“...pensó en la presencia de la Espiral,
durante milenios y milenios,
ante la cotidiana mirada
de pueblos pescadores...”
El Siglo de las Luces
Alejo Carpentier
1991
Aquel año y hasta fines del primer quinquenio del siguiente siglo -este-, creía que, aún cuando La Revolución Cubana no era inmortal, yo sí. En febrero cumplí 45 años y tenía razones de mente, cuerpo, entrepiernas y reconocimiento social, como para creerlo. Pero el tiempo lo gasta todo y así ha sido -en orden inverso de las razones mencionadas-. Hoy solo me queda "un poco" de las 3 primeras razones. Pero lo que más me inquietaba en aquella época y aún, es lo difícil que es entender cómo funciona El Mundo. No solo el de la pequeña Tribu de Cubanos, también las del resto de nuestra especie, el otro 99.915 % de ella que reside fuera de "mi territorio nacional" y de mi alcance por aquel entonces. Ignoraba todo de esos "otros mundos", con excepción de lo que me decían los "medios locales" que sucedía en un más allá donde estoy ahora: 20 años después y a 7225 kilómetros de distancia de aquel tiempo y espacio -en Gijón 2012 y esperando los 67-. Desde aquí, comprendo mejor mi "inmortalidad breve" y he logrado entender "cómo funciona El Planeta" -¡no totalmente, pero lo suficiente para saciar, casi completamente, mi curiosidad!-. Así lo pienso.
Por aquel entonces, había pasado casi un año desde la liberación de Nelsón Mandela de la cárcel surafricana donde le alojaron durante 27 años. Libertad de la que Cuba, su gobierno y pueblo, se sentían parte de los que contribuyeron a hacerla posible. Lo cual es cierto más allá de cualquier posición política o agravio ideológico. Yo, como la mayoría de humanos consideraba y considero el "apartheid" (variantes aún subsisten), modelo de convivencia vergonzoso. Y la victoria del tesón y la perseverancia de tan singular líder, me hacía y hace admirarle más allá de cualquier chisme de alcoba. Esto, de alguna manera que no puedo explicar claramente, era parte de los argumentos que me invitaban a entender el porqué parecía razonable el "Período Especial" propuesto por "El Partido", que los cubanos debíamos aceptar "con conciencia" pues era parte del sacrificio que requería la libertad que ya casi ningún país de La Tierra poseía porque todos –a excepción de Corea del Norte-, estaban condenados a sufrir el capitalismo de un "Mundo Unipolar" en el cual "Nuestra Pequeña Isla" éramos la única "otra polaridad" posible -según se nos decía-.
En el contexto anterior fue donde el cineasta Daniel Díaz Torres realizó la película Alicia en el pueblo de las maravillas, siguiendo guión elaborado entre él y Eduardo del Llano y contando con la colaboración de Jesús Díaz, entre otros asesores de "la idea": Alicia, estudiante recién graduada, viaja a un pueblo para trabajar como supervisora de teatro. Y lo que ve suceder allí es caricatura alegórica perfecta que en forma metafórica muestra los problemas cotidianos de La Isla "Maravillosa", donde el alcalde es el típico retrato de Fidel.
El estreno del filme generó desde una "operación de contrainsurgencia" por parte de las fuerzas de El Partido y La Seguridad del Estado -piquetes de militantes se dislocaron en los cines para abuchar la película-, hasta enrevesadas y eufemísticas discusiones "artísticas" sobre la obra, que se multiplicaban en tertulias privadas donde se intentaba descifrar qué significaba aquella obra del séptimo arte y cuál era su valor estético/ideológico. Recuerdo que participé en una de aquellas "discusiones abiertas" ocurrida en La Cinemateca, donde pregunté al director -compañero de trabajo y, de cierta manera, amigo-: ¿por qué para contar "la historia de Alicia" utilizaron tantas alegorías, símbolos y ambigüedades cuando lo que se deducía de ellas era más sencillo y barato contarlo llana y simplemente? No recuerdo la respuesta que recibí, pero sí que no se correspondió con lo que yo pensaba -fuera de toda duda razonable-, de cuál había sido la causa. Causa que hoy, más de 20 años después, sigue viva, aunque con menos fuerza y vigor que entonces. Cansada.
Periodo Especial en Tiempos de Paz.
El siguiente pronunciamiento público del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en enero de 1990, se explica por sí solo:
"¿Qué significa período especial en tiempo de paz? Que los problemas fueran tan serios en el orden económico por las relaciones con los países de Europa Oriental o pudieran por determinados factores o procesos en la Unión Soviética, ser tan graves, que nuestro país tuviera que enfrentar una situación de abastecimiento sumamente difícil. Téngase en cuenta que todo el combustible llega de la URSS, o y lo que podría ser, por ejemplo que se redujera en una tercera parte o que se redujera a la mitad por dificultades en la URSS, o incluso se redujera a cero, lo cual sería equivalente a una situación como la que llamamos el período especial en tiempo de guerra (...) No sería desde luego sumamente grave en época de paz porque habría determinadas posibilidades de exportaciones e importaciones en esa variante".
En aquel 1991, se comenzó a hablar de promoción y apertura a las inversiones de capital extranjero y de la necesidad de reestructurar el comercio exterior y, sobre todo acelerar el crecimiento del turismo internacional. Después, mediante nueva "legislación" se legalizó "el cuentapropismo" -sustantivo cubanísimo alternativo al lenguaje usado por la economía capitalista-. Pero solo en sectores minoristas donde podrían nacer pequeños negocios -más bien familiares-, como quioscos y lugares para ofrecer comida -"paladares", como los bautizó la sabiduría popular-, barberías, limpiabotas, payasos para animar fiestas y un sinnúmero de oficios a los cuales se les había negado valor e importancia 23 años antes, en la "ofensiva revolucionaria de 1968". Me di cuenta que la vida en La Isla seguiría igual ("El Estado, dueño y señor de casi el 100 % de la “actividad económica”, simularía pagar y nosotros haríamos como que trabajamos" -así lo expresé a algunos conocidos-). Pero confieso que, por momentos, mis esperanzas sobre "el cambio" se refrescaban con la brisa de esta o aquella "medida anunciada" que sugerían "apertura" y "nuevos paradigmas". Era como vivir en medio del conflicto permanente entre "creer o no creer en algo" -por lo general es en Dios, o dioses y diosas, pero la fórmula es común para otras muchas teologías, políticas, económicas, culturales y hasta científicas-.
Este año comencé mi emigración definitiva del "cine" a "las nuevas tecnologías". En adelante, jamás volví a utilizar cámara con rollos de celuloide para realizar mis discursos audiovisuales, ni a sentarme frente a moviola para pegar manualmente trozos de imágenes y sonidos. Videoamérica -empresa de “fachada privada”, aunque dependía del estatal ICRT, fue creada en este momento económico coyuntural especial que aún hoy no se sabe si ha terminado. Allí me pidieron pensar en miniserie sobre famas del deporte cubano, para apoyar y divulgar los Juegos Panamericanos que se celebrarían en La Isla en agosto -entre el 2 y el 18-. El estándar de producto 13 de 13 -documentales y minutos-, fue el que escogimos el Director de Producción Jorge Oliver -antiguo dirigente del Dpto. de Programación de la TV en tiempos en que realicé La Semilla Escondida -serie que tanto prestigio dio a ese organismo ante El Pueblo, El Partido y la Crítica de Arte-. Lo que propusimos fue aprobado por el Directo General (ex-dirigente de la Unión de Pioneros de Cuba, con el que un año después -durante la realización de "otro encargo"-, tuve discusión telefónica que me llevó a protagonizar -en solitario-, la primera "huelga y abandono del trabajo" en la historia del "movimiento obrero cubano", la cual contaré en la crónica de 1992). El aporte directo que hice a los 13 de 13, puede visionarse en la siguiente dirección de La Red:
http://www.dailymotion.com/video/x44i59_alberto-juantorena-el-peor-jugador_sport
Gozé mucho fabricando El peor jugador de básquet del mundo, breve cuento de cómo Alberto Juantorena -de fama bien merecida-, plusmarquista mundial de 400 y 800 metros planos, alcanzó ser tal estrella. Tuve que argumentarle muchas razones para que aceptara el título de la obra tal y como quedó. No le gustaba ver -más bien oír-, que su nombre estuviera "relacionado" con la palabra "peor". Yo lo entendía, pues famas y líderes suelen ser muy susceptibles al "lenguaje", sobre todo cuando pone al descubierto "la verdad". Y en el caso de Juantorena, que encajó bien lo que yo deseaba destacar de su historia (cómo se equivocó e insistió, durante tiempo prudencial, en su error sobre lo que pensaba de sí mismo y para qué él servía -¡lo cual no todos comprenden aún incluso cuando casi no les queda tiempo por vivir!-). Y para ser todo lo sincero que puedo llegar a ser, diré que esta "obra menor" de mi filmografía fue uno de los medios con los que intente avisar a "mis espectadores nacionales" de que se estaban equivocando con sus decisiones. Cierto que no era "discurso directo explícito", pero la metáfora del mensaje principal era clara y sencilla –la “premisa” como le llaman los dramaturgos-: "abandone sueños imposibles y dedíquese a lo usted puede hacer mejor". No creo en determinismos geográficos, pero si en que existe una "genética territorial" -ambiental y ecológica-, que "influye, en las naturaleza económica de los pueblos. Casi determinándolas.
En Marzo partió Jesús Díaz con su segunda esposa e hija menor -Martá y Claudia- para disfrutar beca que le concedieron en Alemania para que escribiera tranquilamente su segunda novela donde buscaría Las palabras perdidas, después de haber encontrado Las iniciales de la tierra en la primera. Y aunque Jesús me aventajaba apenas 6 años en el camino de la vida, yo le veía y apreciaba mucho más lejos en el tiempo considerando lo que había logrado con su obra -escrita y fílmica-, además de sentir por él cariño y respeto derivado de cómo lo había visto actuar en numerosas circunstancias -públicas y privadas, de toda índole-. En resumen, era "un amigo". Y como nunca he tenido muchos, algo de dolor sentí al verle irse, sobre todo por imaginar a lo que iba a enfrentarse. Y así fue.
Laura -mi hija menor-, la madre -Luz-, Jesús y yo
en la casa de Miramar donde él residía entonces.
Marzo 1991
En Mayo viajó a Miami, tras 43 años de haber hecho el mismo trayecto y al mismo lugar, pero acompañada por mí, Aida Pérez Planas -mi madre-. Iba a encontrarse con su hermano Fernando después de 30 años sin verle, ni oírle. Y con el resto de la familia que la acogió y atendió como si nada hubiese pasado transcurridos los variados períodos de tiempo en que habían dejado de estrecharse manos y darse besos. Aida regresó el 8 de agosto -cargada de regalos que la hicieron muy feliz cuando los entregó a su hijo, nietas, familia ampliada y amigas y amigos. Jesús nunca más volvió a La Isla, pero se quedó con ella dentro hasta el momento en que murió 11 años y dos meses después, el 2 de mayo de 2002. Pero el azar -el bueno-, me regaló algún que otro "encuentro" con él que volvimos a disfrutar durante aquel siglo que ya pasó.
Mi madre en el punto de la Florida más cercano a Cuba.
Aida y su hermano mayor, Fernando.
Ellos y Delia, esposa de él y dos nietos.
El domingo 23 de junio estaba en casa haciendo limpieza -tenía puesto solo un short y me cubría piernas, torso, cara y cabellos de la cabeza, el polvo que había sacudido de los estantes y libros de mi biblioteca, que con paciencia había acumulado durante años y años (las obras todas colocadas en orden de saberes, materias y géneros literarios y que me gustaba mostrar a quienes visitaban los 64 metros cuadrados de una casa que ya era "mía" -¡solo para usarla!-, gracias a legislación relativamente reciente que me liberó de la definición de "ilegal" bajo la que residí allí durante años). Y apareció en la puerta hombre de mediana edad -más o menos la misma que la mía-, vestido de blanco y limpio e impoluto, además de bien peinado que, inmediatamente, supuse era Elizardo Sánchez Santa Cruz (mi compañera, amiga de mujer que vivía cerca nuestro y con la que él mantenía relaciones -no sabía exactamente cuáles pues lo que se decía no me constaba-, me había dicho que él quería conocerme y preguntó, como era lógico y correcto, cuándo podría hacerlo). Fue directo al grano, sin rodeos innecesarios y/o protocolos -lo cual me gustó-: "...tú sabes la situación que hay en el país y yo quería saber si ..." Lo miré sabiendo qué quería de mi. Y para acortar el tiempo que ambos estábamos ofreciéndole a "la historia de La Patria", en detrimento del que necesitábamos para sobrevivir -dados los problemas y carencias específicas y concretas de alimentación, transporte, agua, electricidad, etc., etc. etc.-, le respondí: " ...mira, lo que está pasando me incomoda tanto como a ti y a todos, pero lo que puedo hacer yo y hago, no va a cambiar el cómo esto va a acabar ... como acaban todos los momentos de conflicto nacional en Cuba ...ae, ae, ae la Chambelona, yo no tengo la culpita ni tampoco la culpona ... y poniéndonos todos de acuerdo a ritmo de conga ..." Aunque no lo dijo, supuse que mi respuesta decepcionó la esperanza de lo que esperaba encontrar en mi: apoyo a "su causa" (¡y que busca todavía con su trabajo de presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que me parece justo y de utilidad para interpretar lo que sucede en la Cuba de hoy, como lo fue en la de entonces por su interés en saber quiénes eran las personas que son reprimidas y encarceladas por "ideas políticas" en Cuba). Quizá, hasta haya pensado que no tuve valor para sumarme a lo que era más importante para él en ese momento. Y que yo tenía miedo. No lo sé, quién sabe. Pero de lo que estoy seguro es de que, cualquier miedo que fuera, no era por lo que pudiera pasarle a mi cuerpo, pero si al daño que puede causar a muchos la estupidez -¡humana, siempre humana!-, de algunos pocos y más la de muchos. Esto suena "raro" –parece y no parece una opinión “politica”, aunque es ambas cosas a la vez-, pero tengo la impresión de que así piensan, responsablemente, la mayoría de los cubanos, que saben que lo esencial es que no haya "sangre". Y ojalá que lo consigamos pues aún falta mucha por limpiar. Afuera y Adentro.
19 días antes de ese domingo -el martes 4 de junio-, se había hecho “pública” (en escala que no lo era pues el pueblo -"la masa"-, no se enteró en ese momento y aún hoy la mayoría del pueblo cubano –sobre todo el de Adentro-, desconoce el hecho), un documento firmado por diez intelectuales (María Elena Cruz Varela, Nancy Estrada, Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez, José Pomares, Bernardo Marqués, Roberto Luque, Víctor Serpa, Fernando Velásquez y Manuel Granados), que criticaban y ponían en tela de juicio la "situación del país" y hacían demandas políticas para que hubiera "cambios", que podrían considerarse, por la sinceridad e intenciones de mejorar la condiciones de vida de la nación, como exigido desde "dentro de la Revolución". Pero las autoridades, lo interpretaron como algo que venía desde "fuera de la Revolución". O sea, de El Enemigo.
Como la mayoría de quienes estábamos dentro del “sector improductivo de escritores y artistas", me asombré y admiré a quienes pusieron su firma en la Carta de los diez. Conocía a 3 de ellos directamente y con otros 3 conversé brevemente sobre el asunto años después, cuando -otra vez el azar actuando- tangenciaron con mi derrota por el planeta. Su sinceridad fue admirable. Y como en otras muchas escaramuzas político-ideológicas entre nacionales, he lamentado que "las partes" no hayan sabido comprender y aceptar las verdades más útiles y productivas, para el conjunto de los cubanos, que ambos defienden y que las "actitudes típicas", fuesen atrincherarse en ideas propias y/o beneficios personales, de familia y/o clase social. "Posiciones" que todavía hoy siguen retardando "los cambios", aunque estos estén ocurriendo -lenta e inexorablemente-, como sucede en todas las manadas de nuestra especies que se adaptan al medio, o desaparecen. Y aunque veo las cosas así, nunca he echado de menos, ni disminuye lo poco que he podido hacer para "mejorar a los míos" -¡que son todos!-, no haber estado en "momentos históricos trascendentes que -también como todos-, son relativos y su valor solo lo adquieren gracias a ser parte del "conjunto". Me basta haber vivido y continuar viviendo en los instantes "ingrávidos y gentiles como pompas de jabón" a que parece me obliga el destino que me tocó. ¿Protesto ante Él? No vale la pena. Ya lo vencí.
En julio Lida Buría Alfonso y su novio, Alfredo Batista Pau, obtuvieron su diploma de Licenciados en Lengua y Literatura Inglesa. Él "Cum laude" y ella segundo expediente del curso. La Revolución (esa abstracción de la que evito hablar y menos discutir pues es palabra que hasta los anuncios de publicidad, "comunistas" o "capitalistas", usan para promover sus productos -sea "revolución social", o del "cuidado de la piel", del 26 de julio y/o 15-M, o de General Motors y/o Apple), podría decir que estudiaron gracias a ella. Y aunque afirmarlo no es totalmente falso, la verdad limpia y diáfana es que lo hicieron, sobre todo, gracias a "ellos mismos" y, después, al apoyo y ayuda que les ofrecimos sus padres. Y, siguiendo orden de importancia, los profesores que les ofrecieron sus conocimientos y amigas y amigos que, ayudándose entre sí, posibilitaron que ellos ganaran lo que hoy saben para con ese conocimiento hacer retroceder, un poquito más, a la ignorancia. Siempre he visto este asunto así, aunque se insista en explicarlo de otra forma. No solo en Cuba. También aquí, donde "el sistema" se atribuye tantos méritos a sí mismo también. El asunto es, obviamente, cuestión de proporciones y distribución equitativa de lo que se cree importante. Pienso que la distorsión que existe en cómo se aprecia este tema de la educación, algo tiene que ver con "la estructura de orden del mundo que nos propone la perspectiva religiosa de la existencia y el llamado “Derecho de Autor, dualidad que se resume en quién se considera –sin más argumentos que Las Palabras-, “El Primer Creador".
(Al frente) Madre de Alfredo Batista y yo.
(Detrás) Mi hija y él.
Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de la Habana donde recogieron sus diplomas.
Julio 1991
El mes de julio lo pasé casi totalmente en Santiago de Cuba filmando proyecto que había propuesto a Videoamérica y aceptaron "financiar" -hablábamos así en este nuevo tipo de empresa, híbrida de propósitos e ideas socialistas con métodos y tecnología capitalistas-. La X Fiesta del fuego, bautizada así por la Casa del Caribe que dirigía Joel James y un grupo de investigadores, escritores y artistas del oriente cubano entre los que estaban el antropólogo José Millet, el poeta Cos Causse, el escultor Alberto Lescay, los documentalistas Roberto Román y Jorge Luis Hernández -todos interesados en los cultos mágicos religiosos del "Vodú", la "Santería o Regla de Ocha", el "espiritismo de Cordón", la "Regla Conga o de Palo", y en cualquier forma católica, protestante, o de cualquier imaginario cultural religioso que hubiera que Joel englobaba dentro del "principio de representación múltiple", al que atribuía origen africano, pero que yo consideraba como parte del "recurso" que usan todos los de nuestra especie para atribuirse identidad propia, particular y/o privada en última instancia-), fue el espacio y el tiempo que elegí para realizar Los dioses del futuro, obra que obtuvo, al año siguiente el Tatú de Oro a la mejor obra dedicada al 500 aniversario del Encuentro entre dos culturas, en la XIX Jornada del Cine Documental de Bahía, Brasil, 1992.
Las varias anécdotas que ocurrieron durante el rodaje (disponíamos de flamante microbús con aire acondicionado y la más novedosa tecnología de grabación magnética -Betacam-), ocurrieron sobre todo en "las escenas de desnudos" (partes de ficción de la obra protagonizadas por dos actores del Cabildo Teatral de Santiago que actuaban sin ninguna prenda de ropa que les cubriera el cuerpo, representando a mis "dioses principales": ELLA Y EL). Una sucedió mientras filmábamos "la comida de la fruta prohibida" -no era manzana sino mango, como es natural en el Caribe-. De pronto, aparecieron en el set de filmación, que estaba en medio de la naturaleza espléndida de oriente de cubano, el Cónsul Inglés en Cuba, acompañado de un alto funcionario de la Corporación Cubanancan, o Gaviota -no recuerdo exactamente, pero como todos saben ambas eran parte del "nuevo brazo económico de La Revolución-. Y preguntaron, curiosos, qué hacíamos. Lo expliqué brevemente y les pedí que se alejaran pues los actores estaban como vinieron al mundo. Y obedecieron cortésmente. Terminada la escena que grabó con su extraordinario talento y habilidad para usar la cámara Iván Nápoles, la actriz se acercó a mí y comentó: "... ¿Quiénes eran esa gente? ..." Y le respondí: " ...son personas importantes del gobierno y el extranjero ..." Y ella concluyo: " ...pues serán muy importantes y lo que tú quieras, pero estaban rascabuchándonos desde aquel montecito ..." "¡Curiosidad, muchacha, solo era curiosidad ...no le des importancia ..."
La segunda anécdota, también estuvo relacionada con "el poder", pero no solo el económico sino también el religioso. Estábamos "grabando escena documental" de como un grupo artístico representaba la ceremonia de iniciación de uno de los cultos "afrocubanos" (lo hacían ante público que abarrotaba el patio de la sede principal del festival), donde se degollaba a un chivo y los "sacerdotes" debían beber de la sangre que manaba del cuello del animal, sangre que también se ofrecía, a voluntad, a los espectadores para hacerles sentir “el realismo” de la representación y, pensaba yo, también confirmar su aprobación del culto, o cuando menos su acuerdo con la puesta en escena del rito. Terminado el "performan", uno de los espectadores se acercó a mí y me dijo, con sonrisa que denotaba preocupación, " ...me cogiste tomando sangré ..." Y mirándole a la blancura de sus ojos, con pupila de canario amarillo que la tiene negra, le dije: " ...no se preocupe, no voy a utilizar esa imagen ...sé cuánto puede confundir a quien le conozca y sepa que usted es el Secretario del Partido de Santiago de Cuba, pero no entienda que esto es parte de su trabajo político ..." Se llamaba y llama Juan Esteban Lazo Hernández. Y, seguro que él no sabía, ni sabe, que me cae bien, a pesar de su aspecto fiero y temible, que sus gestos y manera de hablar desmienten. Tal vez, sea -no lo sé- porque tengo nono africano, pero eso lo supe años después.
En Santiago de Cuba fue donde conocí Giuseppe Lo Bartolo, fotógrafo italiano con el que mantengo aún amistad y con el cual me divertí en muchas ocasiones acompañándole en su itinerario cubano –lleva más de 20 años en Cuba, entrando y saliendo, y se ha casado recientemente con una cubana del oriente-, del cual ha dejado testimonio en libros como La Habana, un viaje intimo -escribí el prólogo-; Barrio chino: imagen del tiempo -le sugerí ese título-, y otros sobre esa ciudad, Santiago, que se considera "Rebelde ayer, Hospitalaria hoy y Heroica siempre". José Oriol Gonzales, director y actor de teatro -amante incondicional de la dramaturgia negra y mestiza del ese extremo de La Isla-, me lo presentó en medio de multitud que esperaba a ver y oír a La Conga de Los Hoyos mientras disfrutaba del desfile de "fuerzas y energías caribeñas" que paseaban sus artes por una de las calles que dan frontera al Parque Céspedes.
Los dioses... nunca fue pasado por los canales de Tv abiertos a la población -¡al menos hasta donde yo sé!-. Tampoco fue censurado, ni cortadas las escenas de desnudos, que no me tomé el trabajo de “suavizar” pues los actores fueron libres de actuar de frente o espaldas, y les dejé mostrar “sus artes interpretativas” totalmente. Si fue distribuido por otros canales de venta –al turismo, o televisiones extranjeras-. Y alguien me dijo muchos años después, que lo había visto en un canal del circuito cerrado de la televisión que llega a los hoteles para turistas. ¿Cuál será el problema que tenemos con el cuerpo humano visto sin disfraces que le den identidad? Probablemente, esta era la pregunta que quería responderse el neoyorkino Spencer Tunick cuando comenzó a fotografiar personas desnudas en las calles de su ciudad natal en 1992. Y multiplicó esa experiencia por más de 30 ciudades de los cinco continentes del planeta donde “masas de ellas y ellos” posaron para él y para dejar testimonio de un hecho artístico que apunta al mismo corazón de La Política y La Religión.
El lunes 5 de agosto viaje a Suiza. Primero a Zurich -celebraba su 700 aniversario-, y después al Festival de Locarno. También gracias al Azar y a Victor Buttari y Lizzette Vila, Vice y Presidenta, respectivamente, de la Sección de Radio, Cine y Televisión de la UNEAC, oficina en la que había estado apenas 3 o 4 días antes y ella y él me dijeron: "...¿Quieres ir a Suiza? ...tenemos invitación y no encontramos a nadie que pueda ir ...pero decide rápido porque eso es ya ...". Acepté, tras debatirme entre sí ir o no pues mi hija mayor estaba sola en la casa con su madre, que todavía no estaba restablecida totalmente de las operaciones del tumor que le practicaron más de un año antes. Y mi madre, que la ayudaba, aún estaba en Miami y no sabíamos si se quedaría allá o volvería. Llamé a Lida por teléfono y le consulté: "... Papá, ve y tómate un descanso...te lo mereces...”
Marianne Pletscher y yo en algún lugar de los Alpes suizos.
Agosto 1991
Marianne Pletscher -realizadora de la TV Suiza-, me recogió en el aeropuerto y mientras conducía su auto hasta su casa en Zurich, me preguntó si conocía la Historia de la primera mujer médico en Cuba, tema en que yo después invertiría casi tres años de investigación y, a cuatro manos con el escritor cubano de novelas policiacas -además traductor de varias lenguas, entre ellas ruso-, hiciera el guión para filme de ficción que presentamos a concurso en el Festival del Nuevo Cine de La Habana. Le respondí: "...No..."
En el primer cantón suizo que estuvimos, nos atendieron a Mayra Vilasis y a mi -éramos la delegación cubana al evento de Locarno-, René y Susana Leichleiter, que eran parte de un grupo de solidaridad con Cuba. Él arquitecto y descendiente de familia con pedigrí revolucionario, nos enseñaron "su Zurich" y entre sus lugares memorables, la casa donde vivió Ilich Lenin, antes de partir en el tren blindado que lo llevó al país donde dirigió "su Revolución de Octubre". Ella, Susanne, usaba todo su tiempo a "coordinar ayudas sociales y atender la logística de la casa donde vivían. En ella me alojé yo". Por supuesto que lo que más nos llamó la atención de la ciudad, fueron el impecable orden y limpieza y el fino y elegante diseño de escaparates y tiendas con muchas mercancías que algunas, para nuestro adusto y vicario sentido de la vida aprendido en Cuba, no tenían mucho sentido, pero nos resultaban atrayentes. Nos confortó ver con nuestros propios ojos, lugares sagrados de culto artístico, como el Cabaret Voltaire, donde el rumano Tristan Tzara -entre otros "geniales"-, se convirtió en figura emblemática del movimiento Dada -caracterizado por su rebelión en contra de las convenciones literarias y artísticas y, especialmente, por burlarse del artista burgués y de su arte-.
Placa Conmemorativa del nacimiento Dada
en Café Voltaire
Mayra y yo aguantando la pared del Café Voltaire.
Escaparates de tienda en Zúrich
René Leichleiter y yo en el cuarto biblioteca de su casa, donde dormí.
Agosto 1991
Pero lo que me fascino de Suiza, fue conocer a Isa Hesse Ravinovicht, realizadora -nacida en Austria y nuera del escritor alemán Hermann Hesse-. Ella nos acogió en su casa de campo en el Ticino. Allí recibimos una llamada telefónica de la televisión local que nos permitió publicitar el ingenio de los cubanos. Mayra no quiso hablar, supongo por temor a no entender la lengua en que le hablarían, aunque dominaba el inglés perfectamente. Y me dijo: " ... habla tú ..." : Oí una voz de mujer hablando un español italianado que preguntó : "Halo ...¿Son ustedes disidentes?" Voz de hombre -la mía- en español alto y claro y casi riendo: "No ...somos "insistentes"? (Carcajada de ella desde el otro lado del teléfono). Media hora después estábamos frente a sus cámaras respondiendo a las mismas preguntas de siempre sin poder decir nada que fuera "políticamente incorrecto", pero no para un Partido u otro de los que discuten sobre qué es lo mejor o peor, sino para no salirnos de un guión de tiempos al que hay que ajustar las respuestas para que sea posible emitirlas en "los medios". Nada de matices. Solo ideas simples y sintéticas. Fue divertido. Nos dio masaje al ego.
El balance de este viaje fue muy productivo, al menos para mí (ignoro si para Mayda también, pero ella no podrá decírmelo ya pues murió hace 10 años, aunque queda en mi lo que ella me enseñó sobre lo que es ser honesto y sincero, aún cuando estés equivocada). Acordé con Isa hacernos un "retrato recíproco" que se reflejara en un solo espejo: Retrato de Isa -Isa en turco significa Dios-, obtuvo Mención Especial de Ficción en el Festival Internacional d'Art en Paris 3 años después -1994-, y fue elegido Mejor Obra Experimental en el Festival Nacional de Video en Cuba al siguiente -1995-.
Pero el mayor provecho que me supuso aquel "descanso", fue el de encontrar nuevos amigos que volvería a encontrar con frecuencia, en Cuba y en Europa, entre los cuales sumo a Fausta Berlusconi, que me hizo conocer, después, la enorme riqueza cultural y material acumulado en torno al lago Como -fronterizo con Italia-, y el peculiar sentido que dan a la vida en aquel lugar, una de las claves para conocer el tesoro de humanismo que guarda Europa, aunque a veces lo que llegue a quienes residen en otras partes del mundo desde ese viejo continente sea lo que no lo es. ¡Ah, Giuseppe Lo Bartolo, tuvo la gentileza de visitarnos en Locarno! Él nació en Sicilia.
Isa, yo, la periodista que nos entrevisto y Mayra
Suzanne Leichleiter, yo y Fausta Berlusconi en Locarno.
Mayra y yo en Cine del Festival.
El lunes 20 de agosto estaba de nuevo en La Perla de las Antillas. Con los 300 dólares que ahorre de dietas y otros emolumentos, compré, entre otras cosas, una video casetera Betamáx -equipo de valor incalculable en la Cuba de entonces y supongo que todavía, pero en segundo lugar pues a los reproductores de imágenes los ha destronado el ordenador-. En ella vimos -mi compañera estaba presente-, la imagen de la primera película porno que conocimos. Fueron solo unos segundos y apenas pudimos apreciar el pene erecto -la cultura popular cubana le llama "pinga"-, que nos mostró el fragmento que le sirvió a Irene López Kuchilán para saber qué contenía aquel cassete pues ella lo tenía en su casa pero no sabía que contenía. Por ello nos pidió el favor de que la dejáramos revisarlo en nuestra máquina. Ella no tenía. Entre los pequeños regalos que traje para la familia, recuerdo el par de tenis para Lida.
IV Congreso del Partido Comunista cubano.
Fidel Castro Ruz y Esteban Lazo Hernández durante una sesión del IV Congreso. Octubre 1991
El discurso de Eusebio Leal y el PPG.
Entre el 10 y el 14 de octubre, seguí algunas sesiones del Congreso por televisión -se celebró en Santiago de Cuba-. Me interesaba ver cómo resolvería el conclave "marxista-leninista" -ateo por su naturaleza-, el tema "entrada al Partido de creyentes". Para mí (no por las mismas razones que preocupaban a los/las que debían ocultar a sus ídolos o fuerzas espirituales que les amparaban), era tema capital. No solo para entender a la Revolución Cubana y "sus creencias" si no para identificar las tangencias de la estructura de poder que ella había creado para gobernar el país, con el modelo más antiguo de "Partido" que yo conocía: la Iglesia Católica. Sobre esta semejanza, en la que mi mente fundía propósitos religiosos con funciones políticas, había pensado mucho y reflexionado con Tato Quiñones y otros, durante el tiempo que dedicamos a intentar crear lo que queríamos llamar "Fundación Cuba", idea abortada tras respuesta que nos dio Luis Felipe Carneado -responsable de Asuntos Religiosos del PCC cuando nos reunimos con él para trasladarle nuestro interés (ver post anterior "La Crisis).
Prácticamente, “la contradicción creer/no creer”, quedó resuelta cuando Eusebio Leal pidió “la palabra” y fabricó la mejor pieza oratoria que se escuchó en aquel evento -incluidas las de Fidel-. Leal, tras citar numerosos ejemplos de figuras destacadas de la historia de Cuba -todas creyentes y revolucionarias-, que fueron ejemplos de virtudes humanas, tolerancia y claridad (desde tiempos en que nacidos en Cuba se propusieron ser “independientes de la metrópoli española”, hasta el presente donde podía encontrarse entre el pueblo llano y anónimo a una Cayita Araujo, anciana de valores enormes nacidos de su Dios -intangible, pero siempre presente y a la que Fidel envió el carnet del Partido diciéndole: “crea en lo que usted quiera, pero usted es una comunista”), los resumió a todos y todas en “Usted, Comandante en Jefe”. Recuerdo que el casi final enfático y directamente dirigido a la persona del Secretario General del Partido -sentado arriba al centro de la mesa extendida sobre el escenario, donde apuntaba el dedo mágico de la mano de Eusebio parado en medio de la masa de delegados sentados en la platea-, dejó tan desconcertado al ego de Fidel que su rostro -las cámaras de TV lo mostraron- quedó paralizado de asombro por unos segundos. Hasta que una ovación crecida de aplausos lo compulsó a sumar el suyo al del coro de la militancia. Yo, desde mi sillón playero -rojo- en la sala de casa, pensé: ¡La “partiste” Eusebio! -estaba admirado ante la magistral retórica bíblica del Historiador de la Ciudad de la Habana, cuyo apellido materno es Spengler-. Mucho de oratoria debió haber aprendido en los sermones que escuchó a su paso por los templos donde ofició como monaguillo. Y concluyó: “nos hace falta un poco de cultura, profundizar en nuestra cultura porque hay valores en ella que hay que saberlos y conocerlos bien”, recordando que si La Revolución había luchado contra “la inquisición y el sectarismo”, en nombre de un partido moderno y de hombres de libertad, no podía negarle a los cubanos que lucharon por ella y mantenido su fe, la entrada al Partido.
Fidel, que ya había sido interrogado sobre el tema en varias ocasiones anteriores y había dado, extensamente, sus opiniones sobre los vínculos entre “Religión y Revolución” en el libro de Fray Beto publicado en 1985, y también abordado el asunto en la larga entrevista que le hizo Gianni Mina, aparecida en 1987, dejo claro que no había razones para no aceptar a los creyentes en las filas de lo que yo percibía, difusamente por entonces, como feto de nueva religión que, aunque erigida sobre el dogma del “ateísmo”, subordinaba este a lo más importante: El Poder que concedemos a en quién creemos.
La segunda cuestión que quedó en mi mente de aquel congreso, puede parecer más banal y carente de importancia con relación a “lo importantísimo” del tema anterior, pero lo que sucedería en los 20 años siguientes - hoy problemática de escala mundial-, me ha confirmado que no estaba errado. Homofobia, Machismo, Patriarcado -distribución no equitativa de “derechos entre él y ella”-, Violencia de Género y lucha por hacer “legales” a los salidos del “escaparate” –asuntos todos relacionados con la “Sexualidad-, justifican lo que pensé entonces cuando El Comandante dio la “noticia”: la biotecnología cubana había desarrollado un producto llamado PPG que servía para reducir los niveles de colesterol y era un estimulante energético del organismo humano que, además, dicen sirve también para “mejorar” el vigor de los hombres. Fidel dio este último dato en medio de una sonrisa pícara y cómplice que todos los delegados al IV Congreso presentes secundaron con su satisfacción interior de machos caribeños -¡no puedo imaginar qué habrán pensado las mujeres allí presentes entonces!, ¿les gustaría la noticia o alguna que otra habrá pensado en cómo podría mejorarse el mismo aspecto de la salud en ellas?-.
El Partido Comunista (PCC) se abrió a los creyentes en 1991 y la Constitución se modificó para dejar sin efecto la discriminación por credo, con lo cual el Parlamento pudo aceptar como diputados a representantes de otras religiones. Pero la Iglesia Católica se mantuvo distante del proceso en aquella época.
En este último trimestre del año, no sé si estimulado por ese "cambio", sospechando lo mismo que yo sobre el "medicamento mágico" (su prospecto actual dice: "En los pacientes tratados con PPG se producen cambios favorables de su actividad física y sexual. En este sentido, investigaciones preclínicas revelaron que la administración de PPG a ratas machos produjo un incremento del número de montas y erecciones peneanas".), o por otras razones, mi yerno Alfredo Batista, fue situado para cumplir su "trabajo social" -pago pospuesto de la carrera universitaria que había recibido "gratuitamente"-, en el Centro de Estudios Martianos, dirigido entonces por un ex-presidente de ICRT. Allí, donde sus conocimiento del inglés, sería útil para el estudio de de la parte de la obra de José Martí escrita en esa lengua, él propuso hacer una investigación sobre la relación del pensamiento martiano con las ideas alrededor de "la mujer y el feminismo" para comprobar cuánto de patriarcado y perspectiva de género había en la obra del El Apóstol. Y, por supuesto, los que dirigían el centro le contestaron de que no era un tema prioritario, ni pertinente. Cuando me lo contó, me di cuenta que continuábamos por "el camino incorrecto".
Y llegó diciembre con, para mí, el suceso más importante del año: Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Y de las películas que atrajeron más público y generaron más discusiones, la exhibición el lunes 9 de Alicia en el pueblo de las maravillas (un mes después de su estreno en los cines de la capital y de ser retirada a los 3 días de la cartelera), fue la primera. Y el exorcismo del “mal que portaba la película) fue completado con rueda de prensa que dio Daniel Díaz Torres -al día siguiente-, acompañado de su jefe Alfredo Guevara -Presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico y miembro del Comité Central del Partido, orador carismático y convincente, como su semejante Eusebio Leal, pero de estilo más críptico y profético, aunque interesante-, donde se zanjó y enterró toda la polémica alrededor del filme tras afirmarse que la Revolución podía permitir "eventualmente" la exhibición de "obras no revolucionarias", pero se reservaba el derecho de no admitir obras "contrarrevolucionarias pues sería como exigirnos que nos suicidemos, y eso no lo vamos a hacer", aclaro Guevara. Como sucedía siempre, las palabras gobernaban.
Aquel diciembre conocí a otros dos suizos en el Festival, Franciska Reck y Marco Bischof Ella productora de cine y él profesional de la imagen precedido por la fama del padre, notable fotógrafo de la Agencia Magnus (traía el último modelo de mini cámaras para filmar y yo no podía creer que cupiera completa en una de sus manos), estaban interesados en conocer y conversar con Santiago Álvarez. Les introduje en el santuario del Noticiero ICAIC y les puse en contacto con el legendario documentalista. En agradecimiento, nos invitaron a tomar un refrigerio en el último piso del Hotel Capri, al que asistí con mi compañera Luz Elaine Santos Espinosa -obtuvo este año su diplomatura en Edición y Montaje en la Escuela Nacional de Cine y Televisión-, y nuestra hija Laura, que tres meses antes de cumplir sus 9 años, pudo abrir su primera latica de coca-cola y escuchar el "crachhh" que, tras levantar el tirador de la tapa, dejaba escapar el refrescante sonido del gas aprisionado dentro de ella.
(De izquierda a derecha) Sentadas de espalda a la cámara Marianne Pletscher y Franciska Reck. Detrás de la mesa, Santiago Álvarez y Lázara Herrera, su esposa. Yo de pie a la derecha. El hombre de espaldas al centro, no recuerdo quién es. La foto fue tomada por Marco Bischof, supongo.
Yo y Luz Elaine Santos Espinosa –mi compañera- en el último piso del Hotel Capri de La Habana. Laura, nuestra hija, hizo la foto.
31 diciembre 1991
Sueño Tropical
Es el título de la serie de televisión -pasó por la pequeña pantalla este año-, que dirigió Miguel Torres –también emigrante del cine a "nuevas tecnologías"-, sobre guión escrito por Rubén Geller. Gustó muchísimo a la tele audiencia cubana. La sinopsis de la obra, resume lo que yo suponía -sin percatarme aún de cuál sería su verdadera dimensión en el siguiente siglo-, se estaba incubando en La Isla donde yo vivía como si estuviera en un día después.
Hermes, machista clásico, y Nora, la tradicional ama de casa, están casados. Después de una fiesta Hermes, borracho, maltrata a la esposa y se queda dormido. Sueña que los papeles se invierten: él se convierte en «ama de casa»; la esposa asume el rol masculino.
Faltaban aún más de tres lustros para que el Cenesex (Centro Nacional de Educación Sexual que dirige la sexóloga y miembro del PCC Mariela Castro-, comenzara a lanzar sus campañas nacionales anuales contra La Homofobia. Y aún la de este año 2012, no alcanza a lograr que el “poder político” en Cuba entienda la verdadera dimensión del problema.
LB
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