- en los contenedores atestados de basura donde depositaba la de mi casa. No solo vi allí a autores como Carlos Marx, Federico Engels, Lenin y otros clásicos de izquierda, sino también textos, menos extensos, de pensadores de derecha y sabios de la Antigüedad y el Renacimiento. Y gracias a esas purgas de lo inútil en otros hogares, mejoré mi biblioteca personal y logré consumar "obras completas" de ..., incluida la de José Martí. Fue una de las maneras en que me aferré a El Conocimiento para superar La Crisis: no dejarme influir por la ignorancia de otros.

 

Tras desaparecer el Campo Socialista, la doble moral -expresar una idea de cómo se entiende y/o actúa ante algo y hacerlo en forma contraria a ella-, comenzó a crecer en Cuba con tal magnitud que, aceptada por la mayoría, fue convirtiéndose en algo más normal de lo que era antes. Pensé entonces que si tantos la usaban con tal naturalidad y tranquilidad, no podía ser algo tan deshonroso como se le definía en "la moral revolucionaria oficial". Yo, lo primero que hice, fue hacer las paces con ella y dejé de perseguirla y acusarla en mi conciencia de "mala", o como algo contrario a "mis principios". Era naturalmente lógico que en lugar donde "lo imposible" había sustituido a "lo posible", lo oportuno fuese que dijéramos una cosa y, en la práctica, hiciéramos otra. Fue como si hubiésemos descubierto una "Ley de Compensación" para las "nuevas condiciones que nos ofrecía la realidad". 15 años más tarde, cuando conocí lo suficiente -de manera directa- de cómo funcionaba ese tipo de moral en la cotidianidad de otros países no socialistas, confirmé que "la doble" no era atributo de la cultura cubana solamente -¡ni tampoco del Socialismo!-, sino algo inherente al modo en que se produce y distribuye la riqueza actualmente por nuestra especie, que no ha conseguido deshacerse totalmente aún para sobrevivir de lo que hay en nosotros de animal astuto y estúpido. De aquí, quizá, el apotegma: "Homo homini lupus" -en español : el hombre es un lobo para el hombre-.

 

Residir en la intersección de Avenida 26 y calle 25 en el barrio Vedado de La Habana, desde donde veía pasar con frecuencia los Mercedes Benz que desplazaban a la primera figura del gobierno -nadie sabía en cual de los 3 iba Él, o su doble, según imaginaban algunos-, y a menos de 400 metros de donde tenían residencia oficial el Ministro de las Fuerzas Armadas y la madre de sus hijos -Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas- ambos hermano y cuñada, respectivamente, de ÉL, en algo debe haber influido en que entendiera las cosas de la vida económica, social y política en la forma en que las he expresado antes. En esa geografía de mi entorno inmediato, también podía pasear, a menos de 300 metros, por la mayor necrópolis de América, el Cementerio de Colón -evidencia del "gran culto a sus muertos" que profesa ese país, al igual que cualquier otro, pero con la diferencia de que ha invertido un poco más en honrarlos, como sucede en las naciones con alta estima de si mismas-. Y por otro -a 200-, El Chino -muchísimo más pequeño y menos ostentoso, además de más "modesto" (adjetivo con el cual, convertido en nombre y sumado al primero fue bautizado el mandatario que hoy -21 años después- "dirige el país": Raúl Modesto), íntimo y acogedor.

 

Y comenzó el "Período Especial en Tiempos de Paz", Nuevo Argumento Testamento para continuar La Calurosa Guerra que había librado La Isla durante las últimas tres décadas de La Fría que, según analistas políticos del mundo, había terminado el año anterior. Era el momento de Cambio Climático en La Política y en su expresión concentrada: La Economía.

 

ESCRITO A MÁQUINA EN DOS HOJAS DE PAPEL

5/julio/1990

Siempre escribía así, agobiado por los miedos, acorralado por la sensación de que las palabras, llenas de sinuosidades y cantos reveladores, denunciaran las corrientes oscuras de pasiones e ideas que le habitaban. Esto era lo paradójico, pues cuando se le oía hablar, se tenía de inmediato la idea de que su ocupación principal se alimentaba de una obsesión por la claridad y limpieza del discurso. Una vez pensó, así era de infiel la vanidad que palpitaba en su interior, pensó en su incapacidad para darle forma, con palabras, al modelo de percepciones en que le hundía su paso por la vida, como ahora, en este día en el cual un escritor con mínimas artimañas del oficio, hubiera tejido una trama pasmosa de las contradicciones que atravesaban al país a cada hora. Pero para acorralar con sinceridad aquellos hechos, tal y como él los venía viviendo, debatido entre la retórica que envolvía todas las discusiones y dejando en cada una de sus aseveraciones el rastro de lo insólito y complicado que se presentaba el problema que debíamos resolver ( todo eso del proceso de rectificación y las asambleas de discusión sobre la plataforma de discusión del Congreso del Partido) ... tenía que mirar sobre si mismo y discriminar lo tonto y superficial, de lo inteligente y profundo. Pero cuando intentaba vestir el propio proceso de su existencia con este ropaje de artefactos para comprender, se le quedaba fuera el yo oscuro y caótico que le condenaba a una ubicuidad existencial más allá de todo acto de sinceridad humana. Pensó que la frontera que le separaba de cometer actos de imprudencia -de cualquier tipo-, era tan delgada y frágil que no era posible comprender cómo aquella tarde, mientras colaba el café y conversaba, pudo contener los impulsos de confesarse toda la verdad que la situación proponía. En el aire estaba todo el peligro que los cuerpos, astutos y ansiosos, fuera de los marcos de contención, insinuaban en sus gestos. ¿Por qué tenía que comportarse así el alma humana? ¿Por qué no será armónico ese universo civilizado que hemos creado en medio de la naturaleza con ritos y normas que nos parecen -al menos así se les defiende- los que nos permiten convivir del mejor modo posible? Ella, probablemente, palabra con la que excusaba su falta de fe en lo que veía pero no era confirmado por las palabras, esas obstinadas palabras que eran el único puente con la verdad que palpitaba en lo más recóndito de todo ser humano, casi seguro, pensaba lo mismo, ansiaba las mismas cosas, le arrebataba ardientemente ese contacto íntimo de los cuerpos y la necesidad de experimentar otros modos del entendimiento humano de las caricias y las formas de los objetos de placer que suben por los dedos al palpar vellosidades y texturas no agotadas ya en la memoria cotidiana, para la cual todo lo repetido era un fastidio. Esa monotonía, ese transcurrir por la misma senda que ya se ha cruzado mil veces, se le revelaba la energía invisible que hacia de los instintos títeres un movimiento compulsado por manos desconocidas. No podía dejar de pensar que todo aquello tenía relación con los actos de catarsis que contempló en las asambleas y con las confesiones susurrantes que había escuchado durante el tiempo transcurrido desde su llegada de Angola. "Estamos tocando fondo ..." "... Esto no da más ... ", "... Hasta cuándo seguiremos así ...", "... ¿Qué va a pasar? ...", ecos todos de una inconformidad que no sabía establecer hacia dónde quería mover los acontecimientos. Era todo como una trampa de competencia, con el anhelo de alcanzar una cima cuya pendiente resbala continuamente devolviendo las intenciones a la arrancada (esto se parecía tanto a lo que experimentaba cuando colaba el café). Y sin embargo había algo de bueno en él, quedaba todavía una pizca de energía que le permitía velar por esa parte de lo establecido que merece salvarse. Mentira, mentí (se interrumpe el texto)

EQUIPO DEL NOTICIERO 2 Compañeros de trabajo del Noticiero ICAIC Latinoamericano

 

Durante el primer semestre de este año, realicé 9 Noticieros ICAIC y 2 "revistas" (estas, fueron intento de dar "continuidad" a lo que ya había muerto por asfixia económica: la película virgen para imprimir copias de distribución en los cines dejó de llegar de la República Democrática Alemana). Entre esas ediciones que realicé, están la 1477 (dedicada a El Papel -¿qué pasaría si se acabara?-); la 1480 (¿Qué es El Dinero?, ¿Cuál es el origen de "la moneda" y cómo llegó a Cuba?); la 1483 (¿Qué es La Fe? ... según la describen los cubanos -entre otros, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, entonces Secretario General de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, cuya opinión contrasta mucho con la del veterano sepulturero negro de la Necrópolis de Colón a quien también pregunté-); el 1486 (¿Qué es El Sincretismo? ... didáctico sobre lo que antropólogos y etnólogos llaman "transculturación" y la cultura popular tradicional de La Isla "adelantar"). Y para que los espectadores no lo olvidaran, les recordé porqué se celebraba el Día del Trabajador en lro. De Mayo, tema central del penúltimo Noticiero ICAIC -el 1489-, "el último y más original de los noticieros cinematográficos de América Latina", como se define al conjunto de esa obra actualmente. También dirigí la última edición -la 1490-, estrenada el 19 de julio (Alfredo Guevara -en ese momento presidente del ICAIC- había hecho la primera 30 años antes). Trataba de "asuntos culturales" y la ilustramos con eventos y personajes de la vida en la zona oriental del país. En este noticiero aparece el escultor Ángel Iñigo, guajiro que para asombro de todos había creado, solo y a hachazos, su Zoológico de Piedra sobre las rocas escondidas de un bosque exuberante. Y revelamos al delirante, ¿artesano o artista?, Ramón Moya, que explicaba -con imágenes- porqué en la palma cubana -invertida mostrando sus raíces -, se podía apreciar el rostro singular de la identidad nacional. Paseamos Guantánamo, Caimanera, Yateras y Santiago, registrando un paisaje de talentos insólitos e ideales estéticos caribeños de quienes se sentían parte de aquellas tierras y deseaban transformar su naturaleza en Arte, aunque fuese, incluso, para vender. Como sabía que estos serían los 10 minutos finales de vida de la obra principal del realizador Santiago Álvarez y de otra docena de ellos (además de otros muchos "creadores" -camarógrafos, iluminadores, sonidistas, editores, productores, choferes, oficinistas y auxiliares-), decidí que la imagen final fuese la de él, pero actuando como personaje de la mía. Y pedí al camarógrafo Dervis Pastor, que también estuvo entre quienes hicieron "el primer noticiero", que filmara la imagen de "El Viejo" bailando, en medio de la fiesta, un sabroso son con su esposa, Lázara Herrera que, además de sobrepasarle un palmo en altura, complementaba su belleza negra con el cabello blanco de este cineasta especial, con el que me entendía mejor que con cualquier otro de los "directores del Cine Cubano". Aunque poco, o nada, pudiera hacer él por ayudarme a expresar mis "ideales estéticos" de entonces.

2- 1990 JUNIO

 zoologico-de-piedra

1- 5-9 junio 1990 - guantanamo caimanera blogEl Viejo y yo en Caimanera, Bahía  de Guantánamo. 8 de junio 1990.

 

ESCRITO A MANO EN HOJAS DE BLOC RAYADAS

9 /julio/90

1- La actividad de producción cinematográfica es subvencionada por el Estado.

2- ¿En qué %?

3- ¿Existe un control sobre ese %?

4- ¿Cómo mide su eficiencia el mecanismo de producción?

5- ¿Cómo mide su valor un filme?

6- valor cultural, valor político, valor comercial.

7- Tiene la Empresa su plantilla inflada o, visto de otra manera, ¿la contracción de la producción no incrementa el personal excedente?

8- El problema de las promociones. ¿Puede haber desarrollo sin incremento de la producción de valores?

(El poder en las Empresas)

- El problema del control de la gestión administrativa desde arriba y desde abajo.

a) La época de las asambleas de producción y rendición de cuentas a los trabajadores.

b) Papel del Sindicato.

- Falta de control (conduce a) consolidación de las mafias    administrativas.

- Reducción de Producción (conduce a) sociolismo.

- Falta de unidad entre los intereses de los trabajadores y la admon. (el caso del edificio del parqueo)

- La moral y la disciplina en los centros de trabajo.

(relación con las necesidades personales, pero también resquebrajamiento del control administrativo: el Jefe conciente al trabajador y el trabajador conciente al Jefe, último

nivel de la cooperación ilegal)

- La lucha contra el burocratismo de arriba y la lucha contra el burocratismo de al lado.

¿Es posible mantener una ética de la producción sin productividad? ¡No!

¿Es posible seguir pagando interrupto ininterrumpidamente? ¡No!

- La inflación:

Somos a la vez víctimas y victimarios, por cobrar y permitir que se nos pague sin

resultados

¿Qué hacer?

Esperar soluciones de arriba o proponer soluciones desde abajo.

- Cuatro garantías del sistema (trabajo, educación, salud y jubilación)

No hablar claro es engañar a los hombres sobre lo que pasará.

Curarnos en salud antes que la enfermedad nos condene.

Las Reglas del Juego y su justicia.

Mis "ideales estéticos", supongo que como los de todos los que se dedican a las Artes y Literaturas, nacieron de la inclinación natural humana por la "creación de imágenes y la seducción con las palabras" y, en particular, por "una forma singular de ellas" -¡las que mejor correspondían a deseos de mis necesidades y expectativas particulares!-. Pero a aquellas alturas de mi oficio de cineasta, sabía que no podía expresarme concretamente en una obra -audiovisual o escrita- sin entender y mostrar solamente "una parte de la realidad" dentro de la que existimos. Es decir, elegir "un tema", optar por "un asunto" y reducirlo a "un argumento". Y aún cuando mis proposiciones cumplían esas normas básicas de la "técnica dramática" (aceptadas "universalmente" como significantes diferentes de lo narrado y evocado en La Obra, lo cual abarca desde La Emoción básica hasta la urdimbre lógica donde opera La Razón -extremos del cómo sentimos, interpretamos y pensamos cualquier información que alcanza nuestros sentidos-), encontraba siempre, por parte de la autoridad que debía "aprobar" mis propuestas "estéticas", una resistencia, inexplicable, a aceptarlas tal y como yo deseaba expresar "mi arte". Y claro, esa "resistencia" era -y aún es, allá- "el fantasma ideológico" al que los funcionarios de la estructura del poder temían y temen (a esas alturas de mi "carrera de cineasta", ya no los veía como "malas personas", o "represores", sino como "alguienes" que solamente querían sobrevivir y habían perdido el gusto por el placer que proporcionan "los riesgos"). Entender "esa circunstancia", me ayudaba a comprender porqué no me habían dado respuesta sobre el guión "Diosdado y la ameba" que había presentado a la Dirección de Programación Artística del ICAIC desde el año anterior. Entender no solucionaba mi problema, pero me ahorraba imaginar tonterías y estupideces de "vanidades y envidias latentes" y me permitía concentrarme en lo más importante: producir y crear, aunque lo que pudiera hacer no fuese lo que anhelaban mis ideales estéticos sino lo que me permitiría comer. Y tampoco fuese "Cine" sino "Vídeo" -ese hermano bastardo más joven de "su majestad de las artes y la Política", que una década más tarde la destronaría gracias a los avances de La Tecnología-.

 

ESCRITO A MÁQUINA EN DOS HOJAS

17/agosto/1990

Había descubierto una forma para penetrar en cada resquicio de sus pensamientos y observar, en silencio y a solas, las sutiles cadenas de asociaciones que se movían en la selva oscura -cuando ella hablaba- de las corrientes íntimas e inalcanzables de sus deseos latentes e inconfesados. Era como sí, tras la transparencia de sus palabras, pudiera ver cada hueso de su cuerpo, cada fibra de músculo y el descanso de las vísceras en su acomodo perfecto bajo la piel seductora; era todo esto a la vez, la implacable sensación de percibir todo en los diferentes planos de un espacio que no existía pues cada certeza dejaba paso a la significación sucedánea.

A veces se preguntaba si todo aquello no era más que fantasía y esta misma sensación le corroboraba la justeza de sus intuiciones. Claro que era una irrealidad fabricada por su imaginación, pero eso no era más que la piel de su propia invención. No podían ser tantas e innumerables las coincidencias que concebía en su mente, ni pistas falsas ese gemido que alcanzaban las miradas cuando coincidían ... c o i n c i d í a n ... esa era una palabra que arrojaba resultados, evidentes, de lo que pensaba; era como si cada palabra pronunciada sirviera a sus fines exteriores, a su máscara funcional para corresponder a las exigencias de un diálogo razonado y sincero; pero además, había otro discurso detrás, un universo donde esas mismas palabras se organizaban sobre el desplazamiento de sus significados y recobraban el verdadero flujo de las vivencias del yo inescrutable. Era esa sensación la que le acompañaba cuando conversaban, un decirse sin corroborar, un duelo de las expectativas que ampliaba el aliento y lo dejaba en suspenso, como acechando, tenso y vivo., disfrutando de su pluralidad de opciones que se agrupaban entre la sospecha y el delito.

Todo esto significaba vivir de dos maneras, simultáneas y excluyentes: una era sensata y ordenada, dócil y tranquila, sosegada como los menesteres de la propia vida; la otra, intensa y especulativa, insana y alarmante, despreciadora de toda ley lógica y moralizante, pero que imponía su propia irracionalidad y deseos, pecaminosos y viscerales, buscando una fantasía erótica sin contención normativa ni preceptos de salud mental; era como la cavidad del silencio cuando renuncia a si mismo y decide gritarse lo que jamás puede ser oído ...

Sobre este misterio indescifrable, convivía continuamente el río de sus cavilaciones, esperando que alguna vez, si no es que estaba engañado y todo eso ya había sucedido, volviera a cobrar vida lo que ya sus fantasías delictivas habían hecho realidad por medios y caminos que sólo sus ojos conocían antes de enceguecer.

El 3 de julio, al comienzo de sus vacaciones, estalló "el problema de Haydee" -bibliotecaria y madre de mi hija mayor-. La primera forma en que se manifestó su enfermedad, parecía comedia y no imaginamos el drama que sobrevendría: ese día, con toda naturalidad, comenzó a cocinar una tortilla de aspirinas para calmar su hambre y el dolor de cabeza que le acosaba desde hacía meses. Las consultas médicas para saber qué le pasaba demoraron varias semanas de pruebas, radiografías y contactos con amigos para que la examinaran en el mejor lugar posible (resultó ser el Hospital Naval donde atendían a militares y sus familiares, preferentemente)

 

ESCRITO A MAQUINA EN DOS HOJAS

12/septiembre/90

Será cierto que la novela está escrita, que todos esos acontecimientos ya olvidados están allí, traducidos al lenguaje de las palabras. Cómo es posible que esté escrita y yo no recuerde nada, ni siquiera una línea, ni un personaje, ni un hecho. Sólo recuerdo mi pelo, sólo siento mi cuerpo, sólo percibo mi respiración y un sentimiento de final.

El especialista de museos francés lo decía, solo podemos retardar la desaparición final a la que todo está condenado., aún las más obstinadas y excelsas obras de arte. Que vacío sentí al escuchar esa verdad simple, evidente, mencionada con una tranquila sonrisa de televisor en colores. Por eso no podían entender cuando di mi voto a favor del hombre viejo que pidió su ingreso al Comité de Defensa de la Revolución, solicitó su ingreso ahora, a los 62 años. El bueno de Alfredo, el presidente, tenía en sus manos la carta de solicitud y no se atrevió a leerla.

Qué justificación podía tener para no haber pertenecido a esa organización donde está casi todo el mundo, No podía decir la verdad, tenía que inventar un pretexto, eso de que trabajaba de noche, de que tenía muchas responsabilidades. La gente rió a escondidas, viraban la cara para no dejar ver esos gestos de burla que sólo somos capaces de mostrar en complicidad. El gordo fue el que más le atacó, casi lo emplazó a que dijera otra cosa pues aquellos argumentos no eran creíbles, el coro le apoyaba con murmullos. El viejo se defendió, no quería que le trataran de contrarrevolucionario, eso si que no. Apenas quería una carta que probara que el pertenecía al C.D.R., le hacía falta trabajar, ganar unos centavos más pues no le alcanzaba el retiro. El Chino habló de cuando el viejo fue custodio, lo mal que lo hizo, la reunión fue convirtiéndose en la aprobación para darle una plaza de sereno, de guardián ... todo se enredó y el viejo se seguía defendiendo. El Gordo se sentó a mi lado en el borde del cantero y me dijo bajito:

  • Ese tipo es un pajarraco ...
  • ,,, ¡Y que tiene que ver eso!, ¿los maricones no pueden pertenecer al comité?

Cuando se llevó a votación la solicitud me puse en el borde delantero del grupo. Alfredo pidió que levantaran la mano los que estaban a favor y subí el brazo. El presidente miraba hacia un lado sin querer volver la mirada a donde yo estaba -yo sentía que él no quería mirar porque le daba pena de que yo hubiera levantado la mano-.

  • ¡Aquí, yo -dije-.

Otra persona se decidió a levantar la mano y el resto votó en contra.

El diagnóstico final fue "craneofaringioma" -tumor cerebral-, que sin ser maligno podría ser mortal por las dimensiones que había alcanzado. Y había dos opciones: tratar de eliminarlo con radio terapia -tratamiento largo y de molestias y resultados poco predecibles-, o extirparlo mediante cirugía -abrir el cráneo, cortarlo y restablecer la presión normal dentro de él-. Ella debía decidir y yo estaba a su lado frente a la junta de médicos que esperaba su respuesta. Me admiré cuando dijo, sonriente y pasándose la mano por la piel desierta de su cabeza: "Si, me opero." Y temblé, pues de ambas alternativas, aunque era la que suponía mayor esperanza de tiempo de vida, si salía bien, también podría ser lo contrario. Y ocurrió en septiembre..

 

ESCRITO A MANO EN UNA HOJA

20/9/90

LA OPERACIÓN

Hay euforia

insólita alegría

comienzo de victoria

ante la muerte.

Va a morir

la misteriosa enfermedad

que guarda su cuerpo

en la cabeza.

 

Desaparecerá

la feroz inarmonía

del defecto tumoral,

hay euforia

en todos los espíritus,

en formación cerrada,

cierran paso

ante la muerte.

Se disfruta la victoria,

es la antesala del combate,

es arma formidable

ante la muerte.

 

El perfume de oraciones,

corre por su cuerpo

en la mano piadosa

que cancela toda falta.

La operación es un misterio,

escondido en la pupila cirujano,

temerario, valeroso, inmutable.

Es atreverse contra ella,

decirle que también yo puedo,

respetable naturaleza creadora

-que te ensañas por momentos

contra los equilibrios anatómicos-.

La operación es bisturí,

ríos de sangre, oxigeno respirando

el organismo,

la sábana que hierve

en la marmita, es vapor

que desprende ese espíritu

anestesiado por el reto

milenario ante la muerte.

 

La operación a terminado,

en la sonrisa-corazón

que lleva el cirujano

cuando mira a la paciente,

aún dormida,

se lee: todo salió bien.

 

"Todo salió bien. Lo extirpamos casi totalmente y colocamos la válvula. Pero hay que esperar 10 días para saber si habrá complicaciones", fue el resumen que recibimos del equipo de cirujanos aquel día cuando una hora después vi a Teobaldo -uno de ellos, mulato alto y simpático- metido bajo su automóvil -Lada-, para arreglar un desperfecto que lo tenía molesto hacía meses. Miré sus manos embarradas de grasa y no podía creer que habían estado poco antes dentro de la cabeza de ella. Él también fue uno de los que le practicó la segunda operación -de urgencias-, después de avisar yo a las enfermeras de las convulsiones que comenzó a tener, de pronto, aquella noche del noveno día que me tocó quedarme con ella -la familia nos turnábamos-. Fue doloroso verla retorciéndose incontroladamente como muñeca de trapo a la que una fuerza invisible zarandeaba ignorando las leyes del movimiento de un cuerpo humano con ojos totalmente en blanco. La válvula que colocaron no cumplió lo que se esperaba. Y no había en el hospital otros modelos del artefacto -el idóneo- para sustituirla. Había que esperar llegaran los suministros, lo cual no sabían cuando sería con exactitud.

 

Le aplicaron un remedio de tiempos de guerra -aprendido en la atención a "las bajas" en las contiendas de Cuba en África-: con la propia piel del paciente, creaban "mecanismo" que hacía función semejante a la válvula artificial durante "un tiempo" que, ni la voluntad del negro Teobaldo, ni la continua atención del blanco Gil, ni la paciencia oriental de Choi y ni siquiera la experiencia doctorada del alto, canoso y distante jefe de cirujanos -no recuerdo su nombre- podían precisar. Lo indicaría la hinchazón lateral del cráneo, que crecería poco a poco hasta alcanzar el límite en que habría que volver a "abrirla".

 

"... ¿cuáles son las especificaciones de la válvula que necesita para yo hacer gestiones y ver si la consigo donde sea? ...", pregunté a Teobaldo. "No puedo darte esa información. Hay una norma, La Revolución es responsable de toda la atención médica al pueblo ..." Insistí y expliqué lo absurdo de esa orden. Y cedió ante mis argumentos, corriendo un riesgo que aún le agradezco, a pesar de estar muerto. Años después, se suicidó.

 

"... le pusieron una bomba en el garaje de su casa, María Cristina Herrera, del Instituto de Estudios Cubanos, viene pronto y quizá pueda conseguirla allá ... tiene muchos contactos con la Iglesia, se lo voy a decir ... ", me prometió Rafael Hernández -amigo y precoz "cubanólogo" por entonces.

 

Y así fue. Llegó a Cuba poco después, pero durante el control del aeropuerto le retuvieron la enorme maleta llena de medicinas que traía. Lo cual supe el día que la vi por primera vez y descubrí la tremenda energía y la risa estridente con que se movía en la silla de ruedas donde desplazaba su grueso cuerpo, prisionero de enfermedad incurable. Y me explicó: "Tú no sabes el trabajo que me costó encontrarla, muchacho, ese modelo que te dijeron está descontinuado, ya no lo fabrican, las modernas son digitales, y tuve que pasar un fax a todos los hospitales y la encontré en uno lejísimo, pero me la mandaron rápido y costó ya ni me acuerdo ..." Nada de esto dije al más joven de los cirujanos, Gil -estaba de guardia aquella madrugada que moría: eran las 5 de la mañana cuando le entregué la “nueva” válvula-. Abrió el paquete y quedó absorto mirando la manguerita plástica transparente con piececitas en los extremos y dijo "...esta si es moderna, ¿dónde la conseguiste?". Era el fin de una larga noche en que fui con María Cristina a la aduana del José Martí -nos llevó Manuel Angueira, vecino y compañero de trabajo-, en su destartalado vehículo. La saqué de su descanso nocturno en el Hotel Nacional pues ya no podía esperar más por los trámites burocráticos para recuperar su equipaje porque Haydee estaba a punto de ser llevada de nuevo al salón de operaciones. El "remedio de tiempos de guerra" no aguantaba más. Parecía tener dos cabezas.

 

"Vengo a buscar una válvula", dije, frenético, al oficial de aduana a quien llamó una empleada tras María Cristina explicar que había sucedido con su maleta y qué necesitábamos hacer. "Cálmate, muchacho, déjame que yo hable ..." agregó ella sonriendo al funcionario. "Vengo a buscar la válvula y no me voy de aquí sin que me la den ...", repetí ofuscado. La dulzura de María Cristina al contar qué ocurría, la comprensión de la situación por parte del militar y, probablemente, mi imagen de inquietud beligerante, provocaron el final feliz. "Está bien, se la voy a dar, pero solamente la válvula, dígame usted en que parte de la maleta está ..." "Arribita, en cuanto la abra se va a dar cuenta, es una cosita así, pequeña ...", respondió la milagrosa María cristiana juntando sus dos manos para formar un pequeño cuenco vacío. Y Haydee despertó tranquila y sedada en la tarde del día siguiente para ver a Lida -nuestra hija- sonriendo y acariciándole el vendaje de cabeza recién hecho.

 

"¡Tienes que escribir el milagro de la válvula!", me decía por entonces, eufórica por sus creencias, María Cristina. Y volvió a recordármelo 5 años después cuando nos encontrarnos de nuevo en su casa de Miami. Aún le agradezco lo que hizo, a pesar de que falleció el año pasado.

maria-cristina-herrera 2 María Cristina Herrera

(Foto tomada de Internet. Probablemente, se corresponde con aquel tiempo de su vida)

La madre de Lida sigue viva. Ahora con válvula “digital de última generación” con la que un cirujano alemán sustituyó en mayo del 2008 (totalmente gratis en el Hospital Juan XXX de Tarragona en Cataluña, cuando Haydee pasó 3 meses en Reus, de visita después de 5 años y 6 meses sin ver a nuestra hija única, ni crecer a su nieta Amanda), otra que le implantó, en 1999, tras un severo ataque de convulsiones 9 años después de las 3 operaciones iniciales, la neurocirujana Zalamea (negra de manos enormes y delicadas que atendió a "la paciente", con mucha delicadeza, durante años, hasta que ella misma murió a consecuencia de un cáncer en 2007). Y todo ello y que Lida pudiera terminar en 1991 sus estudios universitarios, amparada por toda la familia ampliada entera, sobre todo la de mi compañera, Luz -madre de mi hija más joven-, en medio del largo proceso para salvar la vida de su madre (alcanzó a ser el segundo expediente de su promoción entre los graduados en Lengua y Literatura Inglesa en la Escuela de Lenguas de la Universidad de La Habana), fue posible, gracias a una vasta red de solidaridades. No de principios políticos, nacionales, o ideológicos, sino de deberes humanos, que a diferencia de lo que algunos piensan o creen de porqué existen o se cumplen, gracias a Revoluciones o Derechos Humanos, estas y estos, realmente, son consecuencia de aquellos, que es parte de lo que nos ha permitido avanzar como "Especie", aunque las demás no estén totalmente de acuerdo con "la nuestra".

 

HAYDEE 1 (86)

Amanda con su abuela Haydee, durante una visita a Valencia.

DSC08401  Haydee, días antes de su regreso a Cuba a final de septiembre 2008, con el cirujano que le implantó la válvula.

DSC08403 Lida con su madre y esposo, Miguel Angel Pérez -padre de Amanda-, a la salida del hospital.

En medio de la odisea familiar que supuso enfrentar "la enfermedad de Haydee", una nueva empresa de audiovisuales, Videoamérica -"independiente" de la televisión estatal, aunque nacida de ella-, me contrató para realizar obras sobre deportistas cubanos destacados con vistas a los Juegos Panamericanos del 91. También por entonces se acercaban a mi ·”pinos nuevos de realizadores” solicitando asesoría para desarrollar sus ideas -documentales o de ficción-, o algún alumno de la Facultad de Radio Cine y TV del Instituto Superior de Arte para pedirme que fuera tutor de su tesis de grado. Entre otros, "eche una mano" a Miguel Cossio en los guiones que escribió para la serie Todo en pelota (13 de 13 -o sea 13 cortos de 13 minutos), donde cuenta cómo se juega el deporte nacional por excelencia en Cuba y sus reglas, estrategias y tácticas ("la pelota" o béisbol -en inglés- "baseball"). También recuerdo a Abrahán Rodríguez, notable dramaturgo que obtuvo su primer éxito de público en 1979 con la obra de teatro "Andoba", donde trata el conflicto de un "marginal" que quiere integrarse a la "vida normal" -asunto que en Cuba, por perjuicios históricos -no solo de "blancos", sino incluso entre una parte de los "mulatos" y hasta en algún que otro "negro"-, se ve como "problema de violencia e ignorantes"-. Este argumento había logrado llevarlo al cine 5 años antes -1974- la difunta realizadora Sara Gómez en su filme De cierta Manera, pero desarrollando el asunto bajo otro prisma -el de género-, para patentizar el carácter "feminista" que ella le concedía al tema y mostrar la profunda debilidad que se esconde en la actitud "machista". Abrahán me propuso hacer "una película" sobre El Vaquerito, uno de los héroes de la lucha insurreccional contra el "gobierno", o "dictadura" de Batista -según con los ojos que se vea-. Era invitación atractiva, dado la leyenda que sobre Roberto Rodríguez Fernández -guajiro pobre de Morón, pueblo del centro de La Isla-, se había creado, no solo por sus hazañas reales sino también gracias a una frase, mitificada, de Ernesto Guevara -Che-, que expresó cuando, al conocer la muerte de Roberto, en medio de La Batalla de Santa Clara, finalizada un día antes del Triunfo de la Revolución, exclamó: "Me han matado cien hombres". El guión de Abrahán -falleció hace 6 años-, nunca se convirtió en realidad fílmica.

el-vaquerito "El Vaquerito"

 

La persona con la que más me compenetré en aquel año de confusiones (en cuestiones de política y problemas de fondo de la cultura nacional cubana, vale decir de su identidad como expresión de "espiritualidad" que nos anima), era -aún está vivo-, es Serafín Quiñones, conocido entre amigos por "Tato Quiñones", estudioso de todo lo que tenga que ver con Cuba, su historia, evolución, costumbres -populares o no-, guerras, enfrentamientos ideológicos e inequidades ocurridas a lo largo del proceso de nacimiento de "su nación". Y abakuá, además de mestizo -como somos todos a pesar de que no se note-, buena persona -al menos para mi- y honesto -que no quiere decir puro-.

TATO -DICIEMBRE 1991 Tato Quiñones. Foto en su casa, extraída del vídeo que grabé el día que nos encontramos, en diciembre de 2001, durante mi última visita a Cuba para participar en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

 

La Dirección del Gobierno y El Partido -a los efectos, un mismo y único "Poder", aunque las palabra, diferentes, hagan pensar en lo contrario-, pedía en aquellos momentos que se contribuyera, con el análisis de "la situación" y "nuevas proposiciones", al proceso de "rectificación de errores" para "mejorar el socialismo", lo cual podía entenderse también como "mejorar el país", pero tal formulación excluía, previamente, cualquier idea que "oliera" a "capitalismo" -satanizado, racionalmente, como "sistema general", aunque de él pudieran usarse ciertas "particularidades económicas" puntuales-. Un día -no recuerdo si este o el siguiente año, así de imprecisa en la memoria, incluso en asuntos de extrema importancia como el que voy a contar, al menos para mi-, ocurrió lo siguiente.

 

Tato y yo, tras muchas conversaciones en las que armonizamos nuestros diferentes puntos de vista sobre esto y aquello de lo que se hablaba en "medios políticos y culturales", intercambio de ideas y opiniones que sobre lo mismo oíamos entre "la gente de a pie", también, en nuestro roce con la vida cotidiana de los que no hablan de asuntos "ideológicos y de dinero", con el mismo lenguaje de "los que saben", acordamos intentar crear lo que llamamos "Fundación Cuba".

 

Tal entidad la concebíamos en el marco y con auspicio de la UNEAC -Unión de Escritores y Artistas de Cuba-, presidida entonces por el actual Ministro de Cultura Abel Prieto, con quien hablamos al respecto. "...bien, pero tengan cuidado con eso porque ya saben como están las cosas ...", nos aconsejó. Y autorizó a usar la sala Rubén Martínez Villena para reunirnos con los "compañeros" a quienes, en inicio, queríamos convocar a sumarse a nuestro propósito (Tomás Fernández Robaina, Pedro Luis Ferrer, Raúl Rivero, Senobio Faget "Purry", Gisela Aranda, Víctor Martin, etc., aunque "lo ideal" -¡lo que imaginábamos!- era que cualquiera que se interesara integrar un "movimiento de análisis interdisciplinario del "problema cubano", fuese científico, político, obrero, agricultor, estudiante o jubilado, en fin, todo aquel o aquella que desease hacerlo y quisiera dedicarle su tiempo para hacerlo, se sumara a nuestro proyecto -¡así de ingenua y sana era nuestra "utopía particular").

 

De los muchos temas y asuntos que pretendíamos analizar y discutir, dábamos relevancia a uno que nos parecía "básico": conceptos e ideas que hacen pensar y creer a Cuba "Una Nación".

 

En la interpretación dada a ese "tema" por el "Discurso de La Revolución" durante más de 30 años y miles de horas y horas de "clases magistrales" de ideología política, economía, y cuanto "misterio científico y social se pueda imaginar, el "pueblo de La isla", como si fuese "un solo alumno" prestó atención única y privilegiada al Máximo Líder de los Maestros -escuchándole de manera directa en "plazas e inauguraciones" y/o mediante alguno de "la totalidad de los medios masivos de comunicación" a disposición de él-. Gracias a ello los cubanos habíamos adquirido una noción de "espiritualidad" que se explicaba con un razonamiento que marcaba límites y fronteras hasta donde se podía "opinar" en cualquier polémica de entonces, después y hoy:

 

"Somos pueblo que luchó 100 años para librarse del Colonialismo y Neocolonialismo -español y norteamericano, respectivamente-, y solo alcanzamos nuestra verdadera independencia y auténtica identidad nacional -carácter de Nación-, con el triunfo de La Revolución en 1959."

 

Y para que nadie lo dudará, esas ideas las sintetizó con toda claridad en aquel "discurso histórico" del "7/12" cuando Cuba enterró a sus muertos caídos en "otras tierras":

 

"En Cuba, Revolución, socialismo e independencia nacional, están indisolublemente unidos."

 

Tales afirmaciones, aún hoy (vengan de "Adentro", asumidas en su totalidad como convicción revolucionaria, o de los de "Afuera", de convicciones inversas, pero que suman parte de ese silogismo a sus razonamientos -también con "orgullo nacional"-, para crear otro igual de estéril que el de sus "enemigos" cuando agregan "La Revolución" a los "males" que quedan por exorcizar, y sustituyen en "la síntesis" a "La Revolución" y "socialismo" por "Derechos Humanos" y "capitalismo), siguen siendo el impedimento "básico" para que Cuba alcance ser esa "Nación", con "espiritualidad propia" -colocada por encima de cualquier religiosidad, ideología política o sistema económico que pretenda imponer, a todos, su "Poder Particular"-, que nos llena la boca cuando la mencionamos y sentimos que nos duele lo que "nos está sucediendo", aquí y allí.

 

Tanto Tato como yo, pensábamos que no puede haber "Nación" sin una espiritualidad común que "cohesione"" a los que comparten "la propiedad emocional de un territorio con fronteras nacionales", por haber nacido en él y residan o no en él. Y aunque se piense o crea que "las "espiritualidades" son, sobre todo, asunto de religiones y cultura, lo cierto es que lo son más de familia y economía, base sobre la que crece la pirámide que llega hasta el concepto de "Estado", que se eleva sobre las ideas de necesidades que tiene esta o aquella "horda", "clan", o "tribu regional". Y después de experimentar mi vida durante 45 años en aquel país, eso era obvio para mi. Aunque Tato agregaba al binomio el factor de la "igualdad étnica". Lo cual yo consideraba justo, pues aunque "las mezclas de colores" nunca han dejado de "adelantar" a La Isla -y justo también es decir que "La Revolución" las aceleró-, es cierto que la falta de "representatividad del color" en "los poderes" que la gobernaban y gobiernan y la distribución de la riqueza del país entre esos colores -algo que podía y puede decirse también de "los géneros""-, no era, ni es "equitativa". La discriminación "histórica" que sufrió "el negro y sus formas de religiosidad" Tato la sentía y explicaba como nadie y solía contar como ejemplo, entre otros, en que no se sabía bien "todo lo ocurrido" en la llamada "Guerrita del 12", que hizo desaparecer al Partido de los Independientes de Color -creado en 1908 y presidido por el albañil Evaristo Estenoz-, cuando fue aplastada con sangre una sublevación, sobre todo en la zona oriental del país, y asesinado Pedro Ivonet, coronel del Ejército Libertador Mambí que alcanzó la independencia del territorio cubano subordinado hasta 1899 al Imperio Español.

 

Las luchas internas "entre cubanos" -considerado el nombre propio "Cuba" como gentilicio toponímico, no como lugar que acoge a ciudadanos de "una nación"-, nos hacía pensar que era poco probable que existiera "una espiritualidad cubana", entendida esta como "supra religiosidad" más allá de cualquiera "religión en particular". Creíamos necesario estimular un análisis y discusión sobre qué y quienes eran "los componentes de esa Nación" y escuchar sus opiniones -entendidas estas como "poderes" a respetar-, "poderes" de los que todos hablaban entonces y aún hoy, y que eran y son la cuestión central que mantiene viva "la guerra entre nosotros" -los que nos decimos y llaman "cubanos"-.

 

Yo pensaba entonces y lo decía a algunos, que "La Revolución" se había transformado en "religión" que se imponía a todas las demás de forma "improductiva", y me daba cuenta que no solo Tato sino otros participantes en las pocas reuniones que sostuvimos, no entendían porque yo decía eso y/o no lo comprendían de igual forma. En resumen, que Cuba -como "nación"-, aún no existía pues en el consenso que demanda ser "identidad nacional plena" debe estar el "interés de todos" los que se sienten "unidos por esa noción" y la anteponen a cualquier otro problema o conflicto en aras de "adelantar" como país cumpliendo, con sensatez y cordura, los "deberes humanos". La historia, no solamente de los últimos 50 años de La Isla sino, también la que acumula desde su Nacimiento cómo Nación -hace más de 100-, en papeles y sueños, pero no en La Realidad-, sugiere que en lo que afirmo -aún hoy-, hay parte de La Verdad que todos los cubanos buscaban por entonces y ahora.

 

Esos razonamientos fueron los que nos impulsaron a pedir reunión con José Felipe Carneado (1915-1993), Jefe del Departamento de Asuntos Religiosos del PCC -único partido existente en ese momento en La Isla y, oficialmente hoy, más de 20 años después-.

 

El día que se nos concedió el encuentro, expusimos al doctor Carneado nuestras opiniones, recogidas en documento que conserva Tato, según me ha expresado en mensaje de respuesta al que le envié preguntándole si recordaba la fecha exacta de cuándo lo redactamos. Y me respondió:

 

"Te anticipo que sí, conservo todo el papeleo que generó el "Proyecto Cuba". Todo, hasta las listas de los participantes en las dos reuniones que logramos armar en la UNEAC. Veré como me las arreglo para hacértelo llegar -que derecho sobrado tienes a ello-. Trataré de escanear, o de fotografiar. No sé, algo se me ocurrirá." (fragmento del mensaje de Tato que recibí el 15 de octubre de 2009).

 

Ignoro qué circunstancias le han impedido cumplir lo que me prometió hacer, pero me siento todavía estrechamente vinculado a él, y sigo admirandolo y respetando en esta lejanía. Y por ello narro este momento de mi derrota, último intento público que hice en Cuba por entender "el espíritu" de La Revolución Cubana, antes de buscar otros caminos para mi y mi Pequeña Nación, la familia. Y mudarnos de barrio en el planeta.

 

Carneado escuchó con paciencia y respeto. Y respondió: "... no es correcto pues sin duda, esa "espiritualidad cubana" de que hablan no sería posible sin La Revolución...". Y pidió que dejáramos a un lado tales "ideas" y nos sumáramos de otra forma a los debates y discusiones con vistas al siguiente Congreso de Partido. La reunión fue para mi lección donde descubrí que al binomio que yo estimaba "básico para entender el problema cubano", debía agregar un tercer elemento: economía, familia y generación. La nuestra, ni ninguna de las anteriores serían quienes resolverían "el problema cubano". Serán -hoy lo sé con certeza-, nuestros hijos y nietos (estén "Aquí o Allá" de este Mundo Globalizado).

 

Entre 1984 y 1992, hice notas esporádicas en lo que llamé LIBRO DE LAS OCURRENCIAS -a mano y con tinta o bolígrafo pues los ordenadores no estaban disponibles todavía para mi-. De sus 115 páginas tomé un fragmento -era mi vida subjetiva personal de aquel entonces-, con el cual termino lo que merece contarse de mi durante este año.

 

"Y me voy a morir, y no importa; de muertos está hecha la historia y los vivos; y sobre ellos pesa la culpa de lo que hacemos, y le debemos agradecimiento por lo de bueno, también, que tenemos; y el pecado, el error, todavía carece de madurez para nacer, para que sea palanca de los que serán vivos cuando nosotros fuimos muertos. Me voy a morir y solo me importa no dejar concluido lo eficiente." 14/1/90

LB