viernes, 25 de marzo de 2011

LA CRISIS

                         ESCRITO EN UNA HOJA SUELTA

                         Poema del gas de la calle.

 

            Con cuáles palabras podré llegar a ustedes,

            sin temer la muerte del mensaje.

            Cómo envolveré de letras y sonidos

            este instante, para que vosotros lo conozcan.

 

           Podré despejar de toda felicidad que merodea

           este sentimiento fatal que me acompaña,

           para entregarles mi cobardía ignominiosa

           de una tarde de junio, mientras instalaban

           el gas subrepticiamente, ajeno a autoridades

           y con mil ojos de vecino observando.

          ¿A qué temo?

                   A la multa de dinero, indolora y ridícula.

                   A la consecuencia social de esta felonía.

                   A la pérdida irremediable del dinero.

          Tengo la vaga certeza de que a nada temo.

          Junio 1990

 

A pesar de las dudas que sembró en todos 1989 según estimé, insistí ante mi en continuar siendo el mismo. Pero no di a mi actitud personal la misma significación de cuando en su discurso del 7 de diciembre de ese año, Fidel anunció la que tendría "nuestro pueblo" ante la desaparición del Campo Socialista, mensaje cuya moraleja -como otros suyos ante aquella coyuntura-, era idéntica a la de un conocido refrán popular: "caballo viejo, ande o no ande". De las crisis a las que me enfrentaba entonces -personal, familiar, social, política, económica, etc. ...-, la más molesta era -es- la de no poder deshacerme de "las etiquetas", tanto de las que me clasifican como de las que no podía -ni puedo aún- evitar usar para comunicarme con los demás, ni poder demostrar que ellas eran -y son- parte de las causas de que no fuese/mos capaz/ces de "entender/nos" y "encontrar/les" solución/es útile/s y productiva/s para Gobernar/me/nos/les/las cuando intentamos pensar para "resolver el problema". Este conflicto, en el cual es fácil reconocer la pizca de esquizofrenia y paranoia "normales" -no patológicas-, que hay en todo ser humano, lo atribuía al cómo usamos las palabras -hoy me parece más bien a como ellas nos usan- para comunicarnos, organizarnos y cooperar o enfrentarnos, con el fin de alcanzar "los buenos propósitos" por los que, todos, anunciamos luchar (¡no conozco a nadie que reconozca lo que defiende como "algo malo" -ni siquiera en parte-, y menos que se considere a si mismo como "agente del mal" -sea él, o ella-; todos actuamos para hacer "algo bueno"!). Y me incomodaba darme cuenta de cómo "el Yo" y "el Nosotros" -usado sin tener en cuenta el carácter "sensorial particular" del primero y "estadístico común" del segundo-, alimentaba un "Juego de Confusiones" -no deseado, pero inevitable-, que obedecía a paradigmas y reglas establecidas no para conocer y aprender qué es "lo real" sino de sustituirlo con "lo imaginado", sin previamente distinguir uno de lo otro. Es decir, no intentar entender y aceptar qué es "lo posible" sino elegir -casi siempre-, hacer "lo imposible". Y esto me hacía "creer" -¡verbo conflictivo!-, que aún "pensábamos" bajo la influencia de aquel tiempo de batallas de las ideas cuando Tomás Moro -canonizado por la iglesia católica después-, fue decapitado por orden de un rey inglés del siglo XVI al negarse a prestar juramento antipapista para respaldar a la Iglesia Anglicana que, independizada de Roma y gracias a "un parlamento" aceptado por el Rey, daba a su majestad el Poder Absoluto. Probablemente, fue Moro quien -en este Occidente Cristiano-, hizo popular la idea de que se puede crear "otra sociedad" donde "lo imposible es posible", cuando escribió su libro más conocido en la cual relata cómo organizar la "república ideal". Su título original en latín es Dē optimō reī pūblicae statű dēque novā īnsulā Ūtopiā (Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía). Pero ignoro porqué Tomás obvió explicar de dónde tomó la palabra más polémica del título de la obra y qué significaba tal nombre propio. Estudiosos de su obra la asocian a 2 orígenes posibles, ambos de la lengua y cultura griega: "Oτοπία" o "Euτοπία", palabras etimologicamente compuestas de dos partes: el prefijo ο o eu -que significan "no" y "bueno" respectivamente-, y el término "topos" -τόπος-, lugar. Lo cual supone dos posibilidades: "lugar bueno" o "lugar que no existe".

LIBRO Ilustración de la primera edición del libro en 1516

(tomada de Wikipedia)

 

En aquel año -1990-, en más de una ocasión, encontré libros - manuales de filosofía, economía, política y hasta novelas y otras obras de ficción- en los contenedores atestados de basura donde depositaba la de mi casa. No solo vi allí a autores como Carlos Marx, Federico Engels, Lenin y otros clásicos de izquierda, sino también textos, menos extensos, de pensadores de derecha y sabios de la Antigüedad y el Renacimiento. Y gracias a esas purgas de lo inútil en otros hogares, mejoré mi biblioteca personal y logré consumar "obras completas" de ..., incluida la de José Martí. Fue una de las maneras en que me aferré a El Conocimiento para superar La Crisis: no dejarme influir por la ignorancia de otros.

 

Tras desaparecer el Campo Socialista, la doble moral -expresar una idea de cómo se entiende y/o actúa ante algo y hacerlo en forma contraria a ella-, comenzó a crecer en Cuba con tal magnitud que, aceptada por la mayoría, fue convirtiéndose en algo más normal de lo que era antes. Pensé entonces que si tantos la usaban con tal naturalidad y tranquilidad, no podía ser algo tan deshonroso como se le definía en "la moral revolucionaria oficial". Yo, lo primero que hice, fue hacer las paces con ella y dejé de perseguirla y acusarla en mi conciencia de "mala", o como algo contrario a "mis principios". Era naturalmente lógico que en lugar donde "lo imposible" había sustituido a "lo posible", lo oportuno fuese que dijéramos una cosa y, en la práctica, hiciéramos otra. Fue como si hubiésemos descubierto una "Ley de Compensación" para las "nuevas condiciones que nos ofrecía la realidad". 15 años más tarde, cuando conocí lo suficiente -de manera directa- de cómo funcionaba ese tipo de moral en la cotidianidad de otros países no socialistas, confirmé que "la doble" no era atributo de la cultura cubana solamente -¡ni tampoco del Socialismo!-, sino algo inherente al modo en que se produce y distribuye la riqueza actualmente por nuestra especie, que no ha conseguido deshacerse totalmente aún para sobrevivir de lo que hay en nosotros de animal astuto y estúpido. De aquí, quizá, el apotegma: "Homo homini lupus" -en español : el hombre es un lobo para el hombre-.

 

Residir en la intersección de Avenida 26 y calle 25 en el barrio Vedado de La Habana, desde donde veía pasar con frecuencia los Mercedes Benz que desplazaban a la primera figura del gobierno -nadie sabía en cual de los 3 iba Él, o su doble, según imaginaban algunos-, y a menos de 400 metros de donde tenían residencia oficial el Ministro de las Fuerzas Armadas y la madre de sus hijos -Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas- ambos hermano y cuñada, respectivamente, de ÉL, en algo debe haber influido en que entendiera las cosas de la vida económica, social y política en la forma en que las he expresado antes. En esa geografía de mi entorno inmediato, también podía pasear, a menos de 300 metros, por la mayor necrópolis de América, el Cementerio de Colón -evidencia del "gran culto a sus muertos" que profesa ese país, al igual que cualquier otro, pero con la diferencia de que ha invertido un poco más en honrarlos, como sucede en las naciones con alta estima de si mismas-. Y por otro -a 200-, El Chino -muchísimo más pequeño y menos ostentoso, además de más "modesto" (adjetivo con el cual, convertido en nombre y sumado al primero fue bautizado el mandatario que hoy -21 años después- "dirige el país": Raúl Modesto), íntimo y acogedor.

 

Y comenzó el "Período Especial en Tiempos de Paz", Nuevo Argumento Testamento para continuar La Calurosa Guerra que había librado La Isla durante las últimas tres décadas de La Fría que, según analistas políticos del mundo, había terminado el año anterior. Era el momento de Cambio Climático en La Política y en su expresión concentrada: La Economía.

 

ESCRITO A MÁQUINA EN DOS HOJAS DE PAPEL

5/julio/1990

Siempre escribía así, agobiado por los miedos, acorralado por la sensación de que las palabras, llenas de sinuosidades y cantos reveladores, denunciaran las corrientes oscuras de pasiones e ideas que le habitaban. Esto era lo paradójico, pues cuando se le oía hablar, se tenía de inmediato la idea de que su ocupación principal se alimentaba de una obsesión por la claridad y limpieza del discurso. Una vez pensó, así era de infiel la vanidad que palpitaba en su interior, pensó en su incapacidad para darle forma, con palabras, al modelo de percepciones en que le hundía su paso por la vida, como ahora, en este día en el cual un escritor con mínimas artimañas del oficio, hubiera tejido una trama pasmosa de las contradicciones que atravesaban al país a cada hora. Pero para acorralar con sinceridad aquellos hechos, tal y como él los venía viviendo, debatido entre la retórica que envolvía todas las discusiones y dejando en cada una de sus aseveraciones el rastro de lo insólito y complicado que se presentaba el problema que debíamos resolver ( todo eso del proceso de rectificación y las asambleas de discusión sobre la plataforma de discusión del Congreso del Partido) ... tenía que mirar sobre si mismo y discriminar lo tonto y superficial, de lo inteligente y profundo. Pero cuando intentaba vestir el propio proceso de su existencia con este ropaje de artefactos para comprender, se le quedaba fuera el yo oscuro y caótico que le condenaba a una ubicuidad existencial más allá de todo acto de sinceridad humana. Pensó que la frontera que le separaba de cometer actos de imprudencia -de cualquier tipo-, era tan delgada y frágil que no era posible comprender cómo aquella tarde, mientras colaba el café y conversaba, pudo contener los impulsos de confesarse toda la verdad que la situación proponía. En el aire estaba todo el peligro que los cuerpos, astutos y ansiosos, fuera de los marcos de contención, insinuaban en sus gestos. ¿Por qué tenía que comportarse así el alma humana? ¿Por qué no será armónico ese universo civilizado que hemos creado en medio de la naturaleza con ritos y normas que nos parecen -al menos así se les defiende- los que nos permiten convivir del mejor modo posible? Ella, probablemente, palabra con la que excusaba su falta de fe en lo que veía pero no era confirmado por las palabras, esas obstinadas palabras que eran el único puente con la verdad que palpitaba en lo más recóndito de todo ser humano, casi seguro, pensaba lo mismo, ansiaba las mismas cosas, le arrebataba ardientemente ese contacto íntimo de los cuerpos y la necesidad de experimentar otros modos del entendimiento humano de las caricias y las formas de los objetos de placer que suben por los dedos al palpar vellosidades y texturas no agotadas ya en la memoria cotidiana, para la cual todo lo repetido era un fastidio. Esa monotonía, ese transcurrir por la misma senda que ya se ha cruzado mil veces, se le revelaba la energía invisible que hacia de los instintos títeres un movimiento compulsado por manos desconocidas. No podía dejar de pensar que todo aquello tenía relación con los actos de catarsis que contempló en las asambleas y con las confesiones susurrantes que había escuchado durante el tiempo transcurrido desde su llegada de Angola. "Estamos tocando fondo ..." "... Esto no da más ... ", "... Hasta cuándo seguiremos así ...", "... ¿Qué va a pasar? ...", ecos todos de una inconformidad que no sabía establecer hacia dónde quería mover los acontecimientos. Era todo como una trampa de competencia, con el anhelo de alcanzar una cima cuya pendiente resbala continuamente devolviendo las intenciones a la arrancada (esto se parecía tanto a lo que experimentaba cuando colaba el café). Y sin embargo había algo de bueno en él, quedaba todavía una pizca de energía que le permitía velar por esa parte de lo establecido que merece salvarse. Mentira, mentí (se interrumpe el texto)

EQUIPO DEL NOTICIERO 2 Compañeros de trabajo del Noticiero ICAIC Latinoamericano

 

Durante el primer semestre de este año, realicé 9 Noticieros ICAIC y 2 "revistas" (estas, fueron intento de dar "continuidad" a lo que ya había muerto por asfixia económica: la película virgen para imprimir copias de distribución en los cines dejó de llegar de la República Democrática Alemana). Entre esas ediciones que realicé, están la 1477 (dedicada a El Papel -¿qué pasaría si se acabara?-); la 1480 (¿Qué es El Dinero?, ¿Cuál es el origen de "la moneda" y cómo llegó a Cuba?); la 1483 (¿Qué es La Fe? ... según la describen los cubanos -entre otros, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, entonces Secretario General de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, cuya opinión contrasta mucho con la del veterano sepulturero negro de la Necrópolis de Colón a quien también pregunté-); el 1486 (¿Qué es El Sincretismo? ... didáctico sobre lo que antropólogos y etnólogos llaman "transculturación" y la cultura popular tradicional de La Isla "adelantar"). Y para que los espectadores no lo olvidaran, les recordé porqué se celebraba el Día del Trabajador en lro. De Mayo, tema central del penúltimo Noticiero ICAIC -el 1489-, "el último y más original de los noticieros cinematográficos de América Latina", como se define al conjunto de esa obra actualmente. También dirigí la última edición -la 1490-, estrenada el 19 de julio (Alfredo Guevara -en ese momento presidente del ICAIC- había hecho la primera 30 años antes). Trataba de "asuntos culturales" y la ilustramos con eventos y personajes de la vida en la zona oriental del país. En este noticiero aparece el escultor Ángel Iñigo, guajiro que para asombro de todos había creado, solo y a hachazos, su Zoológico de Piedra sobre las rocas escondidas de un bosque exuberante. Y revelamos al delirante, ¿artesano o artista?, Ramón Moya, que explicaba -con imágenes- porqué en la palma cubana -invertida mostrando sus raíces -, se podía apreciar el rostro singular de la identidad nacional. Paseamos Guantánamo, Caimanera, Yateras y Santiago, registrando un paisaje de talentos insólitos e ideales estéticos caribeños de quienes se sentían parte de aquellas tierras y deseaban transformar su naturaleza en Arte, aunque fuese, incluso, para vender. Como sabía que estos serían los 10 minutos finales de vida de la obra principal del realizador Santiago Álvarez y de otra docena de ellos (además de otros muchos "creadores" -camarógrafos, iluminadores, sonidistas, editores, productores, choferes, oficinistas y auxiliares-), decidí que la imagen final fuese la de él, pero actuando como personaje de la mía. Y pedí al camarógrafo Dervis Pastor, que también estuvo entre quienes hicieron "el primer noticiero", que filmara la imagen de "El Viejo" bailando, en medio de la fiesta, un sabroso son con su esposa, Lázara Herrera que, además de sobrepasarle un palmo en altura, complementaba su belleza negra con el cabello blanco de este cineasta especial, con el que me entendía mejor que con cualquier otro de los "directores del Cine Cubano". Aunque poco, o nada, pudiera hacer él por ayudarme a expresar mis "ideales estéticos" de entonces.

2- 1990 JUNIO

 zoologico-de-piedra

1- 5-9 junio 1990 - guantanamo caimanera blogEl Viejo y yo en Caimanera, Bahía  de Guantánamo. 8 de junio 1990.

 

ESCRITO A MANO EN HOJAS DE BLOC RAYADAS

9 /julio/90

1- La actividad de producción cinematográfica es subvencionada por el Estado.

2- ¿En qué %?

3- ¿Existe un control sobre ese %?

4- ¿Cómo mide su eficiencia el mecanismo de producción?

5- ¿Cómo mide su valor un filme?

6- valor cultural, valor político, valor comercial.

7- Tiene la Empresa su plantilla inflada o, visto de otra manera, ¿la contracción de la producción no incrementa el personal excedente?

8- El problema de las promociones. ¿Puede haber desarrollo sin incremento de la producción de valores?

(El poder en las Empresas)

- El problema del control de la gestión administrativa desde arriba y desde abajo.

a) La época de las asambleas de producción y rendición de cuentas a los trabajadores.

b) Papel del Sindicato.

- Falta de control (conduce a) consolidación de las mafias    administrativas.

- Reducción de Producción (conduce a) sociolismo.

- Falta de unidad entre los intereses de los trabajadores y la admon. (el caso del edificio del parqueo)

- La moral y la disciplina en los centros de trabajo.

(relación con las necesidades personales, pero también resquebrajamiento del control administrativo: el Jefe conciente al trabajador y el trabajador conciente al Jefe, último

nivel de la cooperación ilegal)

- La lucha contra el burocratismo de arriba y la lucha contra el burocratismo de al lado.

¿Es posible mantener una ética de la producción sin productividad? ¡No!

¿Es posible seguir pagando interrupto ininterrumpidamente? ¡No!

- La inflación:

Somos a la vez víctimas y victimarios, por cobrar y permitir que se nos pague sin

resultados

¿Qué hacer?

Esperar soluciones de arriba o proponer soluciones desde abajo.

- Cuatro garantías del sistema (trabajo, educación, salud y jubilación)

No hablar claro es engañar a los hombres sobre lo que pasará.

Curarnos en salud antes que la enfermedad nos condene.

Las Reglas del Juego y su justicia.

Mis "ideales estéticos", supongo que como los de todos los que se dedican a las Artes y Literaturas, nacieron de la inclinación natural humana por la "creación de imágenes y la seducción con las palabras" y, en particular, por "una forma singular de ellas" -¡las que mejor correspondían a deseos de mis necesidades y expectativas particulares!-. Pero a aquellas alturas de mi oficio de cineasta, sabía que no podía expresarme concretamente en una obra -audiovisual o escrita- sin entender y mostrar solamente "una parte de la realidad" dentro de la que existimos. Es decir, elegir "un tema", optar por "un asunto" y reducirlo a "un argumento". Y aún cuando mis proposiciones cumplían esas normas básicas de la "técnica dramática" (aceptadas "universalmente" como significantes diferentes de lo narrado y evocado en La Obra, lo cual abarca desde La Emoción básica hasta la urdimbre lógica donde opera La Razón -extremos del cómo sentimos, interpretamos y pensamos cualquier información que alcanza nuestros sentidos-), encontraba siempre, por parte de la autoridad que debía "aprobar" mis propuestas "estéticas", una resistencia, inexplicable, a aceptarlas tal y como yo deseaba expresar "mi arte". Y claro, esa "resistencia" era -y aún es, allá- "el fantasma ideológico" al que los funcionarios de la estructura del poder temían y temen (a esas alturas de mi "carrera de cineasta", ya no los veía como "malas personas", o "represores", sino como "alguienes" que solamente querían sobrevivir y habían perdido el gusto por el placer que proporcionan "los riesgos"). Entender "esa circunstancia", me ayudaba a comprender porqué no me habían dado respuesta sobre el guión "Diosdado y la ameba" que había presentado a la Dirección de Programación Artística del ICAIC desde el año anterior. Entender no solucionaba mi problema, pero me ahorraba imaginar tonterías y estupideces de "vanidades y envidias latentes" y me permitía concentrarme en lo más importante: producir y crear, aunque lo que pudiera hacer no fuese lo que anhelaban mis ideales estéticos sino lo que me permitiría comer. Y tampoco fuese "Cine" sino "Vídeo" -ese hermano bastardo más joven de "su majestad de las artes y la Política", que una década más tarde la destronaría gracias a los avances de La Tecnología-.

 

ESCRITO A MÁQUINA EN DOS HOJAS

17/agosto/1990

Había descubierto una forma para penetrar en cada resquicio de sus pensamientos y observar, en silencio y a solas, las sutiles cadenas de asociaciones que se movían en la selva oscura -cuando ella hablaba- de las corrientes íntimas e inalcanzables de sus deseos latentes e inconfesados. Era como sí, tras la transparencia de sus palabras, pudiera ver cada hueso de su cuerpo, cada fibra de músculo y el descanso de las vísceras en su acomodo perfecto bajo la piel seductora; era todo esto a la vez, la implacable sensación de percibir todo en los diferentes planos de un espacio que no existía pues cada certeza dejaba paso a la significación sucedánea.

A veces se preguntaba si todo aquello no era más que fantasía y esta misma sensación le corroboraba la justeza de sus intuiciones. Claro que era una irrealidad fabricada por su imaginación, pero eso no era más que la piel de su propia invención. No podían ser tantas e innumerables las coincidencias que concebía en su mente, ni pistas falsas ese gemido que alcanzaban las miradas cuando coincidían ... c o i n c i d í a n ... esa era una palabra que arrojaba resultados, evidentes, de lo que pensaba; era como si cada palabra pronunciada sirviera a sus fines exteriores, a su máscara funcional para corresponder a las exigencias de un diálogo razonado y sincero; pero además, había otro discurso detrás, un universo donde esas mismas palabras se organizaban sobre el desplazamiento de sus significados y recobraban el verdadero flujo de las vivencias del yo inescrutable. Era esa sensación la que le acompañaba cuando conversaban, un decirse sin corroborar, un duelo de las expectativas que ampliaba el aliento y lo dejaba en suspenso, como acechando, tenso y vivo., disfrutando de su pluralidad de opciones que se agrupaban entre la sospecha y el delito.

Todo esto significaba vivir de dos maneras, simultáneas y excluyentes: una era sensata y ordenada, dócil y tranquila, sosegada como los menesteres de la propia vida; la otra, intensa y especulativa, insana y alarmante, despreciadora de toda ley lógica y moralizante, pero que imponía su propia irracionalidad y deseos, pecaminosos y viscerales, buscando una fantasía erótica sin contención normativa ni preceptos de salud mental; era como la cavidad del silencio cuando renuncia a si mismo y decide gritarse lo que jamás puede ser oído ...

Sobre este misterio indescifrable, convivía continuamente el río de sus cavilaciones, esperando que alguna vez, si no es que estaba engañado y todo eso ya había sucedido, volviera a cobrar vida lo que ya sus fantasías delictivas habían hecho realidad por medios y caminos que sólo sus ojos conocían antes de enceguecer.

El 3 de julio, al comienzo de sus vacaciones, estalló "el problema de Haydee" -bibliotecaria y madre de mi hija mayor-. La primera forma en que se manifestó su enfermedad, parecía comedia y no imaginamos el drama que sobrevendría: ese día, con toda naturalidad, comenzó a cocinar una tortilla de aspirinas para calmar su hambre y el dolor de cabeza que le acosaba desde hacía meses. Las consultas médicas para saber qué le pasaba demoraron varias semanas de pruebas, radiografías y contactos con amigos para que la examinaran en el mejor lugar posible (resultó ser el Hospital Naval donde atendían a militares y sus familiares, preferentemente)

 

ESCRITO A MAQUINA EN DOS HOJAS

12/septiembre/90

Será cierto que la novela está escrita, que todos esos acontecimientos ya olvidados están allí, traducidos al lenguaje de las palabras. Cómo es posible que esté escrita y yo no recuerde nada, ni siquiera una línea, ni un personaje, ni un hecho. Sólo recuerdo mi pelo, sólo siento mi cuerpo, sólo percibo mi respiración y un sentimiento de final.

El especialista de museos francés lo decía, solo podemos retardar la desaparición final a la que todo está condenado., aún las más obstinadas y excelsas obras de arte. Que vacío sentí al escuchar esa verdad simple, evidente, mencionada con una tranquila sonrisa de televisor en colores. Por eso no podían entender cuando di mi voto a favor del hombre viejo que pidió su ingreso al Comité de Defensa de la Revolución, solicitó su ingreso ahora, a los 62 años. El bueno de Alfredo, el presidente, tenía en sus manos la carta de solicitud y no se atrevió a leerla.

Qué justificación podía tener para no haber pertenecido a esa organización donde está casi todo el mundo, No podía decir la verdad, tenía que inventar un pretexto, eso de que trabajaba de noche, de que tenía muchas responsabilidades. La gente rió a escondidas, viraban la cara para no dejar ver esos gestos de burla que sólo somos capaces de mostrar en complicidad. El gordo fue el que más le atacó, casi lo emplazó a que dijera otra cosa pues aquellos argumentos no eran creíbles, el coro le apoyaba con murmullos. El viejo se defendió, no quería que le trataran de contrarrevolucionario, eso si que no. Apenas quería una carta que probara que el pertenecía al C.D.R., le hacía falta trabajar, ganar unos centavos más pues no le alcanzaba el retiro. El Chino habló de cuando el viejo fue custodio, lo mal que lo hizo, la reunión fue convirtiéndose en la aprobación para darle una plaza de sereno, de guardián ... todo se enredó y el viejo se seguía defendiendo. El Gordo se sentó a mi lado en el borde del cantero y me dijo bajito:

  • Ese tipo es un pajarraco ...
  • ,,, ¡Y que tiene que ver eso!, ¿los maricones no pueden pertenecer al comité?

Cuando se llevó a votación la solicitud me puse en el borde delantero del grupo. Alfredo pidió que levantaran la mano los que estaban a favor y subí el brazo. El presidente miraba hacia un lado sin querer volver la mirada a donde yo estaba -yo sentía que él no quería mirar porque le daba pena de que yo hubiera levantado la mano-.

  • ¡Aquí, yo -dije-.

Otra persona se decidió a levantar la mano y el resto votó en contra.

El diagnóstico final fue "craneofaringioma" -tumor cerebral-, que sin ser maligno podría ser mortal por las dimensiones que había alcanzado. Y había dos opciones: tratar de eliminarlo con radio terapia -tratamiento largo y de molestias y resultados poco predecibles-, o extirparlo mediante cirugía -abrir el cráneo, cortarlo y restablecer la presión normal dentro de él-. Ella debía decidir y yo estaba a su lado frente a la junta de médicos que esperaba su respuesta. Me admiré cuando dijo, sonriente y pasándose la mano por la piel desierta de su cabeza: "Si, me opero." Y temblé, pues de ambas alternativas, aunque era la que suponía mayor esperanza de tiempo de vida, si salía bien, también podría ser lo contrario. Y ocurrió en septiembre..

 

ESCRITO A MANO EN UNA HOJA

20/9/90

LA OPERACIÓN

Hay euforia

insólita alegría

comienzo de victoria

ante la muerte.

Va a morir

la misteriosa enfermedad

que guarda su cuerpo

en la cabeza.

 

Desaparecerá

la feroz inarmonía

del defecto tumoral,

hay euforia

en todos los espíritus,

en formación cerrada,

cierran paso

ante la muerte.

Se disfruta la victoria,

es la antesala del combate,

es arma formidable

ante la muerte.

 

El perfume de oraciones,

corre por su cuerpo

en la mano piadosa

que cancela toda falta.

La operación es un misterio,

escondido en la pupila cirujano,

temerario, valeroso, inmutable.

Es atreverse contra ella,

decirle que también yo puedo,

respetable naturaleza creadora

-que te ensañas por momentos

contra los equilibrios anatómicos-.

La operación es bisturí,

ríos de sangre, oxigeno respirando

el organismo,

la sábana que hierve

en la marmita, es vapor

que desprende ese espíritu

anestesiado por el reto

milenario ante la muerte.

 

La operación a terminado,

en la sonrisa-corazón

que lleva el cirujano

cuando mira a la paciente,

aún dormida,

se lee: todo salió bien.

 

"Todo salió bien. Lo extirpamos casi totalmente y colocamos la válvula. Pero hay que esperar 10 días para saber si habrá complicaciones", fue el resumen que recibimos del equipo de cirujanos aquel día cuando una hora después vi a Teobaldo -uno de ellos, mulato alto y simpático- metido bajo su automóvil -Lada-, para arreglar un desperfecto que lo tenía molesto hacía meses. Miré sus manos embarradas de grasa y no podía creer que habían estado poco antes dentro de la cabeza de ella. Él también fue uno de los que le practicó la segunda operación -de urgencias-, después de avisar yo a las enfermeras de las convulsiones que comenzó a tener, de pronto, aquella noche del noveno día que me tocó quedarme con ella -la familia nos turnábamos-. Fue doloroso verla retorciéndose incontroladamente como muñeca de trapo a la que una fuerza invisible zarandeaba ignorando las leyes del movimiento de un cuerpo humano con ojos totalmente en blanco. La válvula que colocaron no cumplió lo que se esperaba. Y no había en el hospital otros modelos del artefacto -el idóneo- para sustituirla. Había que esperar llegaran los suministros, lo cual no sabían cuando sería con exactitud.

 

Le aplicaron un remedio de tiempos de guerra -aprendido en la atención a "las bajas" en las contiendas de Cuba en África-: con la propia piel del paciente, creaban "mecanismo" que hacía función semejante a la válvula artificial durante "un tiempo" que, ni la voluntad del negro Teobaldo, ni la continua atención del blanco Gil, ni la paciencia oriental de Choi y ni siquiera la experiencia doctorada del alto, canoso y distante jefe de cirujanos -no recuerdo su nombre- podían precisar. Lo indicaría la hinchazón lateral del cráneo, que crecería poco a poco hasta alcanzar el límite en que habría que volver a "abrirla".

 

"... ¿cuáles son las especificaciones de la válvula que necesita para yo hacer gestiones y ver si la consigo donde sea? ...", pregunté a Teobaldo. "No puedo darte esa información. Hay una norma, La Revolución es responsable de toda la atención médica al pueblo ..." Insistí y expliqué lo absurdo de esa orden. Y cedió ante mis argumentos, corriendo un riesgo que aún le agradezco, a pesar de estar muerto. Años después, se suicidó.

 

"... le pusieron una bomba en el garaje de su casa, María Cristina Herrera, del Instituto de Estudios Cubanos, viene pronto y quizá pueda conseguirla allá ... tiene muchos contactos con la Iglesia, se lo voy a decir ... ", me prometió Rafael Hernández -amigo y precoz "cubanólogo" por entonces.

 

Y así fue. Llegó a Cuba poco después, pero durante el control del aeropuerto le retuvieron la enorme maleta llena de medicinas que traía. Lo cual supe el día que la vi por primera vez y descubrí la tremenda energía y la risa estridente con que se movía en la silla de ruedas donde desplazaba su grueso cuerpo, prisionero de enfermedad incurable. Y me explicó: "Tú no sabes el trabajo que me costó encontrarla, muchacho, ese modelo que te dijeron está descontinuado, ya no lo fabrican, las modernas son digitales, y tuve que pasar un fax a todos los hospitales y la encontré en uno lejísimo, pero me la mandaron rápido y costó ya ni me acuerdo ..." Nada de esto dije al más joven de los cirujanos, Gil -estaba de guardia aquella madrugada que moría: eran las 5 de la mañana cuando le entregué la “nueva” válvula-. Abrió el paquete y quedó absorto mirando la manguerita plástica transparente con piececitas en los extremos y dijo "...esta si es moderna, ¿dónde la conseguiste?". Era el fin de una larga noche en que fui con María Cristina a la aduana del José Martí -nos llevó Manuel Angueira, vecino y compañero de trabajo-, en su destartalado vehículo. La saqué de su descanso nocturno en el Hotel Nacional pues ya no podía esperar más por los trámites burocráticos para recuperar su equipaje porque Haydee estaba a punto de ser llevada de nuevo al salón de operaciones. El "remedio de tiempos de guerra" no aguantaba más. Parecía tener dos cabezas.

 

"Vengo a buscar una válvula", dije, frenético, al oficial de aduana a quien llamó una empleada tras María Cristina explicar que había sucedido con su maleta y qué necesitábamos hacer. "Cálmate, muchacho, déjame que yo hable ..." agregó ella sonriendo al funcionario. "Vengo a buscar la válvula y no me voy de aquí sin que me la den ...", repetí ofuscado. La dulzura de María Cristina al contar qué ocurría, la comprensión de la situación por parte del militar y, probablemente, mi imagen de inquietud beligerante, provocaron el final feliz. "Está bien, se la voy a dar, pero solamente la válvula, dígame usted en que parte de la maleta está ..." "Arribita, en cuanto la abra se va a dar cuenta, es una cosita así, pequeña ...", respondió la milagrosa María cristiana juntando sus dos manos para formar un pequeño cuenco vacío. Y Haydee despertó tranquila y sedada en la tarde del día siguiente para ver a Lida -nuestra hija- sonriendo y acariciándole el vendaje de cabeza recién hecho.

 

"¡Tienes que escribir el milagro de la válvula!", me decía por entonces, eufórica por sus creencias, María Cristina. Y volvió a recordármelo 5 años después cuando nos encontrarnos de nuevo en su casa de Miami. Aún le agradezco lo que hizo, a pesar de que falleció el año pasado.

maria-cristina-herrera 2 María Cristina Herrera

(Foto tomada de Internet. Probablemente, se corresponde con aquel tiempo de su vida)

La madre de Lida sigue viva. Ahora con válvula “digital de última generación” con la que un cirujano alemán sustituyó en mayo del 2008 (totalmente gratis en el Hospital Juan XXX de Tarragona en Cataluña, cuando Haydee pasó 3 meses en Reus, de visita después de 5 años y 6 meses sin ver a nuestra hija única, ni crecer a su nieta Amanda), otra que le implantó, en 1999, tras un severo ataque de convulsiones 9 años después de las 3 operaciones iniciales, la neurocirujana Zalamea (negra de manos enormes y delicadas que atendió a "la paciente", con mucha delicadeza, durante años, hasta que ella misma murió a consecuencia de un cáncer en 2007). Y todo ello y que Lida pudiera terminar en 1991 sus estudios universitarios, amparada por toda la familia ampliada entera, sobre todo la de mi compañera, Luz -madre de mi hija más joven-, en medio del largo proceso para salvar la vida de su madre (alcanzó a ser el segundo expediente de su promoción entre los graduados en Lengua y Literatura Inglesa en la Escuela de Lenguas de la Universidad de La Habana), fue posible, gracias a una vasta red de solidaridades. No de principios políticos, nacionales, o ideológicos, sino de deberes humanos, que a diferencia de lo que algunos piensan o creen de porqué existen o se cumplen, gracias a Revoluciones o Derechos Humanos, estas y estos, realmente, son consecuencia de aquellos, que es parte de lo que nos ha permitido avanzar como "Especie", aunque las demás no estén totalmente de acuerdo con "la nuestra".

 

HAYDEE 1 (86)

Amanda con su abuela Haydee, durante una visita a Valencia.

DSC08401  Haydee, días antes de su regreso a Cuba a final de septiembre 2008, con el cirujano que le implantó la válvula.

DSC08403 Lida con su madre y esposo, Miguel Angel Pérez -padre de Amanda-, a la salida del hospital.

En medio de la odisea familiar que supuso enfrentar "la enfermedad de Haydee", una nueva empresa de audiovisuales, Videoamérica -"independiente" de la televisión estatal, aunque nacida de ella-, me contrató para realizar obras sobre deportistas cubanos destacados con vistas a los Juegos Panamericanos del 91. También por entonces se acercaban a mi ·”pinos nuevos de realizadores” solicitando asesoría para desarrollar sus ideas -documentales o de ficción-, o algún alumno de la Facultad de Radio Cine y TV del Instituto Superior de Arte para pedirme que fuera tutor de su tesis de grado. Entre otros, "eche una mano" a Miguel Cossio en los guiones que escribió para la serie Todo en pelota (13 de 13 -o sea 13 cortos de 13 minutos), donde cuenta cómo se juega el deporte nacional por excelencia en Cuba y sus reglas, estrategias y tácticas ("la pelota" o béisbol -en inglés- "baseball"). También recuerdo a Abrahán Rodríguez, notable dramaturgo que obtuvo su primer éxito de público en 1979 con la obra de teatro "Andoba", donde trata el conflicto de un "marginal" que quiere integrarse a la "vida normal" -asunto que en Cuba, por perjuicios históricos -no solo de "blancos", sino incluso entre una parte de los "mulatos" y hasta en algún que otro "negro"-, se ve como "problema de violencia e ignorantes"-. Este argumento había logrado llevarlo al cine 5 años antes -1974- la difunta realizadora Sara Gómez en su filme De cierta Manera, pero desarrollando el asunto bajo otro prisma -el de género-, para patentizar el carácter "feminista" que ella le concedía al tema y mostrar la profunda debilidad que se esconde en la actitud "machista". Abrahán me propuso hacer "una película" sobre El Vaquerito, uno de los héroes de la lucha insurreccional contra el "gobierno", o "dictadura" de Batista -según con los ojos que se vea-. Era invitación atractiva, dado la leyenda que sobre Roberto Rodríguez Fernández -guajiro pobre de Morón, pueblo del centro de La Isla-, se había creado, no solo por sus hazañas reales sino también gracias a una frase, mitificada, de Ernesto Guevara -Che-, que expresó cuando, al conocer la muerte de Roberto, en medio de La Batalla de Santa Clara, finalizada un día antes del Triunfo de la Revolución, exclamó: "Me han matado cien hombres". El guión de Abrahán -falleció hace 6 años-, nunca se convirtió en realidad fílmica.

el-vaquerito "El Vaquerito"

 

La persona con la que más me compenetré en aquel año de confusiones (en cuestiones de política y problemas de fondo de la cultura nacional cubana, vale decir de su identidad como expresión de "espiritualidad" que nos anima), era -aún está vivo-, es Serafín Quiñones, conocido entre amigos por "Tato Quiñones", estudioso de todo lo que tenga que ver con Cuba, su historia, evolución, costumbres -populares o no-, guerras, enfrentamientos ideológicos e inequidades ocurridas a lo largo del proceso de nacimiento de "su nación". Y abakuá, además de mestizo -como somos todos a pesar de que no se note-, buena persona -al menos para mi- y honesto -que no quiere decir puro-.

TATO -DICIEMBRE 1991 Tato Quiñones. Foto en su casa, extraída del vídeo que grabé el día que nos encontramos, en diciembre de 2001, durante mi última visita a Cuba para participar en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

 

La Dirección del Gobierno y El Partido -a los efectos, un mismo y único "Poder", aunque las palabra, diferentes, hagan pensar en lo contrario-, pedía en aquellos momentos que se contribuyera, con el análisis de "la situación" y "nuevas proposiciones", al proceso de "rectificación de errores" para "mejorar el socialismo", lo cual podía entenderse también como "mejorar el país", pero tal formulación excluía, previamente, cualquier idea que "oliera" a "capitalismo" -satanizado, racionalmente, como "sistema general", aunque de él pudieran usarse ciertas "particularidades económicas" puntuales-. Un día -no recuerdo si este o el siguiente año, así de imprecisa en la memoria, incluso en asuntos de extrema importancia como el que voy a contar, al menos para mi-, ocurrió lo siguiente.

 

Tato y yo, tras muchas conversaciones en las que armonizamos nuestros diferentes puntos de vista sobre esto y aquello de lo que se hablaba en "medios políticos y culturales", intercambio de ideas y opiniones que sobre lo mismo oíamos entre "la gente de a pie", también, en nuestro roce con la vida cotidiana de los que no hablan de asuntos "ideológicos y de dinero", con el mismo lenguaje de "los que saben", acordamos intentar crear lo que llamamos "Fundación Cuba".

 

Tal entidad la concebíamos en el marco y con auspicio de la UNEAC -Unión de Escritores y Artistas de Cuba-, presidida entonces por el actual Ministro de Cultura Abel Prieto, con quien hablamos al respecto. "...bien, pero tengan cuidado con eso porque ya saben como están las cosas ...", nos aconsejó. Y autorizó a usar la sala Rubén Martínez Villena para reunirnos con los "compañeros" a quienes, en inicio, queríamos convocar a sumarse a nuestro propósito (Tomás Fernández Robaina, Pedro Luis Ferrer, Raúl Rivero, Senobio Faget "Purry", Gisela Aranda, Víctor Martin, etc., aunque "lo ideal" -¡lo que imaginábamos!- era que cualquiera que se interesara integrar un "movimiento de análisis interdisciplinario del "problema cubano", fuese científico, político, obrero, agricultor, estudiante o jubilado, en fin, todo aquel o aquella que desease hacerlo y quisiera dedicarle su tiempo para hacerlo, se sumara a nuestro proyecto -¡así de ingenua y sana era nuestra "utopía particular").

 

De los muchos temas y asuntos que pretendíamos analizar y discutir, dábamos relevancia a uno que nos parecía "básico": conceptos e ideas que hacen pensar y creer a Cuba "Una Nación".

 

En la interpretación dada a ese "tema" por el "Discurso de La Revolución" durante más de 30 años y miles de horas y horas de "clases magistrales" de ideología política, economía, y cuanto "misterio científico y social se pueda imaginar, el "pueblo de La isla", como si fuese "un solo alumno" prestó atención única y privilegiada al Máximo Líder de los Maestros -escuchándole de manera directa en "plazas e inauguraciones" y/o mediante alguno de "la totalidad de los medios masivos de comunicación" a disposición de él-. Gracias a ello los cubanos habíamos adquirido una noción de "espiritualidad" que se explicaba con un razonamiento que marcaba límites y fronteras hasta donde se podía "opinar" en cualquier polémica de entonces, después y hoy:

 

"Somos pueblo que luchó 100 años para librarse del Colonialismo y Neocolonialismo -español y norteamericano, respectivamente-, y solo alcanzamos nuestra verdadera independencia y auténtica identidad nacional -carácter de Nación-, con el triunfo de La Revolución en 1959."

 

Y para que nadie lo dudará, esas ideas las sintetizó con toda claridad en aquel "discurso histórico" del "7/12" cuando Cuba enterró a sus muertos caídos en "otras tierras":

 

"En Cuba, Revolución, socialismo e independencia nacional, están indisolublemente unidos."

 

Tales afirmaciones, aún hoy (vengan de "Adentro", asumidas en su totalidad como convicción revolucionaria, o de los de "Afuera", de convicciones inversas, pero que suman parte de ese silogismo a sus razonamientos -también con "orgullo nacional"-, para crear otro igual de estéril que el de sus "enemigos" cuando agregan "La Revolución" a los "males" que quedan por exorcizar, y sustituyen en "la síntesis" a "La Revolución" y "socialismo" por "Derechos Humanos" y "capitalismo), siguen siendo el impedimento "básico" para que Cuba alcance ser esa "Nación", con "espiritualidad propia" -colocada por encima de cualquier religiosidad, ideología política o sistema económico que pretenda imponer, a todos, su "Poder Particular"-, que nos llena la boca cuando la mencionamos y sentimos que nos duele lo que "nos está sucediendo", aquí y allí.

 

Tanto Tato como yo, pensábamos que no puede haber "Nación" sin una espiritualidad común que "cohesione"" a los que comparten "la propiedad emocional de un territorio con fronteras nacionales", por haber nacido en él y residan o no en él. Y aunque se piense o crea que "las "espiritualidades" son, sobre todo, asunto de religiones y cultura, lo cierto es que lo son más de familia y economía, base sobre la que crece la pirámide que llega hasta el concepto de "Estado", que se eleva sobre las ideas de necesidades que tiene esta o aquella "horda", "clan", o "tribu regional". Y después de experimentar mi vida durante 45 años en aquel país, eso era obvio para mi. Aunque Tato agregaba al binomio el factor de la "igualdad étnica". Lo cual yo consideraba justo, pues aunque "las mezclas de colores" nunca han dejado de "adelantar" a La Isla -y justo también es decir que "La Revolución" las aceleró-, es cierto que la falta de "representatividad del color" en "los poderes" que la gobernaban y gobiernan y la distribución de la riqueza del país entre esos colores -algo que podía y puede decirse también de "los géneros""-, no era, ni es "equitativa". La discriminación "histórica" que sufrió "el negro y sus formas de religiosidad" Tato la sentía y explicaba como nadie y solía contar como ejemplo, entre otros, en que no se sabía bien "todo lo ocurrido" en la llamada "Guerrita del 12", que hizo desaparecer al Partido de los Independientes de Color -creado en 1908 y presidido por el albañil Evaristo Estenoz-, cuando fue aplastada con sangre una sublevación, sobre todo en la zona oriental del país, y asesinado Pedro Ivonet, coronel del Ejército Libertador Mambí que alcanzó la independencia del territorio cubano subordinado hasta 1899 al Imperio Español.

 

Las luchas internas "entre cubanos" -considerado el nombre propio "Cuba" como gentilicio toponímico, no como lugar que acoge a ciudadanos de "una nación"-, nos hacía pensar que era poco probable que existiera "una espiritualidad cubana", entendida esta como "supra religiosidad" más allá de cualquiera "religión en particular". Creíamos necesario estimular un análisis y discusión sobre qué y quienes eran "los componentes de esa Nación" y escuchar sus opiniones -entendidas estas como "poderes" a respetar-, "poderes" de los que todos hablaban entonces y aún hoy, y que eran y son la cuestión central que mantiene viva "la guerra entre nosotros" -los que nos decimos y llaman "cubanos"-.

 

Yo pensaba entonces y lo decía a algunos, que "La Revolución" se había transformado en "religión" que se imponía a todas las demás de forma "improductiva", y me daba cuenta que no solo Tato sino otros participantes en las pocas reuniones que sostuvimos, no entendían porque yo decía eso y/o no lo comprendían de igual forma. En resumen, que Cuba -como "nación"-, aún no existía pues en el consenso que demanda ser "identidad nacional plena" debe estar el "interés de todos" los que se sienten "unidos por esa noción" y la anteponen a cualquier otro problema o conflicto en aras de "adelantar" como país cumpliendo, con sensatez y cordura, los "deberes humanos". La historia, no solamente de los últimos 50 años de La Isla sino, también la que acumula desde su Nacimiento cómo Nación -hace más de 100-, en papeles y sueños, pero no en La Realidad-, sugiere que en lo que afirmo -aún hoy-, hay parte de La Verdad que todos los cubanos buscaban por entonces y ahora.

 

Esos razonamientos fueron los que nos impulsaron a pedir reunión con José Felipe Carneado (1915-1993), Jefe del Departamento de Asuntos Religiosos del PCC -único partido existente en ese momento en La Isla y, oficialmente hoy, más de 20 años después-.

 

El día que se nos concedió el encuentro, expusimos al doctor Carneado nuestras opiniones, recogidas en documento que conserva Tato, según me ha expresado en mensaje de respuesta al que le envié preguntándole si recordaba la fecha exacta de cuándo lo redactamos. Y me respondió:

 

"Te anticipo que sí, conservo todo el papeleo que generó el "Proyecto Cuba". Todo, hasta las listas de los participantes en las dos reuniones que logramos armar en la UNEAC. Veré como me las arreglo para hacértelo llegar -que derecho sobrado tienes a ello-. Trataré de escanear, o de fotografiar. No sé, algo se me ocurrirá." (fragmento del mensaje de Tato que recibí el 15 de octubre de 2009).

 

Ignoro qué circunstancias le han impedido cumplir lo que me prometió hacer, pero me siento todavía estrechamente vinculado a él, y sigo admirandolo y respetando en esta lejanía. Y por ello narro este momento de mi derrota, último intento público que hice en Cuba por entender "el espíritu" de La Revolución Cubana, antes de buscar otros caminos para mi y mi Pequeña Nación, la familia. Y mudarnos de barrio en el planeta.

 

Carneado escuchó con paciencia y respeto. Y respondió: "... no es correcto pues sin duda, esa "espiritualidad cubana" de que hablan no sería posible sin La Revolución...". Y pidió que dejáramos a un lado tales "ideas" y nos sumáramos de otra forma a los debates y discusiones con vistas al siguiente Congreso de Partido. La reunión fue para mi lección donde descubrí que al binomio que yo estimaba "básico para entender el problema cubano", debía agregar un tercer elemento: economía, familia y generación. La nuestra, ni ninguna de las anteriores serían quienes resolverían "el problema cubano". Serán -hoy lo sé con certeza-, nuestros hijos y nietos (estén "Aquí o Allá" de este Mundo Globalizado).

 

Entre 1984 y 1992, hice notas esporádicas en lo que llamé LIBRO DE LAS OCURRENCIAS -a mano y con tinta o bolígrafo pues los ordenadores no estaban disponibles todavía para mi-. De sus 115 páginas tomé un fragmento -era mi vida subjetiva personal de aquel entonces-, con el cual termino lo que merece contarse de mi durante este año.

 

"Y me voy a morir, y no importa; de muertos está hecha la historia y los vivos; y sobre ellos pesa la culpa de lo que hacemos, y le debemos agradecimiento por lo de bueno, también, que tenemos; y el pecado, el error, todavía carece de madurez para nacer, para que sea palanca de los que serán vivos cuando nosotros fuimos muertos. Me voy a morir y solo me importa no dejar concluido lo eficiente." 14/1/90

LB