Y tras 20 minutos de fuego cruzado entre "mi obra" y "el pequeño ejército de espectadores": primero, silencio. Después, opiniones. Por supuesto, el que manda habla primero. Rigoberto dijo: "Está bien, solamente hay que hacer algunos arreglos, se puede, ¿no?" Fraga confirmo la posibilidad. Y el general comenzó a revelar lo que no le parecía adecuado o no entendía porqué estaba en el documental. Eran 10 o 12 "cosas" -no recuerdo todas con exactitud- que abría que quitar o sustituir. Entre ellas, el largo bostezo -a toda pantalla- que había actuado yo mismo para insertarlo en la secuencia del despertar del campamento de cortadores de caña. Secuencia de la cual también le parecía innecesario el recorrido de la cámara que mostraba a soldados durmiendo en disimiles posturas -como es lógico en tal estado-. También sintió “rara” la fotografía. "Se ven las cosas muy grandes". Y mientras le escuchaba, me di cuenta que no sabía las consecuencias que tendría para el documental los "arreglitos" que estaba proponiendo: hacerlo aburrido. La cara y el silencio de Fraga me anunciaban nada bueno para la suerte de la obra. Fue entonces cuando opté por asumir las riendas del diálogo que él, supuestamente, debía conducir. Desde mi grada al fondo, bajé y cuando ya no le quedaba casi nada por destruir al general, dije:"Me parece bien lo que usted a dicho, pero me gustaría oír la opinión de los otros." Y pregunté a los oficiales que le acompañaban. Empezamos a oír opiniones “positivas" de lo que habían visto, aunque algunos cerraban su elogio con el "...pero el jefe tiene razón en ..." Aún así, logré cambiar -un poco- a favor, la "tendencia de opinión". Pero ello no bastaba. Entonces propuse al General "...ver de nuevo el material..." y que él fuera diciendo -en detalle, plano a plano- qué le gustaba y qué no. Pedí al capitán Ernesto López (años después llegó a Teniente Coronel y actualmente es Presidente del ICRT) que me dejara un espacio entre él y su jefe, para comunicarnos mejor. Y las imágenes y sonidos volvieron a intercambiar fuego con ojos y oídos castrenses.
Finalmente no hubo bajas, ni catástrofes que lamentar. La terapia crítica del segundo pase -al menos yo lo supuse así-, propició que Rigoberto reconociera -en su propia voz- que lo contado sobre su ejército acumulaba muchos más aspectos positivos que los considerados por él impropios -no todos apoyaron sus "observaciones", aunque ninguno las descalificó-. Y pactamos. Se harían "los arreglos" -que yo considerara pertinentes- propuestos por él. Delegó en Ernesto la aprobación final -era normal que un general no dispusiera de tiempo para invertir en cuestiones de "arte y cultura"-. Una semana después, cumplidas las "modificaciones" que consideré justas, Ernesto y yo volvimos a inspeccionar el documental. Y cuando se encendieron las luces me miró y dijo: "¡Pero no sé qué has cambiado ... parece lo mismo ..." Y respondí: " ...pero hice ..." esto y esto -no recuerdo que era-. "¿Tú le ves algún problema ideológico?" -insistí-. "No...pero ...-entonces sonrió y sentí en su rostro una inteligencia sana, pero comprometida- ...está bien, déjalo así, por mi está aprobado."
Sabía -y sé- que dialogar con la beligerancia de "los guapos" -recuerden que en Cuba es sinónimo de valiente y sus “guardias” presumen de serlo-, no era -ni es- fácil. Pero no fue hasta que viví esta experiencia con ellos -ahora como cineasta-, que pude entender sus atavismos culturales como “ejército rebelde”. Y me di cuenta que esas ideas y conceptos retenidos en lo que suele llamarse "el inconsciente", me incomunicaban con los de oficio y rol militar en la sociedad que vivía y complicaban – y complican- armonizar el reconocimiento e importancia que ambos –y otros sectores de la sociedad civil- tenemos para hacer más útil, productiva y placentera la convivencia de “todos” en la pequeña isla. Pero me quedaba el consuelo de que los "bitongos" -creía yo-, que habitaban en la "Torre de Cristal" -así veían al ICAIC no sólo otros sectores culturales sino también políticos-, entendieran más fácilmente la "propuesta estética" de mis Soldados de esta guerra.
Y como era habitual los viernes, cuando los "artistas" discutían entre si obras recién producidas o alguna película extranjera notable, llegó el turno a mi "opera prima". Y la misma sala volvió a llenarse. Ahora de talento artístico y estrellas de la ficción y el documental -recuerdo que estaba Tomás Gutiérrez Alea, no estoy seguro si también Humberto Solás y Julio García Espinosa-, realizadores, fotógrafos, editores y alguno o alguna de una u otra de las especialidades incluidas en la denominación que nos definía genericamente y que tanto nos gustaba oír: “creadores”.
El debate después de visto el filme, me resultó casi tan “extraño” como con los espectadores de uniforme, aunque por otras razones. A estos también les pareció rara y singular una "puesta en cámara" que se aproxima tanto a detalles. Intenté explicarles porqué decidí usar un estilo de fotografía que “veía” las cosas tan “de cerca”. Y mencioné la diferencia entre metáfora y metonimia que Jakobson y Halle derivaron del estudio de dos casos de afasia -trastornos en el lenguaje-, expuestas en su libro Fundamentals of Language de 1956. Pero faltó tiempo para discutir las implicaciones de esos conceptos de la neurolingüística para el discurso cinematográfico (análisis que sí había hecho con Fraga cuando reviso la obra pues él conocía el texto y le interesaba el tema) porque los “artistas” allí reunidos eran -también por atavismos culturales de “otros rebeldes”- refractarios al “slang de las ciencias” para argumentar u opinar en cuestiones "artísticas". Y para terminar -ya era tarde- Bernaza dijo "...el documental tiene cosas interesantes..." y alguno sentenció "...es muy pretencioso para ser la primera obra..." Y cosas en ese estilo, hasta que el cansancio nos venció y comenzamos a salir al pasillo en busca del elevador. Fue entonces cuando Daniel Díaz Torres se me acercó y preguntó: “¿dónde estaba la cámara en la entrevista al gruero?”. Y respondí: “En la cuchara, para que nos levantara desde la raíz de los cimientos hasta el cielo.” Y abriendo los ojos exclamó: “¡Pero eso es un peligro!”
LB
ANEXO: ESCALETA DESCRIPTIVA
- CRÉDITOS: Abeja, botas, manos, fusiles y oficial gritando voces de mando.
- SECUENCIA I: Fundación y objetivos del EJT: Fidel en Congreso del PCC y Raúl Castro en ceremonia de intercambio simbólico de sombrero y gorra entre dos soldados. Jóvenes civiles pasan a ser reclutas con uniforme. Coronel Américo Esteban Arbucias y López (soldado más viejo del ejército más joven) habla a cámara al estilo de la publicidad. Tareas fundamentales: producción y defensa contra el bloqueo. Educación y formación ideológica de las nuevas generaciones. La fuerza de más alta productividad del país. El arma fundamental: la consciencia "...puede ser visto y representado por este objeto." -machete en caja encima de TV-, zoom in (desplazamiento del encuadre hacia detalle de la imagen) entra en pantalla del televisor donde se repite hasta el infinito la misma imagen del coronel, el machete y la televisión. Fragmentos estatua Maceo crean ilusión de movimiento que pasa a jóvenes a caballo con machetes y banderas convertidos en mambises.
- SECUENCIA II: La vida en la Unidad Militar. Oficial llega (es subjetiva -punto de vista del oficial- hecha con cámara en mano y voz off). Habla de su experiencia y cómo el ejército lo cambió mientras recorremos las instalaciones y vemos la forma de cortesía del saludo militar que le ofrecen sus subordinados -durante el paseo se insertan imágenes del festival de cultura de la EJT donde los soldados interpretan músicas y coreografías. Finalmente, entramos en un oficina y descubrimos quien es el oficial -el Teniente Mok-, que se sienta tras un buró y revisa papeles.
- SECUENCIA IV: Deporte y preparación combativa. Montaje cruzado de momentos de entrenamiento físico y enseñanza para armar fusil y disparar.
- SECUENCIA V: Trabajo de Construcción. Soldados Instalan líneas para ferrocarril que "conectan el interior con la capital" y construyen edificios en el campo. Entrevista a Antonio González Águila - gruero-: la cámara comienza till up -movimiento vertical hacia arriba - desde el fondo de cimientos y descubre la columna amarilla de la grúa que está operando Antonio desde la cabina con paredes de cristal que se desplaza sobre un fondo de paisaje verde y cielo azul. El joven cuenta cómo y porqué -"...me gustaba ser gruero..."- adquirió el oficio tras jurar 5 años más de servicio militar. "...mi madre se llama Mariana y mi padre José..."
- SECUENCIA VI: Estudio. Maestra lee texto - es un fragmento del diario de José Martí en primeros días de "la guerra necesaria"-. Panning -desplazamiento horizontalmente- de la cámara sobre rostros de alumnos que escuchan en la oscuridad iluminada por el fuego de lámparas de petróleo. Y termina diciendo: "...vemos, al fin del llano, los faros eléctricos ..."
- SECUENCIA VIII: Internacionalismo. Lectura de carta, voz off -ante grupo de soldados y trabajadores civiles- que felicita a soldado de una Unidad del EJT por su comportamiento en Angola. Se inserta foto de él con su novia, que es parte del grupo que escucha el reconocimiento.
- SECUENCIA FINAL: Poema. Sobre imágenes de objetos y medios -sin ver a ninguna persona- escuchamos el siguiente texto en off acompañado del ritmo musical de tímpanis.
Campesino tú,
Soldado tú,
Atleta tú,
Estudiante tú,
(Imagen de 2 machetes prendidos al tronco de un árbol y dos manos -una negra y otra blanca- que entran a cuadro para empuñarlos)
Creador tú,
Música de violín y guitarra. 2 soldados jóvenes -uno negro y otro blanco- interpretan melodía dulce y suave. En la oscuridad total vemos chispear relámpagos estrellados. Es un obrero, protegido con máscara, que está soldando mientras oímos off de frases dichas por los personajes anteriormente que concluyen con la voz de la maestra diciendo: " ... vemos, al fin del llano, los faros eléctricos."
Cartel: