jueves, 21 de agosto de 2008

Conejos y zanahorias: ¿Cine o televisión?


Mientras más me acerco al presente desde el pasado que intento recordar para saber qué hicieron yo y mis circunstancias con mi vida, mi memoria condena al olvido infinidad de relaciones, pequeños hechos e instantes sin dejarme evaluar cuan importantes o no fueron para mi vida. En sentido contrario, no puedo evitar que ella insista en devolverme ciertos momentos y sucesos que, revividos con todos sus detalles, dejarían en ridículo estas memorias y demostrarían que son tendenciosas porque obvian lo que, quizá, es más importante. Por ambos motivos, cuando escribo lo que viví, lo que cuento me parece ficción creada por mi al carecer de capacidad para recordar absolutamente todo lo ocurrido realmente. Pienso que tal limitación y sus consecuencias están presentes en todos los recuerdos humanos, aún cuando se evoquen con abundantes testimonios textuales y/o gráficos de sus protagonistas. Cuando recuerdo, ni siquiera mi propósito de ser sincero y transparente evita que mienta por omisión, exageración o distorsión. Otro problema es el de qué cantidad de tiempo para leerlos y/o escucharlos disponen los destinatarios para los cuales los recupero. Pero el tercero es el que más me importa tener en cuenta: ¿para qué recordar?

De 1985, el suceso más notable que guardo en lo que llaman memoria emocional, es la película que protagonizamos mi madre, su ex-esposo y yo. Ella, más de 20 años mayor que él, pidió la separación pues no le perdonó que la engañara con otra cuando lo descubrió. El divorcio trajo el conflicto por la casa, donde residían mi hija mayor y su madre además de ellos pues no tenían otro lugar donde hacerlo. Mi "padrastro" había contribuido con su trabajo -también yo y un viejo albañil que nos ayudó- a convertir el antiguo cuarto donde mi madre había residido más de 30 años en vivienda de dos habitaciones, baño, cocina y sala, pero el gasto en materiales y mano de obra lo asumió totalmente ella. Eso había ocurrido 8 años antes, pero ahora él quería permutar la propiedad por otras 2 para quedarse con una. Era imposible por circunstancias específicas que no explicaré pues lo importante es que él comenzó a amenazar a mi madre, con lo cual la ponía nerviosa y afectaba su estabilidad mental. Conversé con él en varias ocasiones y le pedí buscar solución a su problema por otro camino. Yo estaba dispuesto a ayudarle, pero tantas veces intenté el diálogo sin que él renunciará a acosarla, que llegó el momento de decir: "... la próxima vez, iré a buscarte para arreglar esto de hombre a hombre..."

Y llegó el día. Él había regresado a convivir con su madre -Consuelo- en apartamento de un cuartico, salita, bañito y cocinita. Toqué en la puerta y ella, ajena a lo que sucedía entre su hijo y yo, me informó que estaba bañándose. "Pasa y siéntate". "No, no, dile que le espero allá afuera." Y regresé por el pasillo hasta la entrada del edificio. Me recosté en la fachada y aguardé mirando al otro lado de la calle donde se veían las paredes del cementerio con sus cruces en alto relieve protegiendo las magnificas tumbas y mármoles de la última morada de La Habana. "¡Lázaro, maricón!...", escuché a mis espaldas y me volví para ver a Pedro lanzándome un ladrillo que había cogido del montón de ellos que había a su lado. Esquivé el proyectil y grité: "¡Oye, tú estás loco o qué!...". Su respuesta fue -yo lo percibía todo como en cámara lenta- intentar alcanzarme con otro. Retrocedí 4 metros hasta la calle y le vi aparecer en la entrada del pasillo cargado más municiones con las que comenzó a acribillarme cuerpo y cabeza. No me moví. Tranquilamente, con mis manos comprobé que la sangre cubría mi cara mientras escuchaba al público de la parada de ómnibus gritar: "¡Corre, vete muchacho, que te va a matar!" Lentamente -así lo recuerdo-, pensé: "¿Qué hago? ... si corro, seré cobarde para él y creerá que ganó y seguirá molestando a mi madre, si repito mi invitación a razonar, no lo hará y corro el riesgo de que me mate de verdad ..." Fue entonces cuando, como aprendí en el cine de los samurias, emití un alarido y grité, : "¡Cojones ..., está bueno ya ...". Y acompañé el sonido de mi discurso con el movimiento de mi cuerpo disparado velozmente contra el suyo -sentí el impacto de otro proyectil en mi frente- y con ambos brazos le atenacé para ver como se desfallecía sobre mi pecho mientras le decía: "Piensa, piensa en tu hijo, en tu familia ... estate quieto, vamos a hablar..." Lo conduje hasta la puerta de su casa y le dejé en brazos de la madre, que me miró con tristeza y dijo: "...Gracias..."


El primer noticiero que hice este año trataba sobre el stress. En él intercalé un simpático surtido de expresiones, gestos, posturas y juegos de mi hija pequeña mientras contaba las novedades de la semana -como si ella fuera espectadora de las "noticias"-, . Las actualidades eran, por orden, la entrega del Premios Casa de las Américas, obtenido en el género testimonio por Juan Almeida Bosque -miembro del Buró Político del Partido- con su libro Contra el viento y el agua donde narra parte de su experiencia como guerrillero del Ejército Rebelde. Mempo Giardinelli, un escritor argentino, pronunció el discurso que cerró el acto. La segunda información era sobre el cantante norteamericano Peter Seeger, que visitó La Isla y dio concierto en la Cinemateca de Cuba. Allí, solo, con su pequeña flauta, una filarmónica, palmadas y el taconeo de sus zapatos, interpretó canciones, entre ellas una balada -en inglés-, que una traductora trasladaba al español para que el público entendiera que estaba diciendo aquel estrafalario y vital hombre con sus ritmos y movimientos suaves que les invitaba a relajarse. La tercera trataba del XV torneo Panamericano de Judo masculino y V Femenino en San José de Las Lajas, y contrastaba con la anterior por los gritos y violencia que usaban los deportistas sobre el tatami cuando buscaban derrotar al contrario con sus técnicas de artes marciales. Pero lo más interesante del Noticiero 1207 era la explicación del doctor Rafael Albizar, Jefe del Dpto. de Psicología del Instituto Nacional de Endocrinología, sobre el tema básico del noticiero: " ... el stress se produce cuando la intensidad de una situación es grande o no, pero se produce a repetición ... como el hombre es un ser social, las grandes situaciones del stress vienen de la organización social ... situaciones complejas del trabajo, de la casa, de las condiciones de vida hogareña, de la satisfacción de las necesidades, de las relaciones interpersonales y la convivencia, puede provenir de nuestras aspiraciones, de alcanzar un objetivo a mediano y largo plazo ... y las dificultades que podamos tener o no para alcanzarlos... la organización científica de la sociedad es un elemento que puede disolver el stress, porque a veces ... (las situaciones) ... no han sido organizadas de la forma más adecuada ... todos nosotros hemos sido víctimas, en condiciones distintas, digamos de la misma organización del trabajo cuando decimos ' pero eso es muy sencillo' ..." Dicho esto, las alusiones de Albizar se ilustraban mediante brevísimos skechts de situaciones laborales que filmé usando como actores a trabajadores del noticiero y del Taller de Partes y Piezas del ICAIC, donde inserté elementos visuales y sonoros de las noticias anteriores. El corto semanal cerraba con el sonriente psicólogo diciendo: "La felicidad no es una estación a donde llegar sino una manera de viajar..."

En el mismo enero, acompañé a Santiago Álvarez a filmar la toma de posesión de Daniel Ortega como Presidente de Nicaragua -hasta la fecha lo había sido de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, que condujo al proceso de elecciones-. Fue viaje de 3 o 4 días. Conocí Managua, la capital, y contrasté su pobreza con respecto a la de Cuba, y me pareció estar en una de las ciudades menos afortunadas de La Isla en que yo residía y donde dos meses después -marzo- celebramos el segundo cumpleaños de mi hija más pequeña, Laura. Ella y sus amiguitos disfrutaron de un cake que muchos de los niños que vi en Managua hubieran deseado tenerlo en las fiestecitas por los primeros aniversarios de sus nacimientos para apagar el fuego alimentado por las velas.



Por entonces yo estaba casi permanentemente pensando mi primer largo de ficción y había comenzado a escribir el guión. Semanas después, terminado y entregado a la Dirección de Programación Artística, Jorge Fraga me mantuvo expectante un tiempo esperando su aprobación -que yo daba por hecho- para entrar en producción. Durante meses estuve atento a la vida de los niños de Gonzalo, el maestro. Yo quería que ellos fueran actores representándose a si mismos y les veía crecer y crecer sintiendo la frustración de un autor que observa desaparecer la apariencia de sus personajes tal y como los había concebido. Tanto ellos como yo estábamos ilusionados con la posibilidad: hacer una película inspirada en "la vida real", aunque fuese dentro de los límites de censura y autocensura en que vivíamos entonces. Pensar de tal forma no era difícil porque "la vida material" del país entonces era aceptable para una población que disfrutaba -¡y disfruta!-, además, de las ventajas de un clima tan agradable todo el año.

Y llegó la respuesta del ICAIC para La Semilla Escondida. "El tema es interesante y se podría hacer un largo metraje con esta historia, pero tienes que trabajar más el guión ...todavía no está para producción...", me dijo Fraga en la salita de reuniones del 5to. piso, que tenía puerta que comunicaba con su oficina. Lo miré y respondí sosegado: "Estoy dispuesto a hacer todos los cambios y arreglos que digas y discutamos, pero antes quiero saber una cosa, ¿la película se hace este año, o en los primeros meses del próximo?..." Su respuesta fue vaga, imprecisa. Y yo sabía porqué. No disponía de recursos suficientes para invertir en todos los proyectos que recibía. "Eso no importa, lo principal es que sea buena y eso lo garantiza un guión sólido ... de él saldrá, como menos, algo que se pueda... " Yo estaba de acuerdo con el precepto -¡lo aprendí de él!-, pero no con su opinión sobre la inmadurez del guión. Entre otras cosas, porque sabía que, en el ICAIC, hacer una obra o no dependía de muchas variables y no sólo de la perfección de las ideas. Y le dí mi opinión: "Mira, el fondo de esta cuestión es que tú tienes 3 zanahorias en la mano y 30 conejos que las quieren. Y cada vez que uno salta y coge una, pones más alto las que te quedan. Pero la calidad no se alcanza de esa manera ... las buenas películas salen cuando todos los conejos pueden alcanzar una zanahoria. Por eso, me voy con el guión a otra parte ..." Era un salto al vacío y una "renuncia al cine", con una sola alternativa, la televisión.
En marzo había cambiado la cúpula del poder en la Unión Soviética tras la muerte de Chernenko y la elección de Mijail Gorvachov como Secretario del PCUS. También en el ICRT, del cual ahora era Presidente un psicólogo, Ismael González, a quien sus amigos llamaban "Manelo". Yo había cultivado cierta amistad con dos personas que formaban parte del círculo de "renovadores de la TV" que acompañaban al nuevo presidente. Uno, Eliseo Altunaga, guionista de éxito con dos series notables: La gran rebelión (1980), dirigida por Jorge Fuentes, realizador de la "Fílmica del Minfar", que contó con la novedosa y excelente fotografía de Ángel Alderete que residía a 40 metros de mi vivienda en 26 en una 4 veces mayor que la mía; y Algo mas que soñar (1984), realizada por Eduardo Moya, director de Tv, también hecha en co-producción con ECITVFAR. Otro, Jorge Oliver, un excelente humorista y caricaturista que vivía en eterna contradicción con su trabajo como funcionario y sus responsabilidades ideológicas como miembro del Partido. Yo sentía gran afinidad con él y su manera de pensar. Y me complacía la forma en que resolvía los problemas "difíciles" -¡siempre era claro e identifica la contradicción sin cogerle miedo y asumiendo las circunstancias!-. A través de él entregué el guión al ICRT y tras ser leído por los "asesores", me dijo: "...lo hacemos, lo más rápido posible y todos los capítulos que quieras ..." Salté de alegría y cuando llegue al piso de nuevo me di cuenta de que estaba en un problema: el guión escrito era para una película de 90 minutos y ahora me pedían lo convirtiera en una serie para la televisión. Había que escribir mucho antes de comenzara rodar. Aumentar la "historia" para que salieran, al menos 10 capítulos de una hora. ¡Uff!

Tuve suerte. Gracias a Willian Medina -amigo que aspiraba a obtener un papel en mi primer largometraje-, conocí a Rubén Geller, joven dramaturgo ansioso de trabajo y conectados ambos con la mejor tradición del teatro cubano que hacían por entonces los hermanos Dors -el escritor y el director de teatro-. Geller resultó excelente y talentoso colaborador con el cual me entendí muy bien desde el principio. Dividimos el trabajo de escritura, asumiendo cada uno un capitulo que el otro continuaba. Y creamos 11 libretos de episodios de 1 hora que nos esclavizaron el resto del años. Como la obra no la produciría "mi centro de trabajo", seguí realizando noticieros.

En agosto tuve a mi cargo el Noticiero 1239 (La Deuda Externa). Fue edición especial de 20 minutos que transcurrían en el Palacio de las Convenciones donde tuvo lugar el Encuentro de los países de América Latina y el Caribe sobre la deuda externa. Durante una semana miré por la lente del 600 a dirigentes del mundo y en particular de América Latina que conminaban con sus discursos a naciones y bancos del mundo desarrollado a que la deuda que tenían los países pobres con ellos fuese condonada. Estar en un escenario donde se hablaba de los grandes problemas del mundo mediante, sobre todo, "verdades estadísticas" aderezadas con el "lenguaje emocional de las políticas de izquierda" y continuar mi vida cotidiana asociada a los "problemas cubanos del día a día", fue ejercicio que sin lugar a dudas influyó en la manera en que creamos las "verdades sensoriales " de La Semilla Escondida.

Aquel verano compré un libro sobre Leonardo da Vinci, escrito por el crítico de arte cubano Amado Palenque. Mi interés hacia el genio de esa etapa de la historia del Occidente Cristiano que llaman Renacimiento tenía sus raíces en la ausencia de fronteras entre los conocimientos que yo sentía desde que despertó en mi "el deseo de saber". La temporada estival en la mayor parte del planeta se vincula a las vacaciones y aquel año las de mi familia fueron de las más bondadosas y gratificantes gracias a un cruce de llamadas telefónicas donde mi compañera supo, por azar, el número de teléfono donde se podía hacer una reservación de hotel en la espléndida playa de Varadero, con precios que ningún país pobre podría permitirse aunque le perdonaran toda su deuda externa y alcanzara la mejor de las distribuciones equitativas posibles entre su población. El 15 de septiembre salimos Elaine, Laura y yo hacia Varadero para disfrutar de una semana en el Atabey -uno de los nuevos construidos allí después de 1959-. Y mientras yo repasaba estantes de la librería de la terminal de ómnibus y mi compañera llamaba por teléfono a La Habana para decir que habíamos llegado bien, decidí adquirir Excursión a la electrónica, breve manual de José Altshuler, un ingeniero nacido en Melena del Sur que años más tarde fue nombrado presidente de la Sociedad Cubana de Historia de la Ciencia y la Tecnología. Unos minutos después, ella me dijo que debía llamar urgente al ICAIC pues me estaban localizando. Y así lo hice y hablé con Norberto Estrabao -ya directo de la Empresa Productora-. Me notificó que sería parte de la delegación cubana que participaría en un evento de cine cubano en Checoslovaquia en los primeros días de septiembre: "¿Puedes ir?"



De aquellos días en Atabey son las 3 imágenes de Laura que hice con una camarita que nos prestaron y la siguiente -a color, gracias a un amigo que encontramos allí-,. Son parte del testimonio gráfico de nuestro paso por aquel "paraíso" al que no hemos regresado hasta el día de hoy.
A la entonces República Socialista de Checoslovaquia, fuimos "Bambina" -esposa de Estrabao y Directora de Producción de Corto Metraje-, el realizados Juan Carlos Tabío y yo. El viaje fue unas segundas vacaciones para mi, no con playa y luz resplandeciente sino con frío suave y medias luces de otoño europeo. Lo más atractivo de la estancia en la patria del reformador religioso Jan Hus (uno de los personajes históricos que conocía de allí, además del sempiterno Frank Kafka -visité una de las casas, cerca del Castillo de Hacthany, donde vivió y escribió alguna de sus obras-), fue pasear por Praga escudriñar detalles de las fachadas de sus edificios, actitudes de sus estatuas, elegancia de sus puentes y, sobre todo, la solidez empedrada de sus calles. Conocí el ambiente de sus tabernas, la peculiar artesanía de las vasijas donde se beben cervezas y licores, y descubrí que allí también practicaban ritos paganos para predecir el futuro: una "bruja checa" me anuncio cual sería mi destino observando la forma de los residuos de café que dejé tras tomarlo en una tasa de fina porcelana. Pero lo que más admiré fue a los habitantes del país, la hermosura y belleza de sus mujeres y hombres, que en muchos casos parecían salidos de manuales estéticos de perfección, sobre todo los de Bratislava, donde pasamos un par de días. Tuvimos la suerte de poder comunicarnos bien con nuestros anfitriones porque, además de la traductora que nos atendió y acompaño todo el tiempo, "Bambina" también sabía checo.



"¡En que casita tan chiquitica vivía Kafka!"
En los últimos meses del año comencé a pensar y elegir el elenco de actores profesionales que encarnarían a los personajes reales de la serie. José Oriol me ayudó en esta con su experiencia de actor y vocación de organizador teatral, que le fue muy útil cuando se desempeño como asistente de dirección durante la grabación del proyecto. Entre los padres de los ismaelillos "reales", que se representarían a si mismos, la madre de uno de ellos aceptó actuarse a si misma, pero el resto declino la oferta que les hice al respecto. En cuanto al equipo de rodaje, yo deseaba integrar en él a algunos de los especialistas del ICAIC con quienes había compartido, pero las tensas relaciones de entonces entre "el cine y la TV" ne lo prohibieron: "... te contratamos a ti para hacer la serie, pero el resto del personal tiene que ser de aquí ...", me dijeron, arropados por una de las cientos de advocaciones en que manifiesta "la territorialidad y el nacionalismo". Me pareció una tontería, pero no podía hacer nada para hacerles cambiar de opinión, si quería hacer La Semilla Escondida.

1985 fue en mi vida un año intenso de crisis y conocimientos. También de éxitos personales, descansos merecidos y, sobre todo de consolidación de conceptos básicos que utilizaría en mi profesión a lo largo de los próximos 20. Mi optimismo personal ante el futuro de mi familia y del país, alcanzaría su cenit en el año siguiente -durante la filmación y trasmisión de la serie-. Las noticias de "los vientos de cambio" que llegaban a La Isla desde la lejana Unión Soviética me hacían pensar que la estructura del poder en Cuba "entendería que había llegado el momento de curar los padecimientos crónicos del socialismo" y que la vida me alcanzaría para vernos prosperar, al menos, hasta el nivel de cultura material y espiritual que yo había observado en Checoslovaquia -y años antes en la República Democrática Alemania-. Estaba equivocado. En el puzzle que entonces mi cabeza se hacia de cómo era el mundo, faltaban aún piezas para que "la imagen de lo realmente era" pudiese apreciarla con claridad. Pero una parte del rompecabezas quedó definida el día que volví a casa de la madre de Pedro después de ir al hospital a curar las heridas que él provocó en mi cuerpo. Con el certificado de lesiones que me extendió el médico en la mano, se lo mostré a ambos y lo rompí ante sus ojos. "Esto se acabó aquí. Ahora, vamos a encontrar solución a nuestros problemas conversando para saber en qué podemos ayudarnos uno al otro, hablando, trabajando, respetándonos y no como conejos matándose entre si para apropiarse de las zanahorias."

LB
Si desea ver más fotos del Noticiero 1207 -Estress-, visite http://picasaweb.google.es/lazaroburia/Noticiero1207Stress

Si desea ver más fotos de mis vaciones en Varadero, visite: http://picasaweb.google.es/lazaroburia/VacacionesVaradero1985

Si desea ver más fotos del viaje a Checoslovaquia, visite: http://picasaweb.google.es/lazaroburia/ChecoslovaquiaSeptiembre1985

lunes, 5 de mayo de 2008

1984: El Comienzo.

Laura gobernó mi vida y la de la familia este y los próximos años hasta que fue dueña de una independencia que sólo era necesario custodiar en la parte del camino que le restaba para llegar hasta la adultez. Y como sucede en las pequeñas naciones -familias-, los antiguos líderes, comenzaron a retirarse. Mi madre lo hizo este año, a los 62. Mi padre -lo sabría mucho tiempo después cuando lo vi por primera vez-, hacia lo mismo por entonces, pero en Estados Unidos.

En enero, Julia Yip -editora-, su asistente Elaine Santos -madre de Laura- y yo, terminamos Crónica de la dignidad. Documental armado con testimonios de cubanos heridos el año anterior en Granada, sus imágenes y sonidos eran parte del seguimiento que di a la noticia tras mi encuentro con Tortoló. Asumí su respuesta como opinión personal (valiente pues no escondía su incapacidad personal para inmolarse -lo cual debió haber dicho antes de aceptar la misión-). El gobierno cubano nunca divulgó los “hechos de Granada” como derrota. Lo cual era lógico dado la enorme asimetría entre las fuerzas de Estados Unidos y Cuba que allí se enfrentaron. No era necesario ser estratega militar para anticipar el resultado. Por ello, consideré que lo interesante era saber cómo fue y reconstruir los hechos con testimonios directos de participantes en el combate dejándolos contar como se sintieron en medio de la situación y como veían el resultado de aquel encuentro con el enemigo secular. Idóneos para esto, eran los heridos ingresados en el hospital clínico quirúrgico de Centro Habana, bautizado Hermanos Ameijeiras 13 meses antes cuando se inauguró. A Santiago Álvarez también le gustó la idea y sumó su nombre como co-autor de la obra. Hoy no recuerdo nada de lo que me dijeron aquellos hombres y mujeres. Mi memoria sólo guarda de ellos la mezcla de dolor, incomprensión e incertidumbre que les invadió en medio de aquel conflicto. El patriotismo ha sido siempre un sentimiento extraño para mi, casi ajeno -¡no lo rechazo en otros!-, pero nunca a alcanzado a seducirme lo suficiente como para que lo ame incondicionalmente. Cuestión de carácter. Y para formar el de Laura y por economía, ella comenzó a asistir al Círculo Infantil Amiguitos de Polonia -el más cercano a casa-, apenas cumplió 8 meses. Allí, su madre y yo más tarde nos enteramos -por Gertrudiz, excelente maestra-, que también cuidaban y educaban a los trillizos de Fidelito -el hijo casado con una rusa de Fidel-, y otro nieto de Castro, pero de Alejandro. "...el fin de semana abuelito nos montó en su espalda y jugamos a los caballitos con él ...", contaban las pequeñas criaturas para asombro de sus veladoras que nos trasmitían anécdotas del trabajo diario. La convivencia de nuestra hija con descendientes de quienes representaban el poder en La Isla, nos parecía natural y alimentaba la autoestima familiar, aunque yo sabía que esos vínculos eran circunstanciales y se derivaban de vivir en Avenida 26, muy cerca de donde tenían residencia oficial Raúl y Vilma, algunos de cuyos hijos también asistieron al mismo círculo.


En febrero realicé uno de los noticieros que más gustaron al espectador este año. La "noticia" más atractiva de las 4 que trataba, me la dio Fernando Pérez conversando. Y le pregunté si haría algo con ella: "No sé, pero si quieres hazla tú" El Noticiero 1171 -conocido como El Síndrome de la Jirafa-, comienza con el Acto central por el Día del Libro Cubano en conmemoración de la creación de la Imprenta Nacional de Cuba, que clausuró el viceministro primero de cultura, Rafael Almeida recordando que habían pasado 25 años desde que "se nacionalizaron las imprentas y se inició la publicación masiva y a bajo precio de libros que anteriormente la población nunca pudo tener en sus manos..." Tras esta información de pre-crédito, aparecía un primer plano de parte del cuello y la cabeza de una jirafa musicalizado con son de la orquesta Aragón:

Sube un poquito más,
no me digas que no puedes,
que si no sabes más
es solo porque no quieres.

Uno viene desde abajo,
va tratando de subir,
solamente con trabajo
es que se puede vivir...

Y tras una nota breve sobre la Era Mesozoica -115 millones de años atrás-, los animales que habitaban la tierra entonces -entre ellos los desaparecidos dinosauros-, reproducidos en el Valle de la Prehistoria en la zona de Mayajabo, Baconao en Santiago de Cuba, y breve explicación de cómo se había desarrollado el sistema nervioso de los seres humanos y el papel que en ello jugó la palabra, comenzaba una secuencia de entrevistas a la población sobre la presencia de jirafas en el zoológico de 26.
De las muchas que hice, seleccioné 17, de las cuales en 14 - a personas de edades y/o genero diferentes- afirmaban que había o hubo ese tipo de animal allí, incluso recordaban la cantidad, 4, 5 , una pareja, etc. Solo 3 lo negaron. Supongo que los espectadores se rieron mucho al comprobar que se puede recordar que hay o hubo "algo" en un lugar donde nunca lo había habido. Las leyes de la memoria que provocan el Síndrome de la Jirafa, ilustrados sus síntomas por la actitud y convicción gestual conque casi todos los visitantes que acudían a aquel lugar de 26 afirman que "¡sí, que aquí hay jirafas!", las explicaba Pablo Ramos Rivero -psicólogo especialista en Programación Cinematográfica-. Tal desarreglo de la memoria humana se produce gracias a la gran cantidad de veces que hemos visto jirafas en el cine y los cómics -Tarzán-, en libros y/o en cualquiera de los medios que nos alimentan de recuerdos con la información. Y aunque Ramos tranquilizaba al espectador diciendo que no era necesario acudir al psiquiatra al ser víctima de un episodio patológico del tipo "jirafa", la advertencia de que esté podría llegar a convertirse en epidemia colectiva no solo "imaginando jirafas", sino en otros muchos sentidos, quedaba implícita.

Y después del psicólogo y para que no dejar duda alguna, el Doctor Abelardo Moreno, miembro del grupo fundador del viejo Zoológico habanero y Director del Proyecto del Nuevo Zoológico Nacional inaugurado 3 años antes en las inmediaciones de Calabazar próximo al Parque Lenin, confirma que nunca hubo jirafas en el de 26, aunque se construyó una caseta alta para ellas pues a principios de 1960 hicieron convenio con una firma norteamericana vendedora de animales y compraron una pareja en Mombasa, Kenia. "Hicimos un viaje a Washington, depositamos en un banco de Miami los 10,000 dólares que costaban y todo parecía que estaba resuelto, pero empezaron las dificultades..." Nunca llegaron a traerlas. "Ahora -1984- si hemos adquirido 3 jirafas de la especie reticulada, que es la más grande de todas al extremo que el macho adulto puede tener una altura de 18 pies con el cuello erecto..."

Las actualidades de la semana finalizaban con las jirafas nuevas comiendo de la abundante hierva que le servían y entrando en sus jaulas, acompañadas por la voz de Silvio Rodríguez cantando:

... Imaginada
y así aprendo la lección
de que tengo poco o nada
yo de imaginación ...

Las 4 noticias las "enlacé" mediante fragmentos de comedias silentes de Buster Keaton que ejemplificaban como fue la vida en la prehistoria: conflicto de dos cavernícolas por una mujer, la lucha para obtener alimentos, el desarrollo de la tecnología y la desigualdad entre sexos.

En abril visitó Cuba una cantante norteamericana de apellido Near (cercano). Su nombre repetido dos veces. Holly, Holly, dio título al documental que hice sobre ella valiéndome del concierto que ofreció en Casa de las Américas, una entrevista donde cuenta su evolución como ser humano a través de algunas experiencias que habían influido en su manera de ver el mundo y que justificaban la orientación política de sus canciones, interpretadas magistralmente por su voz extraordinaria. Hice esta obra movido por el entusiasmo que me trasmitió Jesús Díaz al hablarme de las cualidades artísticas de Holly, a quien me presentó, cuativándome de inmediato su sonrisa dulce e ingenua de campesina norteamericana.


Los 26 minutos de Holly, Holly quedaron con factura profesional impecable gracias al trabajo del fotógrafo -Raúl Pérez Ureta- y el sonidista -Gerónimo Labrada, las luces de José Albelo y la foto animación (muchas nos la proporcionó ella) de Pepín Rodríguez, que Eusebio Ortiz complementó con efectos ópticos. Jesús Díaz de la Cerda -productor-, hizo buen trabajo de coordinación y todo fluyó sin problemas hasta el cuarto de edición donde Julia Yip dio, una vez más, muestra de experiencia y sensibilidad para el montaje y la edición.




Aunque yo no era parte de ninguno de los "grupos de creación" en que se habían organizado los directores como parte de la descentralización que propició Julio García Espinosa al asumir la conducción del ICAIC, y aún siendo Holly, Holly obra que emprendí bajo aprobación de Santiago Álvarez -todo lo hice en y desde el Noticiero-, el "visto bueno" debía ser dado por alguno de los "cabeza de grupo", Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás o Manolito Pérez. Opté por el primero y me sentía muy contento minutos antes de que él llegara a ver "mi película". Pero su lacónico, apático y casi indiferente comentario tras la prevista -"Bueno, sí, está bien..."-, desinfló totalmente mi autoestima y la que yo sentía por él. Quizá aquel no era uno de sus mejores días o le había pasado algo que le hacia comportarse así. Aunque después pensé sobre cómo afectaba a los cimarrones como yo, Luis Felipe Bernaza, o a los pocos realizadores que no había elegido gurús que apoyaran sus proyectos, los perfiles ideológicos y las afinidades electivas sobre las que se había creado los "grupos de creación", que siempre percibí como “holdings” de intereses. Ser "freelancer" dentro de estructura institucionalizada, es algo muy difícil. Pero era y es mi elección. Y debía y asumo sus ventajas y dificultades.


En mi próximo documental de este año, la suerte de mi carrera artística comenzó a cambiar. La Semilla Escondida encantó a todos desde que presenté la idea a Jorge Fraga hasta la sesión cuando lo visionaron los artístas en uno de los viernes de análisis en la salita del 5to. piso. La obra cuenta la historia de un maestro de matemáticas de primaria que se vale de la música para estimular el aprendizaje de ellas entre el peor grupo de sus alumnos, a los cuales convierte -tras preguntarles lo que les gustaría hacer- en conjunto musical. Conocí al pedagogo en el estudio de la EGREM (Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales) en el primer trimestre de este año, mientras le filmaba para hacer una nota para el noticiero. El Grupo Ismaelillos -sus niños traviesos, ninguno llegaba a 13 años-, habían adquirido ya cierta fama en festivales y eventos culturales nacionales. Los 3 minutos que duraba "la nota", dejaban al espectador con muchas ganas de saber más sobre el milagro logrado por el maestro cienfueguero. Y yo intuí en los cuentos y anécdotas que me hizo sobre los conflictos que enfrento para desarrollar su idea (los personales -esposa y parientes-, los profesionales -con padres de esos alumnos-, y sociales -con las autoridades locales-), que en todo ello había una historia muy potente no sólo para un documental, sino hacerla crecer hasta alcanzar la película de ficción que todos los documentalistas de mi generación estábamos buscando hacer.


Los 21 minutos de La Semilla Escondida narran, a través de lo ocurrido a Gonzalo Bermúdez con cada uno de los 10 niños (9 anécdotas pues 2 de ellos son jimaguas), cómo nacieron Los Ismaelillos -nombre escogido por ser el del único hijo conocido de la personalidad histórica más relevante de Cuba, José Martí-. El documental pasea por pasiones, emociones, sus fuentes y conflctos y la manera en que la individualidad se enfrenta a las circunstancias materiales y espirituales que le rodean para modificarlas a favor del mejoramiento humano y/o perpetuar un modo de vida. Cada niño ejemplifica un perfil psicologico y/o social: Humbertico -el retraído de padres profesionales con buena situación económica-; Duilio- el intranquilo, maldito y frustrado, de procedencia popular-; Humberto Miguel -el indisciplinado deportista, negro, de familia favorecida por planes sociales-; Julito -el talentoso que llega a 4to. grado sin saber leer ni escribir, arropado por madre soltera apetitoza y abuela vigilante-; Jorge -el inteligente que quiere vivir de la suya, pero no alcanza los resultados que sus padres, obreros, esperan de él-; Alexander -el meditabundo que no entiende la nueva relación de pareja que tiene su madre divorciada, hacendosa y con 2 hijos más -; Raúl -que sufre por sus orejas grandes que los progenitores consideran innecesario operar-; y Damián y Daniel -de origen asiático, que quedan al amparo de sus viejecitos abuelos maternos tras la muerte de la madre que, antes de desaparecer, pide al maestro se ocupe de sus hijos-. La obra combina el estilo realista y objetivo del documental testimonial, con puestas en escena de ficciones musicales inspiradas en lo fantástico e inusual -lo cual era novedad en la imagen documental del país que por entonces distribuía el ICAIC-. El fotógrafo -Raúl Pérez-, obtendría el premio al mejor trabajo de su especialidad en el Festival de Cine de la UNEAC del siguiente año, cuando "la semilla" comenzó a crecer y crecer para convertirse en lo que contaré en la crónica sobre 1985.






En septiembre de 1984, disfruté por primera en años de vacaciones en la playa -Bacuranao-, gracias a un plan del sindicato para distribuir estímulos entre los trabajadores. Fue semana que nunca olvidarán mi madre, mi hija mayor, la mayor de mi compañera y la pequeña Laura. Al regreso del descanso, con energías renovadas, comencé a soñar con mi primer largo de ficción basado en la historia del profesor, sus incorregibles educandos y la matemática convertida en música. Pero paralelamente, seguí aferrado a la realidad de las noticias que, en octubre, 19 días antes de cumplir los 67 años, anunciaban el asesinato de Indira Gandhi a quien, a pesar de la distancia con que solía y suelo observar a los líderes políticos del planeta, me producía un sentimiento de agrado saber que intentaba gobernar al segundo país más poblado del mundo donde cientos de millones de personas intentaban ponerse de acuerdo hablando en 100 lenguas distintas. Extraña cultura.




La Ley No. 48, de 27 de diciembre de 1984, Ley General de la Vivienda, autorizó la transferencia de la propiedad a los usufructuarios onerosos y ocupantes legítimos de sus viviendas -nosotros, yo, Laura y su madre, lo éramos de la vivienda que habitábamos en 26- , y la entrega en propiedad de las viviendas que en lo sucesivo se asignaren por el Estado para esos fines, y legalizó situaciones de hecho en la ocupación de la vivienda que hasta entonces no habían tenido solución jurídica. Este proceso convirtió en propietarios a más de setecientas cincuenta mil familias. La mía fue una de ellas tras firmar yo un contrato de compra y pagar el valor en que fue tasado el espacio que nosotros, con esfuerzo y recursos personales, convertimos en vivienda. El Albergue del ICAIC pasó a manos de los 10 núcleos de familia -algunos de un solo miembro- que allí habitábamos. Todo en mi vida parecía que comenzaba a mejorar. Pero El Azar y La Causalidad Mundial preparaban ya su siguiente jugada que, sin saberlo, afectarían el futuro de mi Pequeña Nación. El 11 de marzo de 1985, con la elección de Mijail Gorbachov, secretario general del PCUS, comenzaría la perestroika en la URSS. En ese momento yo escribía el guión para un filme que nunca hice: La Semilla Escondida. Era El Comienzo.

LB

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lunes, 21 de abril de 2008

1983: un cuarto de siglo después.



2 horas y 32 minutos después que Indira Gandhi tomo posesión de la Presidencia del Movimiento de Países No Alineados, e inauguró su VII Cumbre el 7 de marzo de 1983 en Nueva Delhi, a 13,855 kilómetros de allí, en el Hospital Sagrado Corazón de la Ciudad de la Habana, salió del vientre de su madre -Luz Elaine-, mi segunda hija: Laura María Buría Santos. Cuba aún vivía el día anterior, 6 de marzo (según el Tiempo Universal Coordinado que asigna franjas horarias a cada uno de los espacios en que divide el planeta, con lo cual se sabe día y hora del lugar donde está otro humano con quien queramos comunicar, sea por teléfono fijo, móvil, o otro canal de las nuevas tecnologías de contacto que facilita Internet gracias, entre otras cosas, a más de 9,000 satélites artificiales que orbitan nuestra casa en el Cosmos). Eran las 10 y 32 minutos de la noche y fui padre por segunda vez.



2 semanas después de nacer Laura, ocurrieron dos fenómenos naturales atípicos en la zona occidental de La Isla. Varios tornados atravesaron la provincia de Pinar del Río y un Mar de Leva (aumento excesivo de la altura de las olas producto de la fricción entre superficie del mar y viento), desbordó la costa e inundó parte de la zona habanera del Vedado. A Julio García Espinosa -nuevo presidente del ICAIC en sustitución de Guevara, nombrado Embajador de Cuba ante Unesco-, le impresionó el Noticiero 1118, que realicé sobre ambos azotes climáticos. Pero le parecía innecesario un comentario del narrador que escribí para la secuencia de la inundación en la capital: "Resultaba curioso observar el clima de tranquilidad y confianza que se veía entre la población, que parecía conocer ya que en esos momentos la dirección del Partido y el Poder Popular estudiaban las más rápidas soluciones y facilidades que se darían a las familias dagnificadas para restablecerles bienes y equipos." Julio no explicó porqué lo dicho "sobraba", pero yo supuse, aunque no lo dije, que era por la misma razón por la cual yo lo agregue. Enfatizaba lo que la imagen revelaba: el carácter festivo de los cubanos ante algo que era, realmente, trágico



El cambio en la dirección del organismo, no modificó esencialmente su política cultural, pero trajo sistema de trabajo más descentralizados. La "gente del ICAIC" se preguntaba si la salida de Alfredo la provocó el impacto que tuvo la película de Solás, Cecilia -él la defendió a capa y espada-,que absorbió demasiados recursos de la industria en detrimento de la calidad de otras producciones y su cantidad; o si fue la resistencia del ex-presidente a someterse a tutela de organismo superior -Ministerio de Cultura-, y/o negarse a seguir la línea trazada para "los medios" por el Departamento Ideológico del Partido. La opinión de "los creadores" difería en cuanto a sí "el cambio" sería bueno o malo para el ambiente de libertad creativa que disfrutaba "la Torre de Cristal" -así decían al ICAIC quienes lo evaluaban desde afuera -, pues ahora quedaba bajo dirección del ministro del Mincult -Armando Hart-. Alfredo Guevara -como parte de su equipo de trabajo en París-, llevo a dos de sus delfines más cercanos: José Antonio Gonzáles y Manuel Pereira, ambos jóvenes -relativamente, como yo-. El primero era excelente y carismático publicista a cargo del programa Historia del Cine en la televisión; el segundo, escritor "de talento" -al decir de la intelectualidad insular- tras publicar sus dos primeras novelas: El Capitán Veneno y El Ruso. A ambos, les acompañó en la misión, como esposa - verdaderamente joven pues nació en 1959-, y que después seguiría la profesión de su ex-marido, sobrepujándole con creces en cuanto a fama y venta de libros, pero ya como disidente en exilio: Zoé Valdés.

En abril, se me ocurrió repetir "la fórmula de Tiburón", pero con noticia sobre una obra que atrajo mucho público al Teatro Musical de La Habana: La verdadera historia de Pedro Navajas, del autor puertorriqueño Pablo Cabrera, que transformó la conocida canción del salsero panameño Rubén Blades en pieza para dos actos cuya puesta escena dirigió Jesús Gregorio. El tema central de la obra, la relación macho/hembra en el mundo marginal, la explotación de ella por él, los celos y la violencia, eran disfrutados enormemente por espectadores que salían tarareando estribillos, sobre todo el más pegajoso: "...la vida te da sorpresa, sorpresas te da la vida, ay Dios ...", primera estrofa de los tres versos finales de la canción:

...Pedro Navajas matón de esquina
quien a hierro mata, a hierro termina...

Valiente pescador, al anzuelo que tiraste,
en vez de una sardina, un tiburón enganchaste....

Como decía mi abuelita, el que último ríe, se ríe mejor...


Cuando Laura cumplió 46 días, partí de viaje para alcanzar la antípoda del lugar del planeta donde residíamos. Norberto Estrabao -director de la Empresa Productora en sustitución de Riquenes, que pasó a "nivel superior" en el ministerio-, Gloria María Cossío -asistente de dirección-, y yo fuimos la delegación que envió el Cine Cubano al Festival de Cine Nacional de Viet Nan. Tras casi 12 horas de viaje, hicimos escala de 48 en Moscú y paseamos la Plaza Roja con su cola para visitar al "líder embalsamado", murallas del Kremlin y 8 cúpulas de la catedral ortodoxa de San Basilio. Pero no pudimos "hacer compras" en los Almacenes Gum porque la dieta de bolsillo sólo alcanzaba para la obligada infusión pues aunque era finales de abril el frío obligaba aún a mantener caliente el cuerpo.



Saltamos hasta Asia en enorme nave de Aeroflot que hacia aún trayectos de prueba pues no estaba aprobado para sobrevolar el mar. Su espacio para más de 300 lo ocupamos 6 pasajeros, entre los que estaba una artista tahilandeza que me regaló una dulce canción en tai, dejándome en estado de calma para resistir las 8 horas que pasamos juntos tras despegar de la capital de Usbekistán -Taskent-, donde habíamos hecho parada técnica no sé porque razón, pero que nos permitió admirar sus singulares edificios y esculturas, además de respirar el peculiar olor a carnero que impregnaba su atmósfera musulmana.


Alcanzar Hanoi, desde la siguiente escala en la India -Nueva Delhi-, fue rápido: 4 horas. Y tras dormir una noche en la heroica ciudad que parecía, todavía, bombardea el día antes, nos levantamos a las 5 de la madrugada para recorrer en coche los 1143 kilómetros que nos separaban de Saigón, a quien llamaban ya Ciudad Ho Chi Minh. A esa hora, mientras desde mi ventanilla miraba a los campesinos vietnamitas moverse inquietos por arrozales inundados de agua -buscando a cuanto bicho vivo pudieran capturar para desayunar, como nos explicó el traductor-, su madre estaría dando a Laura la toma de leche de las 3 de la tarde del día anterior, pues nosotros atravesábamos puentes de hierro, vados y ríos de un tiempo que ocurriría para ellas 14 horas después -diferencia horaria entre ambos países-.


Cuando el murmullo de lenguas que te rodea en Occidente cambia por el de las tonales asiáticas y ves que los ojos que te miran tienen otra geometría, descubres que "el raro eres tú". No entiendes nada de lo que se conversa a tu alrededor y cuando intentas descubrirlo en las caras, solamente una expresión te es afín: la sonrisa. Gracias a Hue, nuestro joven "Lazarillo guía traductor", fue que pudimos orientarnos en los laberintos de signos y señales -incomprensibles para nuestro código caribeño-, que indicaban donde estaba cada lugar y/o cosa en aquella ciudad atiborrada de bicicletas y motos. Pero nunca logré comprender la dolorosa risa intensa -casi histérica- de Hue mientras traducía para nosotros, en la semi oscuridad del cine, lo que contaba un documental -mostraba mujeres, hombres y niños deformes y/o mutilados- sobre los efectos que produjo el "agente químico naranja" utilizado por el último enemigo que tuvieron que enfrentar para obtener su independencia tras siglos de colonialismo. Tampoco entendí porque un monje budista, tras acceder a posar junto a nosotros en una foto -el rollo se veló-, en la visita que hicimos a Vung Tau para ver templos y las enormes olas del Pacífico que acaricia sus playas, después extendió la mano con la palma abierta como exigiendo, respetuosamente, propina por "su trabajo". La foto con el tigre, fue después.





Recordando el clima del sur de Viet Nan, mientras filmaba los carnavales de Santiago de Cuba -asociados a la fecha más importante conque se vincula y celebra La Revolución desde 1959 por lo sucedido allí en 1953-, me di cuenta que eran muy semejantes: húmedos y calurosos. Propuse a Santiago Álvarez hacer un documental -Biografía de un Carnaval-, aprovechando la cita obligada a que acudíamos allí por el 30 Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada. Accedió, pero dijo que lo haríamos en co-dirección. Para mi era "un honor" ver mi nombre junto al suyo firmando la autoría de una obra, de la que tuve que ocuparme casi exclusivamente yo porque a él no le alcanzaba el tiempo para todo el trabajo que tenía, entre ellos su primer filme de ficción -y único-, Los refugiados de la Cueva del Muerto, y otro de sus grandes documentales épicos sobre la lucha revolucionaria en América y el mundo: Las campanas también pueden doblar mañana. En su discurso público número 24 para recordar la fecha, Fidel hizo énfasis en la necesidad de fortalecer la capacidad defensiva de Cuba frente a la amenaza norteamericana. Por eso dedicamos el Noticiero 1141, que hice en septiembre y fue edición especial de 20 minutos, a "la guerra de todo el pueblo", ilustrada con el ejercicio de una operación combinada de milicias y fuerzas armadas que se llamó: Bastión 83. Fue tan real y tan bueno el montaje de imagen y sonido, que algunas personas preguntaban: "...¿pero es la guerra de verdad o no?..."

La "de verdad" ocurrió a finales del mes siguiente. Y aunque no fue en Cuba, cubanos fueron protagonistas en ella y su pueblo entero, dentro de La Isla, la sintió como propia. A las 5:00 a.m. del 25 de octubre, comenzó la Operación Furia Urgente, la más grande e importante realizada por el ejército norteamericano desde que finalizó la Guerra de Viet Nan con el Acuerdo de Paz de París en 1973. La 82 División Helitransportada Reforzada, apoyada simbólicamente por otros países del Caribe oriental, desembarcaron en la minúscula Granada -sus 344 kilómetros cuadrados caben 2 veces en la provincia Ciudad de La Habana-. Y en pocas horas, los 1.200 iniciales pasaron a ser 7.000 soldados. 7 meses antes, cuando Maurice Bishop (líder del Movimiento New Jewel) derrocó a Eric Gairy y asumió el poder en el pequeño paraíso, el gobierno cubano le apoyó en su plan de desarrollo económico, ofreciendo colaborar en la creación de un nuevo aeropuerto. A estos efectos, más de 700 cubanos llegaron al país vecino para construirlo. Esto no gustó a Jamaica, Barbados y otros estados de la zona -también paraísos turísticos-, que encontraron razones para considerar la obra como peligro potencial de expansión militar castrista, dado el rumbo político tomado por el partido "Nueva Joya". Y temiendo, quizá, que la pista para despegue de aviones, se transformara en trampolín para agredirles, pidieron la ocupación de la islita cuando 6 días antes del desembarco -19 de octubre-, la situación interna de la misma se descontroló pues el viceprimer ministro - Bernard Coard-, respaldado por sus partidarios, ejecutó a su amigo Bishop en Fort Rupert. Este suceso, sumó -a las anteriores-, "la necesidad de poner a salvo a sus nacionales y familias residentes allí", que usó Estados Unidos para emprender la invasión.





Enterado (pues en política, economía y guerra, toda se sabe antes de que ocurra), un coronel de las FAR -Fuerzas Armadas Cubanas-, fue enviado a Granada cuando los barcos de Furia Urgente estaban aún en camino hacia su destino. Pedro Tortoló Comas ("de la extirpe de Antonio Maceo" -el más famoso y arrojado de los generales de la contienda de 1898 que libró a Cuba del coloniaje español-), tenía órdenes precisas y estrictas de Fidel: entregar fusiles a los trabajadores civiles cubanos y organizar la resistencia armada para impedir que los gringos tomaran el aeropuerto. Nadie debía rendirse y debían luchar hasta la victoria o la muerte del último combatiente. Con esta información -en voz directa directa del Comandante en Jefe-, y con entrevistas directas y rápidas, hechas al azar en la calle, para recoger opiniones sobre qué pensaban los cubanos de un desenlace que nos conmovió a todos -divulgado por la radio al mediodía del martes 26- de que "el contingente cubano resistió hasta la muerte del último de sus hombres y se inmoló abrazado a la bandera" de la estrella solitaria, realicé el Noticiero 1149.



Los sucesos ocurrieron con tal celeridad entre el lunes y martes -terminamos la edición casi al amanecer del miércoles-, sin que el gobierno cubano tuviera información directa de lo que sucedió -, que cuando obtuvo la real y comenzó a explicar lo que pasó -el 27-, ya no hubo tiempo de detener la distribución del noticiero en los cines a partir del jueves 28, cuando ya sabíamos que no todos había muerto, ni siquiera la mayoría y nos enteramos que 699 de ellos volverían vivos a la patria -59 de ellos heridos-, y que la cifra verdadera de muertos era de 25.


Y fueron llegando y se les alojó en 2 hoteles nuevos construidos en Miramar -Tritón y Neptuno-, donde seguí filmando para dar continuidad a la noticia que, ahora, concentraba su mayor expectación en el regreso de Tortoló, que había logrado replegarse y escapar con un grupo de 42 para ponerse a salvo en la Embajada Soviética en Saint George -la capital-. Su regreso -como el del resto- fue trasmitido por el principal canal de la televisión y la astucia de la audiencia detectó, inmediatamente, en los tenis blancos que traía puestos Tortoló, una señal de que "el deporte de correr" había formado parte de la lucha. Entonces dije a los dos camarógrafos que me acompañaban y al sonidista -Iván, Dervis y no recuerdo quien portaba el micrófono-, que estuvieran atentos a mi señal porque quería hacer una pregunta a Tortoló cuando apareciera en el vestíbulo del hotel para saludar a sus compañeros de batalla. El clima allí era tan caótico y delirante -sollozos de mujeres y madres encontrando esposos, hijos y/o hermanos, compañeros del mismo contingente del aeropuerto abrazándose anegados en lágrimas pues no sabían que había pasado al otro-, que cuando vi al "héroe" bajar por una escalera. Y di orden al equipo para abrirnos pasos entre la cordillera de sentimientos y emociones y tomar por sorpresa a nuestro objetivo. Fuimos tan eficientes, que la seguridad que custodiaba al coronel no llegó a tiempo para impedir que yo le preguntara -rodando cámara y moviéndose cinta de la grabadora-: "¿Cuál fue el momento más difícil del combate para ti?" Y vi como desaparecía de su rostro la sonrisa mientras le invadían los signos y señales de la derrota dolorosa y triste, antes de decir: "Cuando tuve que ordenar retirada". Y entonces llegaron los miembros de la seguridad que le cuidaban y, cortésmente, dijeron:
"No se puede entrevistar al compañero, es la orden que tenemos, disculpen."


En algún estante del archivo fílmico, estará esa toma entre los "descartes del noticiero". Ni siquiera pregunté a Santiago -sólo se lo mostré- si podía utilizar esa "exclusiva" en la próxima edición. Pero a partir de este momento, comencé a preguntarme -con más énfasis que antes- ¿porqué era tan primitiva y torpe -no manipuladora pues todas lo son pues sin ella no habría comunicación-, la política de información implantada en el país por el Partido. Aún hoy, un cuarto de siglo después y muy lejos de aquel zoológico de 26 al que llevé a Laura, sus hermanas, su madre y la mía, para que viera y conociera, a fines de aquel año, los animales que hay en muchas partes del mundo, sigo sin tener respuesta definitiva para esa pregunta, que parece sencilla y fácil de responder, pero no lo es. Al menos en mi opinión.






LB